DeLorme1

Marion de Lorme, amante de Catulle Mendès y de Rubén Darío

1 abril, 2023

“Comía yo generalmente en el café Larue, situado enfrente de la Magdalena. Allí me inicié en aventuras de alta y fácil galantería. Ello no tiene importancia; mas he de recordar a quien me diese la primera ilusión del costoso amor parisién. Y vaya una grata memoria a la gallarda Marión Delorme, de victorhuguesco nombre, de guerra, y que habitaba entonces en la avenida Víctor Hugo”, cuenta Rubén Darío en su autobiografía1. ¿Quién fue en realidad esa gallarda amiga de Darío? La vida de las cortesanas suele ser poco transparente, pero en estudios anteriores hemos logrado documentar algunos datos sobre ella2. Hoy podemos agregar algunos detalles más, que serán de interés para la comunidad dariista.

El 15 de junio de 1893, Rubén Darío llega a París por primera vez. Nueve días despues, el 24 de junio, su gallarda amiga aparece ante el tribunal del Sena como testigo en el juicio sobre el famoso baile del Fin de Siècle. Declara llamarse, en la vida civil, Marie Delorme, así que hubiera muy poca diferencia entre su nombre verdadero y el de “Marion de Lorme” que se leía en los periódicos. Afirma tener 24 años, de manera que hubiera nacido en 1869. Según los periódicos mundanos, celebró su aniversario el 18 de agosto, lo cual nos daría su fecha de nacimiento exacta: 18 de agosto de 1869. Como el tribunal no pedía documentos de identidad ni a los acusados ni a los testigos, esos datos quedan sujetos a caución. No se sabe nada de su familia ni del lugar en que nació y se crió.  En su entrevista con Victorien de Saussay3, documento autobiográfico más completo que tengamos de ella, declara que entró a trabajar en el teatro y perdió su inocencia a la edad de 17 años, o sea en 1886. Lo asombroso es que ya en 1887, convertida en astro de primera grandeza, figura entre la elite la alta galantería de París. ¿Quién la lanzó a ese mundo no muy fácilmente accesible, aún para una muchacha muy atractiva?

¿Quién la lanzó? En la página “Nouvelles & Échos” del diario mundano Gil Blas se encuentra, perdido entre miles de anécdotas y rumores fútiles, el “écho” siguiente, firmado “Le Diable Boiteux”: “Marion no es una recién llegada en el mundo galante. Ella fue incorporada al batallón de Citera por un poeta grande, muy grande, quien la bautizó con el nombre que porta hoy”4. El comentario hace reflexionar. En 1886 ya quedaban pocos poetas “muy grandes” en Francia, y de esos ¿quiénes podían haber “lanzado” a una muchacha? Hugo estaba muerto. Leconte de Lisle fue elegido, el 11 de febrero, a ocupar la silla de Hugo en la Academia Francesa; por lo demás salía muy poco de su modesto apartamento en el n° 64 del Boulevard Saint-Michel. Verlaine,  después de la muerta de su madre, retomó su vida de bohemia en el Barrio Latino y a la vez se convirtió en cliente asiduo de la Asistencia Pública: el 3 de noviembre de 1886 ingresó por primera vez al hospital Broussais, donde iba a pasar el semestre de invierno. Rimbaud estaba en África. Moréas publicó en septiembre de 1886 su manifiesto del simbolismo, donde, después de referirse a Baudelaire, Verlaine y Mallarmé, cita ampliamente el Petit traité de poésie française de Banville; por lo demás el poeta griego pasaba sus días en los cafés Vachette y Steinbach. En cuanto a Banville, fue nombrado en 1886 oficial de la Legión de Honor. En sus cuentos realistas y fantásticos, publicados en el Gil Blas y en el Écho de Paris, se muestra como experto en erotismo y galantería, pero tenía 63 años y ya no frecuentaba el “mundo donde uno se divierte”.

