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Memorias de un mujeriego. Leonard Cohen

1 abril, 2011

Veinte años tomó a Leonard Cohen la revisión de estos poemas.  Debo confesar que a mí me tomó varios días terminar de leerlo. Lo abrí y cerré varias veces. No lo entendía y tuve un mal presentimiento. La poesía no se entiende, se siente- escuché a la voz. Pero insistí. Llegué a la conclusión que la estructura del libro me desanimaba. “Memorias de un mujeriego” es un cuaderno de notas en el que el Leonard Cohen pule y re trabaja sus poemas y composiciones. Sorprende un poco el tono en algunas revisiones, por ejemplo, cuando llegamos al poema “Te he tomado”, el pequeño juez dice: (…) El poema empieza a descomponerse tras la tercera línea, tal vez tras la segunda” y después de explicarnos por qué se malogra, presenta la estrofa que en realidad debió haber sido y no fue.

Interesante ejercicio autocrítico para un poeta, ¿no? y hay valor en el acto de despojarse de las propias palabras. Sin embargo, el precio a pagar es alto para la poesía, herida de muerte.

Sí, claro, ya sabemos que el poeta es un costurero de las palabras que van vistiendo el poema hasta dar con la medida exacta y para ello corta, pega, mide y suelta, pero ¿era realmente necesario ver los bordes zurcidos del poema? Yo, lectora, busco los hilos ocultos, la magia, la promesa magnífica de la poesía: la certeza de que solo hay un poema y no varios. La certeza de que eso que dice, solo se puede decir así.

Pero Cohen no tiene reparos en mostrar su cuaderno de notas y nos da información del poema y de las encrucijadas, pasiones, nostalgias y conflictos personales. La dualidad como condición permea toda la obra. El amor, la religión y lo sagrado de la vida traen consigo el vacío, la anti religión y lo vulgar. Él es a veces uno y a veces otro, y su orgullo viene de saber que “no me peleé con mis voces”.

Me gusta su sinceridad pero esperaba más imagen poética. En realidad, debo advertir que los poemas de este libro se sueltan en prosa y algunos pueden ser difíciles de comprender y más importante aún, de sentir. Desentrañarlos sería tarea para los Cohen-expertos, pues más allá de las referencias culturales, el universo del autor puede llegar a estar compuesto de notas cerradas.

En su voz hay sarcasmo, ironía, provocación y una fascinación evidente por las nalgas femeninas. Es un libro para un cierto estado mental y no sé si es la mejor opción para acercarse y conocer la poesía de Cohen.

“Memorias de un mujeriego” es la deconstrucción de sí mismo, y nosotros somos los curiosos invitados para presenciarlo.

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