Poemas Inéditos
1 diciembre, 2008
Del libro “Exiliados del arca”, en proceso de publicación.
ANUNCIO
Mi nombre es Noe
puro y antiguo
Obedezco los latidos de mi sangre
estoy a punto de cerrar la puerta
El pico acezante del ave
me anuncia un imperio de tormentas
Si se aleja tu pie, si dudas un instante
no habrá sitio para ti en el Arca,
solo noches de lluvia incontenible
solo motivos
para que tú y yo quedemos tristes
EXTRANJERO
En el puente de bambú
casi de aire
un caballo de ojos tristes
mira su sombra en la corriente
ha querido pasar, se ha detenido
en el umbral como pensando
un ajeno país al otro lado
TORCAZA
Esa rama sin proponerse nada
ya tiene una forma y un color en el aire
un pequeño espacio destinado al silencio
allí cabe la mañana
en su pequeño barco marrón con plumas
BARRIO
Aparte del color gastado del zócalo
y de la música bohemia
que resbala por las tejas,
el barrio es una calle sin salida
con un poco de viento que deletrea
en la partitura de las cuerdas,
donde un zapato viejo, una cometa rota
al tiempo se rinden, sin premura,
mientras los perros, en agónico abrazo
miran hacia lados contrarios
LA PAZ SEA CONTIGO
Sábado
día triste del Señor,
las palomas bajo la ventisca
de este oscuro invierno,
agazapan sus cabezas
en la caja débil de sus cuerpos
desprevenidas en su currucucú
que rompe el alma,
ellas no saben de la honda que acecha
o del veneno que les llueve a manos llenas
porque son grises y puras
entre la indiferencia de los peatones
Animales de torre
inútil armisticio de la guerra
TIEMPO DE SEGAR
En Senegal
país de cabras
y mujeres invisibles
ovillando la luna,
cuando el poeta muere
lo sepultan
en el tronco viejo
de un árbol
Al verano
escasea el agua y la comida
Entonces
pájaros migratorios
vienen a picotear
la madera que canta
CORDERO DE HOMBRE
La luz oblicua en los ojos de los caballos
dignifica sus miembros, les otorga
una energía de más, encabritados
frente a las macetas de geranios
Porque ya viene el cordero blanco
con una soga al cuello, como un reo
que nos mira con la pureza de los inocentes
y sólo nos queda bajar los ojos cobardes
hacia el diente de león, adormecido
La misma soga ahora lo iza de una pata
y lo va levantando, ¿ qué de su corazón
con sus aspas oscuras, al vacío ?
Nos vuelve a mirar, los ojos al revés
como dos pequeñas brasas que se escapan
y nos hiere su gesto, que frente al piafar de los caballos,
parece un armisticio en la mañana de metales
El oprobioso olor a hierbabuena
esa frescura fúnebre en su cuerpo de lana
Pero no hay un ángel que detenga el cuchillo
Llega la hoja, directo a la garganta,
sin prisa, como si la mano fuera
un apéndice más en la leyenda.
Y el animal se empieza a ir por sangre abajo
primero un borbotón, después un cauce lento
que llena la tinaja de carbunclos,
y en esa fuga hacia la nada
sus ojos se oscurecen como un rayo
UNA OSCURA PRADERA
Los caballos salen de la noche
al principio parecen un solo animal
encendiendo la oscuridad de ojos.
Después la luna les acomoda el color
y un poco de tristeza entre los belfos
Cae la luz en las arenas
sobre el relincho de las criaturas que ahora vuelan
perseguidas por el eco tardío de sus cascos
No tiene su tiempo felicidad de nada
sólo ijares que muerden
espuelas atizando los costados
mientras pasan por sus ojos humildes
los caminos, la piedra que se incendia
y las praderas abandonadas por la luna
De “NOMBRAR EL DIA”
(INEDITO)
DE LEOPOLD BLOOM A ULISES LAERTIADA
Estos tiempos, amigo navegante, no están hechos para la gloria,
los dioses no toman partido por los hombres
y las pocas vírgenes de nuestro santoral
están más preocupadas en las virtudes de la abstinencia
que en favorecer a los héroes novelescos
Las calles de Dublín exhalan un rancio vapor de religiones,
aquí se van a las manos, a los cuchillos católicos y protestantes,
y mueren piadosamente, en nombre del mismo Dios
que tanto aman y defienden.
Entre tanto yo, leo los inútiles chismes de provincia
sentado en el sanitario glacial de porcelana,
pienso qué cara poner en el entierro
qué vestido lucir y qué palabras expresar a los deudos,
doy vuelta al riñoncito que cargo en mi bolsillo
acaso como un tic, acaso como una leve
y silenciosa rebeldía por los cuernos
que me aplica Mollie Bloom con religiosa constancia,
casi con cariño.