¿A quién se refiere entonces el comentario del “Le Diable Boiteux”? Pensamos que se refiere a Catulle Mendès, “el único hombre de nuestros días a quien le fue dado ser un poeta erótico, a la manera de Tibulo o de Ovidio”, como declara Jules Lemaître en un artículo que impresionó mucho a Nietzsche5. Mendès fue colaborador del Gil Blas y le habrá gustado verse calificado, en el “écho” de su colega, como “poeta muy grande” y lanzador de una cortesana famosa. Como se sabe, Mendès se casó en 1866 con Judith, la hija de Théophile Gautier, matrimonio que provocó el entusiasmo de Darío. Paralelamente a ese matrimonio, cultivó una relación con la compositora Augusta Holmes, quien había heredado una gran fortuna de su padre. Tuvieron cinco hijos, y Mendès la abandonó después de haberla arruinado6. Es comprensible que en 1886 Mendès estuviera buscando nuevamente a “una hermosa rubia, sensual, femenina y de carácter fuerte”7 y que haya reparado en Marion. En La légende du Parnasse contemporain, Mendès cuenta que en su juventud, los futuros poetas parnasianos representaron, en el salón de Madame Ricard, la “obra grandiosa de Hugo”, Marion Delorme, con François Coppée en el papel de Didier y él mismo en el del marqués de Saverny8. El drama de Hugo tenía entonces un prestigio enorme. Veinte años después, el 30 de diciembre de 1885, Marion Delorme fue reestrenada en el Théâtre de la Porte-Saint-Martin, con Sarah Bernhardt en el papel principal, y ocupó, durante dos o tres meses, las páginas literarias de los periódicos de Francia. Si suponemos que Mendès descubrió a Marion en el Alcazar de Invierno, donde, bajo la dirección de Thérésa y Paulus, cantaba canciones y parodiaba diálogos escogidos de las óperas, comedias y vaudevilles más en boga, se le habrá ocurrido de la manera más natural bautizarla con el nombre victorhuguesco que estaba en la boca de todos.

Catulle enamorado. Catulle Mendès fue un familiar del mundo de la prostitución, donde se le conocía con el apodo “la Vieille Blonde“9. Pero Marion de Lorme no fue solamente una de sus innumerables amantes. A partir de 1887, su embelesamiento con ella está bien documentado. Publica cuentos donde ella le pide un regalo de cumpleaños algo obsceno, retrata la bella en el momento en que se quita el corsé o se desnuda completamente, inventa un acróstico para explicar su nombre y a la vez elogia sus hombros blancos como le nieve y sus senos deslumbrantes, describe los sufrimientos de un amante demasiado celoso que no soporta que otros también perciban la belleza de Marion. En la primera página del Gil Blas inserta poemas que describen los encantos de su amiga:

Pour la gorge de Marion
Plus blanche que la neige en Suisse
Et pour la splendeur de sa cuisse,
J’accorde mon psaltérion.

Sous le sol, comme un porion,
Je veux bien que l’on m’enfouisse
Pour la gorge de Marion
Plus blanche que la neige en Suisse.

Et si, d’un vol d’alérion,
(En supposant que je le puisse !)
Jusqu’aux étoiles je me hisse,
Je redescendrai d’Orion
Pour la gorge de Marion ! [10]

Esos textos demuestran que Mendès disfrutaba del amor de Marion mientras la “lanzaba”, y que estuvo encantado con los aspectos blancos y rubios de su persona, presa de un “rubismo” que no le permitía “recibir en su corazón sino á las blancas y rubias”, para parafrasear a un escritor satírico chileno11. Ese “rubismo”, muy de la época, se cultivaba en los periódicos mundanos, donde se insiste en “la inferioridad de la negra ante la mujer blanca en asuntos de libertinaje. … Hay que ser un sádico comprobado para encontrar algún atractivo en recurrir a una negra. … Jamás se comprenderá a Baudelaire quien, según se dice, supo amar a una muchacha de Malabar. … Hubiera sido preferible que hubiera quedado viudo… toda la vida”12. Sabemos que Darío, con su entusiasmo por palomas blancas y garzas morenas y con su errancia erótica cosmopolita reflejada en su poema “Divagación”, no compartía esa obsesión.

Mendès y Darío. Duelo de Mendès con Vanor. La obra de Mendès influyó fuertemente en Darío, sobre todo en su etapa chilena, pero con los años se distanció de él. El artículo que escribió por motivo de la muerte de Mendès merecería una interpretación completa. Retengamos solamente una frase en la cual el nicaragüense menciona los duelos de Mendès: “Un escritor y conferenciante, ya difunto, le agujereó el vientre en una de esas bizarras cyranadas”13. Se refiere al duelo entre Mendès y el autor dramático y poeta Georges Vanor, el 24 mayo de 1899. Después del estreno de Hamlet en el Théâtre Sarah-Bernhardt, con Sarah en el papel del príncipe, se dio una discusión: según Mendès, Hamlet era delgado, según Vanor, era gordo (“He’s fat, and scant of breath”). Mendès, estimando que la opinión de Vanor era ofensiva para Sarah Bernhardt, le dio una bofetada, y el día siguiente, cruzando los hierros en la isla de la Grande-Jatte, después de dix minutos recibió una herida penetrante en la parte inferior de la región epigástrica, un poco debajo del ombligo. Mendès tenía a la sazón 58 años, y Vanor 34 años.

