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Pláticas con Ernesto Cardenal, el poeta místico de América Latina. «Renunciar a todo, para encontrar Todo»

1 junio, 2012

Más allá de la influencia de Ezra Pound y la poesía norteamericana en la técnica y el desarrollo de la obra de Cardenal, está la lectura de los místicos que tanto ha calado en la obra del poeta nicaragüense hasta convertirlo en pionero de la literatura mística moderna de América Latina.

Coincidiendo afortunadamente con el galardón a Cardenal del Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía 2012, la catedrática puertorriqueña Luce López Baralt publica en Trotta su ensayo El cántico místico de Ernesto Cardenal, donde aborda esta vertiente decisiva para el estudio y la lectura de la obra del poeta de boina negra sobre pelo blanco, ojos claros y cotona campesina.

Su obra se ha movido siempre en un círculo de maduración temática y poética que empieza en el amor, prosigue con el misticismo, el compromiso político y social y nuevamente el amor. De amor a amor, de sus primeros versos de juventud y sus primeras muchachas, al último amor místico y sensual, que le vincula al Dios por el que optó han pasado algunos años, y muchos versos, escritos a máquina en tiras de papel que luego, el poeta ha ido ensamblando.

Una entrevista con Cardenal nunca puede ser larga, y su parquedad obedece a un silencio de escucha, algo que lo remonta a los contemplativos. Eso obliga a una plática directa sobre un aspecto concreto. En esta entrevista realizada por Sancho Más en diciembre, en el despacho del poeta, en el centro nicaragüense de escritores, Cardenal habla sobre su lectura de un poeta que lo marcó decisivamente por la mística y el erotismo: San Juan de la Cruz.  


SM: La relectura de la brevísima obra de San Juan de la Cruz que se inició en el siglo XX ha influido a poetas como Eliot, García Lorca, Valente, José Hierro, Juan Gelman o prosistas como Borges o Goytisolo, por ejemplo, además de escultores, pintores, músicos y cineastas.  En el caso de Eliot, hay poemas donde inserta textos al pie de la letra de San Juan de la Cruz, como los de Subida al Monte Carmelo en Four Quartets.

EC: Sí; él (T.S. Eliot) toma eso de “para llegar a donde eres has de ir por donde no eres”. Sí.

SM: Pero en su caso, creo que usted juega con ventaja. (El poeta alza la cabeza y abre los ojos). Si Luce López-Baralt dice que usted inaugura la poesía mística moderna en América Latina, es porque usted absorbe las dos vertientes de San Juan de la Cruz, por su condición de poeta y de religioso. Eso sobrepasa cualquier otra influencia en cualquier otro poeta. Quizá eso no es que sea mejor ni peor…

EC: No (contesta con rotundidad). No es mejor ni peor.

SM: Pero creo que sí facilita un acercamiento más hondo a San Juan de la Cruz, que no sólo se detiene en la lectura meramente literaria. Por eso quiero preguntarle si usted recuerda la primera vez que leyó o al menos le impresionó la lectura de San Juan de la Cruz.

EC: Poéticamente, la primera vez que me impresionó fue la primera vez que lo leí, en la adolescencia. Después lo he estado leyendo muchas veces. Pero, tras una conversión a Dios, tuve la experiencia de San Juan de la Cruz: renunciar a todo para encontrar todo. Para encontrar a Dios. Y entonces lo leí ya bajo otra luz.

SM: ¿Eso fue cuando estuvo con Thomas Merton en Estados Unidos?

EC: No. Eso fue aquí en Managua, cuando tuve mi conversión, y lo leí, ya de otra manera.

SM: En alguna ocasión usted  dijo que no entendía a Teresa de Jesús pero sí a Juan de la Cruz. ¿Puede explicar un poco más eso?

EC: Quiero decir que no entendía lo que Santa Teresa decía de la mística en su prosa, no en su poesía. Me refiero a lo que explicaba sobre las etapas de la oración, sobre el significado de cada una de las moradas. Pero en la prosa de San Juan de la Cruz, cuando se dice que para poseer a Dios, hay que renunciar a todo… Eso está claro, no es hermético. Sin embargo, muy difícil. No me atreví a hacerlo hasta que ocurrió la experiencia.

SM: Usted ha dicho que comprendió a San Juan de la Cruz, más por la doctrina que por la poesía.

EC: Sí. Quiero decir que la doctrina de San Juan de la Cruz, en comparación con la de Santa Teresa, es mucho más sencilla. No así su poesía. La poesía de San Juan de la Cruz es muy enredada, y aún no la entiendo bien (dice arrugando la frente y haciéndome sonreír).

SM: Quizá sea por la influencia árabe. ¿Usted cree en esa influencia?

EC: Según lo que ha investigado Luce López-Baralt, así parece.

SM: ¿Ha leído usted poesía mística sufí?

EC: Sí.

SM: ¿Cree que le ha influido?

EC: No (contesta categóricamente), porque no he tenido mucho tiempo para profundizar en los sufíes.

SM: De toda la obra breve de San Juan de la Cruz, ¿tiene algún texto, tanto en verso como en prosa que se le clavara más en el alma?

EC: (Arruga los labios como quien va a contestar una evidencia). El Cántico (Espiritual)…, y la Noche Oscura, también.