Marion y el mundo literario. Volvamos a Marion de Lorme. Estamos en 1887, Mendès tiene 46 años. Para “lanzar” a una muchacha, había que instalarle su hôtel14 particular con muebles, servidumbre, coche, cochero y caballos para no tener que usar fiacres de alquiler … Se necesitaban millones – ¿los tenía Mendès? Es más probable que su “lanzamiento” se limitara al plan simbólico y al de la réclame. Logró bautizar a Marion con un victorhuguesco nombre, pero ni la preñó, ni la arruinó económicamente. Su relación con con ella fue relativamente efímera: en el mismo año de 1887, Mendès ya reanudó su relación con Holmes, que duró todavía tres años más, lo cual no impidió amores paralelos15. En cuanto a Marion, no podía quedar insensible a los homenajes poéticos de su protector. Sin llegar a formar un salón literario, comenzó a rodearse con poetas y escritores y a convertirse en “protectora de las letras”, que reunía en su círculo a “poetas de las escuelas más divergentes”, y se le permitió incluso, participar como observadora, el 4 de marzo de 1888, en un duelo entre dos poetas simbolistas, Jean Moréas y Charles Vignier.16

Publicidades de Marion. ¿Cómo la conoció Darío? El mismo año Marion de Lorme ya se menciona entre las mujeres galantes más altamente cotizadas de París. El “Diable boiteux” afirma que “en el espacio de unos pocos años, sus dientecitos bonitos comieron rápidamente, en los fondos de un príncipe exótico, la modesta suma de 800,000 francos”17. Parece que este príncipe fue ruso y que Marion lo engañaba con Mendès, quien en uno de sus cuentos se burla de “ese hombre realmente bufón”18. Se trataba posiblemente de Romuald Władyslaw Giedroyc (1842-1899), príncipe ruso de origen polaco, casado desde 1867 con la baronesa Barbara de Brewern, quien fue amigo del comediante Lucien Guitry (1860-1925) y de su esposa Renée de Pont-Jest (1858-1902) y ocupó, cuando llegaba a París, un suntuoso hotel particular n° 3 rue de Galilée. Fue escultor y frecuentaba el salón de la escultora Elisa Bloch (1848-1904), donde se reunían habitualmente Catulle Mendès, Henry Fouquier, Jean Rameau, Jean Lorrain, Oscar Méténier, Alfred Vallette, Jean de Bonnefon, Léonide Leblanc, y Rachilde19.

Sobre todo el diario Gil Blas y el periódico bisemanal Fin de Siècle publicaron, el primero desde 1887, el segundo a partir de su fundación en 1891, abundantes noticias sobre la vida mundana de Delorme. Se informaba a los lectores sobre sus paseos en el Bosque de Bolonia, el robo y la recuperación de sus joyas, el resfrío que atrapó en un baile de oficiales, sus vacaciones en las playas de Normandía o del Mediterráneo, sus visitas al casino de Montecarlo donde, adicta a los juegos de azar, ganaba y perdía sumas enormes. El 24 de junio de 1893, en el juicio sobre el famoso baile del Fin de Siècle, donde algunas muchachas habían desfilado semidesnudas, de Lorme fue citada, pero no como acusada, como reportaron equivocadamente varios periódicos, sino como testigo.

¿Se encontró Darío en el auditorio? Es posible, ya que había llegado a París el 15 de junio. ¿Cómo conoció a de Lorme? Ella ya no pertenecía a esas damas que se podían abordar fácilmente en el Sherry-Cobbler o en las brasseries de mujeres de la rue Monsieur-le-Prince. ¿Hubo algún intermediario? Austin de Croze, amigo de Darío, pudo haber jugado ese papel. El futuro ocultista, hotelero, bretañista, escritor polifacético, coautor de un libro sobre la evolución del amor y posteriormente autor de un bestseller sobre la cocina francesa, fue presentado a Darío por Gómez Carrillo. En ese tiempo, de Croze, todavía joven, trabajó como reportero y publicó una entrevista bastante íntima con de Lorme, en la cual ella le confesaba que había probado en varias ocasiones el amor entre mujeres, pero que prefería a los hombres20. ¿Fue de Croze quien la puso en contacto con Darío? Otra pregunta difícil: ¿Cuánto tiempo duró la relación de Darío con de Lorme? ¿Tuvieron un solo encuentro, o varios? Por ahora es imposible saberlo. Una colega de Marion, gran cosmopolita, anotaba en un carnet las características nacionales de sus diversos clientes, y apuntó sobre el “americano”: “El Americano llega en carrera, no se quita ni siquiera el sombrero, no abraza y no habla”21. Es de suponer que eso se refiere a los clientes norteamericanos.

El lujo de Marion. Théodore Hannon. Para esas fechas Marion de Lorme tenía 24 años y ya pertenecía a la elite de las cortesanas, cuyos ingresos alcanzaban 100.000 francos por año. Había acumulado una gran cantidad de riquezas que Darío admiraba en su hôtel en el n° 83 de la avenida Victor Hugo: muebles de lujo, obras de arte, libros, cuadros, estatuas de grandes artistas… Además de los hôtels particulares que ocupaba, sucesivamente, en las avenidas de Eylau, Victor Hugo, Wagram y en la rue Fortuny, poseía una casa de campo en Maisons-Laffitte y otra en Saint-Germain-en-Laye. Ofrecía fiestas que duraron hasta las cuatro de la madrugada y durante las cuales se recitaron textos especiales como la Oda a Priapo de Alexis Piron y los Treize sonnets du doigt dedans de Théodore Hannon22. Uno de los trece, el “Soneto bíblico”, reza:

Très Rousse, aux longs yeux verts damnablement fendus
Je la suivis chez elle, et bientôt, sans chemise,
Sur son lit de bataille elle se trouva mise,
Offrant à mes ardeurs tous les fruits défendus.

Le chignon inondait de sa fauve avalanche
Le torse aux grands prurits de cette Putiphar
Le nombril incrustait sa fleur de nénuphar
Aux lobes de son ventre un gâteau de chair blanche

Ses tétins étaient d’ambre effilés de carmin

Ils tenaient tout entiers dans le creux de ma main.
Elle entr’ouvrit le centre unique où tout converge.

Son poil roux brasillait de flammes me dardant…
– Moïse, c’est à vous, dans ce buisson ardent,
Que je songeais, frappant le doux roc de ma verge.23

¿Fue por medio de Marion de Lorme que Darío conoció la obra del poeta erótico belga a quien dedicara un capítulo de Los Raros? Ella tenía predilección para los extranjeros de alto nivel, ya sea por su innato cosmopolitismo, ya sea porque los extranjeros son ingenuos y no conocen el precio de las cosas. Ofrecía cenas en los mejores restaurantes, donde recibía boyardos rusos y “las más brillantes gardenias de la colonia hispanoamericana”24. Motivaba a sus clientes para que invirtiesen sus fondos en la compañía del canal de Panamá, la cual, antes de caer en bancarrota, remuneraba sus servicios con buenos cheques. Vendía sus retratos a una compañía española de fósforos que los reproducía para adornar sus cajitas. “La mujer galante es ávida de ganancias, aprovecha todo, no desprecia ninguna ganancia; ¡maldito! tiene tantos gastos”25. Marion de Lorme impuso contratos duros a sus pretendientes: el señor de C., rico negociante de Amberes, tuvo que amoblar para ella un hotelito en el parque de Monceau y pagarle 250 louis (5000 francos) mensuales; ella se comprometió a recibirlo dos veces por semana y a cenar con el los domingos. Un experto como el “Diable boiteux”, sin embargo, afirma que Marion, con la reputación que tenía, pudo haber logrado un contrato todavía más favorable. Supo imponer su voluntad: a un “señor X” lo castigó con el látigo de caballos en plena avenida de Acacias del Bosque de Bolonia; a su colega Jane de Lancy, a quien sospechaba de haberle enviado cartas anónimas, la abofeteó en el Palais de Glace, donde ambas habían llegado a practicar el patinaje; en Aix-en-Provence, cuando un amigo quiso hacerle una escena de celos, lo abofeteó públicamente en el restaurante del Splendid Hotel. Cuando surgían diferencias de opinión, la presencia, en su hôtel, de dos magníficos mastiffs británicos daba más fuerza a sus argumentos. De los hombres enamorados que no aceptó, dos se suicidaron y otros amenazaron con hacerlo. Es una pena que no se ha hecho, como con la Marion del siglo XVII, la doble lista de sus amantes: de los que amaba y de los “pagadores”26.