SM: Usted entendió mejor a San Juan de la Cruz que a Santa Teresa. Y hay algo que lo une a él. Me refiero al interés por el erotismo como expresión poética. Muchos investigadores coinciden que San Juan escribía para mujeres, en pequeños trozos de papel, que entonces se llamaban billetitos. Algunas de esas mujeres, él las confesaba…

EC: Eran amigas, sí.

SM: Y hay un juego ahí en el límite de lo sensual y lo religioso. Algo parecido veo en textos suyos, como cuando dice: “Yo espero encontrar en Dios los rasgos de todos los rostros bellos que yo he amado en mi vida”. Es una concepción muy sanjuanista de Dios y la belleza de Dios en todo. Entonces, si lo que se desprende de la obra de San Juan es que Dios ofrece la sensualidad, el goce, la caricia, el sexo. ¿Por qué entonces la renuncia al contacto físico y la opción sólo de cantarlo? ¿Por qué renunciar?

EC: Por la tradición mística que yo tenía, que era la de San Juan de la Cruz, y la católica, diferente a la de los árabes, se explica toda esa renuncia.

SM: Y con el paso del tiempo, ¿ha revisado si se trató de un error?

EC: Un error… puede. Pero yo fui criado con esta tradición.

SM: Y no pudo escapar…

EC: Así es.

SM: ¿Escribir le sirve de consuelo a esa renuncia, como parece entenderse en la reciente Telescopio de la noche oscura?

EC: El consuelo es a través de la oración y la unión con Dios. Yo no estoy frustrado sino satisfecho por toda esa renuncia que me ha tocado, aunque haya sido a veces dolorosa.

SM: (Me quedo pensando en esa frase de la renuncia que le ha tocado, pero no avanzo en ello. Quizá debería haberlo hecho) …Telescopio de la noche oscura, ese libro en que rescribe su lectura de San Juan de la Cruz, ¿se debe a una experiencia mística o a un recuerdo de otras experiencias?

EC: No sé… Se me ocurrió primero un poema, y después otro, y después otro. Cuando me di cuanta tenía una serie de poemas sobre el mismo tema. Ya no tuve más inspiración.

SM: Durante ese proceso, ¿leyó de nuevo a San Juan de la Cruz?

EC: Es que los escribí durante cinco o seis meses. Es posible que lo leyera, pero no para escribir esos poemas.

SM: ¿Conoce la historia de la composición de Cántico Espiritual y quizá de Noche Oscura?

EC: He leído que los hizo estando en prisión.

SM: Sí. Según dicen los testimonios, al escapar de la cárcel lo primero que pidió fue que una religiosa copiara esos versos que habían surgido en la prisión. Eso da a entender que la escritura de aquellos poemas que describen la unión con Dios mediante la sensualidad del amor humano, al estilo del Cantar de los cantares, obedecen a un proceso de liberación interior al estar preso exteriormente. La pregunta ahora es obvia. En 2003, cuando usted escribe Telescopio, no sé si ya habían empezado a hostigarle en el entorno judicial y político…

EC: No recuerdo bien las fechas, pero la escritura de ese libro no obedece a eso, sino que fue surgiendo, primero una estrofa, luego otra, así.

SM: En su obra, como en la de San Juan, hay un deseo que la mueve hacia el mismo punto, la de la unión mística con Dios, y un anhelo impaciente a veces, como en Llama de amor viva: “rompe la tela de este dulce encuentro”. ¿Siente usted que ya está más cerca de esa unión? Y no se lo pregunto sólo por su edad (ochenta y siete años).

EC: No me siento más cerca. Mantengo la misma experiencia que tuve. Lo siento igual. No ha habido progreso en mí, sino que queda siempre.

SM: Por último, una pregunta de lector chismoso. ¿Usted suele escribir más de día o de noche?

EC: Pues cuando se me ocurre. Por ejemplo, el Telescopio me iba surgiendo en estrofas de manera espontánea y las iba anotando en una libreta o en trozos de papel. Luego le fui dando orden. Pero no tengo un tiempo sólo para escribir.

SM: Gracias, poeta.

EC: Por nada. Si tenés más preguntas, después me podés escribir y te las contesto.

SM: Gracias, poeta.

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Nacido en Andalucía, tiene la doble nacionalidad hispano-nicaragüense, países en los que ha trabajado en el mundo de la docencia, la cultura, el periodismo y la cooperación. Licenciado en Filología, y master en Periodismo y Derecho Internacional. Es consultor de comunicación y cooperación. Escritor, docente y colaborador en varios medios en España (como El País) y Latinoamérica (Gatopardo, La prensa, Confidencial, Etiqueta Negra, etc.) sobre temas literarios y de actualidad internacional, crisis, cooperación y desarrollo. Ha publicado, entre otros libros de antologías y colaboraciones, ensayos y relatos (Las cien Novelas para siempre del siglo XX y Si estuvieras aquí, de la editorial Icaria). Fundó con Sergio Ramírez la revista cultural Carátula www.caratula.net , de la que fue editor. Ha sido profesor de Comunicación y Humanidades, traductor y responsable de información de Médicos sin Fronteras. Ha conocido de primera mano numerosos conflictos y crisis humanitarias. Fue coordinador de la Campaña de Acceso a Medicamentos en América Latina. También ha coordinado proyectos que unen el mundo humanitario y el desarrollo con la Literatura como la serie Testigos del olvido de El País Semanal.