Su ambición literaria. El hombre del mundo. La ambición de Marion de Lorme fue alcanzar la fama de las figuras más altas de su campo: Liane de Pougy, su rival principal, que tenía su misma edad y publicó novelas escandalosas; la Bella Otero, gran bailarina; y Émilienne d’Alençon, amante del rey de Bélgica. Pero Marion, a pesar de sus dones como pianista, no alcanzó nunca la fama de sus colegas. Como decíamos, en su juventud cantó y actuó en una revista en el Alcázar de Invierno. A partir de 1893 ambicionaba volver a las tablas y tomó cursos particulares, pero aparentemente sin mayor éxito. Para su correspondencia utilizaba un lujoso papel de cartas con el lema “Me abro de noche”. Otros de sus lemas fueron: “Quien se trata con ella se pega a ella” y “La felicidad que no se puede tocar con la mano es solo un sueño”27. Ninguno de ellos parece indicar un espíritu muy caustico o picante. Según los rumores28 Marion compuso una ópera: La mine aux mineurs, título a doble sentido, ya que “mineurs” son los mineros pero también son los menores de edad; “mine” es la mina, pero también la cara o el semblante. Marion inspiró una obra de carácter autobiográfico, L’homme du monde, comedia en un acto y tres cuadros. Ella representó el papel principal, acompañada por su pareja Eugène ***. El autor de la pieza prefirió guardar el anonimato. Según el resumen publicado en Le Fin de Siècle (7 de junio y 5 de julio de 1896), el primer cuadro se desarrolla la noche del 3 de noviembre de 1891, en su apartamento de la avenida Victor-Hugo, y presenta a un joven que amenaza con suicidarse porque su familia lo ha dejado sin fondos. Marion lo consuela, lo salva, y para levantarle el ánimo se lo lleva a un viaje de seis meses a Oriente, financiado por ella. Al regreso, el joven abandona definitivamente a su amiga; esta intenta vanamente un proceso contra la familia para recuperar su dinero.  La prueba general se realizó en el hôtel particular de Marion, pero la obra nunca llegó a estrenarse, y tal vez no era esa su intención. Se trataba de una pieza “en clave” en la cual se comprometía gravemente el hijo y heredero de una “buena familia”. Seguramente, para evitar que el drama llegara a los teatros, la familia se ejecutó y pagó una fuerte suma, y no se habló más del asunto. En aquella época, una buena parte de la prensa francesa practicaba ese tipo de chantajes: Camille Aymard, el joven abogado que defendió a Darío en 1903, llegó a ser maestro en ello.

Volviendo a las ambiciones literarias de Marion, no se conoce ni la ópera, ni la pieza dramática mencionada en la prensa, y no se ha conservado ningún diario íntimo de ella y (a pesar del papel lujoso que mencionamos) ninguna carta.

Se retira de la vida mundana. En su entrevista con Saussay, Marion dice: “Con mi alma sensible debí haber sido poeta.” Vimos que no logró realizarse como escritora, ya que sus talentos no correspondían a sus inclinaciones; era bella, amorosa, y además, como hemos visto, negociante hábil y enérgica. En la misma entrevista prosigue: “Me alegra más escuchar unos bellos versos que el entrechocar de las piezas de oro.” Darío llegó a París con mucho dinero y podía facilitarle ambas cosas, pero en sus recuerdos, veinte años después, resalta más los aspectos poéticos de su persona. Seguramente el relato de su infancia infeliz y de los sufrimientos que acompañaron su iniciación a la vida mundana, conmovieron al poeta y lo motivaron para identificarse con ella29. Su mismo aspecto se presta a las ilusiones. En las numerosas fotografías que se han conservado en la Biblioteca Nacional de Francia se refleja que ella “no era una criatura ordinaria. Por cierto había sido cortesana; pero era dotada de una distinción tan aristocrática, con su cara tranquila y pensativa, su cabello alisado, sus ojos bellos y tranquilos, y su cuerpo gracioso y esbelto que, incluso bajo los vestidos más suntuosos, se parecía perfectamente a una mujer honesta”30.

17 enero, 2023.


Notas

[1] RD, La vida de Rubén Darío escrita por él mismo, Barcelona, Maucci, 1915, p. 156.

[2] Véase sobre todo Günther Schmigalle, “’Con mi alma sensible debí haber sido poeta’. Marion Delorme, actriz, cantante, cortesana, amante de Rubén Darío”, Anales de Literatura Hispanoamericana 46 (2017), pp. 61-76, http://revistas.ucm.es/index.php/ALHI/article/view/58267/52418.

[3]  Le Fin de Siècle, 11 febrero 1893.

[4]  Gil Blas, 14 octubre 1888.

[5]  “La Semaine dramatique”, Le Journal des Débats, 31 diciembre 1888; Friedrich Nietzsche, Sämtliche Briefe, München/Berlin: Deutscher Taschenbuch Verlag, 1986, vol. 8, p. 570-571.

[6]  Auguste de Villiers de l’Isle-Adam, Œuvres complètes, Paris, Gallimard, Bibl. de la Pléiade, vol. 2, 1986, pp. 1349-1351.

[7]  Alberto Paredes, “Rubén Darío: François Coppée y Augusta Holmès: Loci Classici. Crónica de dos referencias”, Anales de Literatura Hispanoamericana, 2014, p. 170.

[8]  Catulle Mendès, La légende du Parnasse contemporain, Bruselas, 2a ed., 1884, p. 229.

[9] Charles Virmaître, Paris impur, París, C. Dalou, 1889, p. 184.

[10] “Rondel cynique et tendre”, Gil Blas, 22 mayo 1888.

[11] Alberto del Solar, Rastaquouère. Ilusiones y desengaños sud-americanos en Paris, Buenos Aires, Lajouane, 1890, pp. 69-70.

[12] Diable rose, “Échos”, Fin de Siècle, 23 julio 1903.

[13] RD, “Catulle Mendès”, La Nación, 31 marzo 1909; RD, Letras, París, Garnier,  1911, p. 171.

[14]Hôtel llaman los franceses á una mansión particular, ó casa de habitación de cierta importancia, ocupada, generalmente, por su propietario” (Solar, op. cit., p. 127).

[15] Villiers, op. cit., p. 1354.

[16] Le Diable Boiteux, “Nouvelles et Echos”, Gil Blas, 20 marzo 1888.

[17] Le Diable boiteux, “Nouvelles & Échos”, Gil Blas, 14 octubre 1888.

[18] Catulle Mendès, “Les trois songes”, Gil Blas, 17 enero 1888.

[19] Gilles Picq, Reflets d’une maupassante. Biographie de Gisèle d’Estoc, sculptrice, écrivain et militante féministe française du 19ème siècle.Paris, Éditions des Commérages, 2015, pp. 120-121. https://de.scribd.com/doc/269843423/Reflets-d-une-Maupassante, página consultada el 17. 01. 2023.

[20] Gil Blas, 19 julio 1893; Charles Bauchery y Austin de Croze, L’évolution de l’amour (galante enquête), París, Flammarion, 1894, pp. 247-251.

[21] Virmaître, op. cit., pp. 41-42.

[22] Gil Blas, 13 mayo 1894.

[23] Théodore Hannon, Les Treize Sonnets du doigt dedans. — Domremy-la-Pucelle (Vosges): Au couvent des Puces-Travailleuses [Bruselas: Kistemaeckers, 1882], p. 15.

[24] Gil Blas, 23 diciembre 1887.

[25] Virmaître, op. cit., p. 62.

[26] Gil Blas, 5 marzo 1888; Gil Blas, 17 diciembre 1899; Fin de Siècle, 7 junio 1906. Gil Blas, 7 febrero 1888; Pierre Leguay, artículo “Delorme (Marie)“, en Dictionnaire de Biographie Française, París, Letouzey et Ané, 1965, t. 10, p. 887.

[27] “Qui s’y frotte s’y colle“ (Gil Blas, 14 octubre 1888). “Tout bonheur que la main n’atteint pas n’est qu’un rêve“ (Gil Blas, 12 agosto 1889).

[28]  L’Écho de Paris, 20 abril 1890.

[29]  Saussay, op. cit.

[30] Théodore de Banville, “Paysagiste”, Gil Blas, 15 enero 1886, p. 1.

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Filólogo alemán, doctor en filología moderna por la Universidad de Frankfurt am Main (1980). Autor de estudios sobre André Malraux, Ernest Hemingway, W. B. Yeats, la literatura de la guerra civil española y la literatura nicaragüense. Publicó ediciones críticas de varias obras de Rubén Darío y artículos sobre la vida de Darío en París y su relación con la literatura francesa. Fue profesor de la Escuela de Bibliotecología y de la Escuela de Arte y Letras, UCA, Managua, en los años 1988-1994.