Mi vida es simple como un gancho de ropa,
mi única batalla es soportarme todo el día,
mirar en el espejo este rostro sin mayor atributo,
afeitarme, ponerme el traje, como quien viste
el esqueleto de un espantapájaros
Mi trabajo es pensar cómo poner la mente en cero,
no tengo, como tú, una isla lejana, ni un perro fiel,
ni una princesa ambigua tejiendo y destejiendo
el tiempo sin oficio
por eso, aunque no lo creas,
mi lucha cotidiana es tan heroica como la tuya:
mi destino consiste en no tener destino,
sólo en pasar por el ojo del día
como un camello ciego hacia la nada.
TEMA PARA UN TANGO
Volver a casa con la intermitencia
de un semáforo naranja
el corazón en ligero vaivén de péndulo
en esa extraña incertidumbre de no saber
si ha florecido el tulipán
si los peces duermen verticales
bajo su luna de chatarra
si alguna ventana ha quedado abierta
en la noche de hojas y rumores
y ante todo, mujer de los silencios,
si aún me esperas
después de mis inútiles romerías
FRENTE AL LETEO
Que el tiempo prosiga, que cante
en lo alto de la torre
refugio de pájaros y alucinaciones
que se haga espuma en la copa de vino
de los que se despiden
hasta mañana o hasta siempre,
que pase por mis solapas
como la mirada de un viajero desconocido,
que se agazape bajo los paraguas
de la lluvia menuda
y ría con los payasos y calle en la flor amarilla
de los que empujan su cadáver,
que el tiempo, ineludible como mi sombra,
venga una vez por el agua del sueño
y me retorne la nave de papel
que alguna tarde abandoné en la orilla
DE “VUELTA DE CAMPANA”
POEMA DE AUSENCIAS EN PRAGA
Para Julio César Goyes
En esta ciudad de lento amanecer
he visto al hombre que apaga los faroles
y regresa silbando a su casa entre las frondas
el mundo desaparece
en las bocas de los amantes
que pastan junto al Moldava
cuán distinto el reloj de la noche
que apresura su carga en mi costado
la voz dice Gregorio
un nombre para mí desconocido
a mi espalda, los pasos sigilosos de Milena
su voz, como una música
al otro lado del laberinto
hoy no iré a trabajar
me quedaré en el lecho repasando su carta
hasta que llegue la noche
y sólo se escuche por las calles de Praga
el lento cascabel de una carroza
tirada por caballos blancos
quizás más tarde, el pitazo del tren
calado hasta la médula
¿para qué levantarme?
la fábula del cuerpo se habrá transfigurado
no habrá manos, ni ojos, ni perfume
sólo mi cerebro, caracol libre y poderoso
escuchando las vibraciones de la ciudad
y las voces humanas perdidas para siempre.
ESPEJISMO
Dulcinea, perdóname por golpear al escudero
el pobre hombre no velaba mis sueños
ni mis armas de luna
maltrataba el azor
y te llamaba Aldonza
como a cualquier villana
ahora comprendo,
apenas era la ilusión de un molino
LAS TRAMPAS DE LA FLOR
Para Gabriel Alberto Ferrer
Una mujer abre la ventana
de una pequeña torre
que mira a la llanura
sacude la mano,
breve y lejana como un pájaro
-en el pequeño instante
los girasoles bendicen a Van Gogh-
no atino a comprender
si me saluda
si seca sus oficios en el viento
o sueña que va en un barco
y se despide de alguien
con un pañuelo invisible
EL OTRO TREN
Para Héctor Abelardo Ordóñez
Primer inventor de trenes
Mitad del siglo,
arden las calles de alegría
y los jóvenes saludan la eternidad
desde el palco de los automóviles
se ha quedado sola la vieja estación
a donde llegaban los buhoneros,
las mujeres de popelina, sin una lámpara en el corazón
y bríos atolondrados en las ancas
el tren de entonces era un viejo animal
hecho de acero y rinoceronte,
con sus bielas relucientes de platino
y su chorro de humo en las nubes del atardecer.
¡ qué hermoso! verlo surgir de pueblos sin nombre,
atravesar con su danza vertiginosa
puentes inventados por la luna
hasta meterse al fin al corazón de las casa
donde las familias celebraban la cena de los olvidados
el otro tren, en las pausas del tiempo,
sólo espera, de espaldas a la ciudad,
la curvatura de la noche con su cuerda de murciélagos
Cali, Colombia, 1951.
Ha publicado los libros de poemas: Ciudad Menguante, Vuelta de Campana, Brújula Insomne, Farallones; en proceso de publicación Exiliados del Arca. La Universidad del Valle, Colombia, publicó una antología personal: El puente de la luna. Ganador del premio Jorge Isaacs a la crítica literaria con su libro La fábula poética en Giovanni Quessep. Bajo su dirección la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, publicó Desde el umbral, poesía colombiana en transición, una selección de la actual poesía nacional; en breve sale a la luz Desde el umbral II. Fundador y Coordinador Editorial de las revistas literarias: Rosa Blindada, Calipoema, Cántiga, Ocarina. En la actualidad dirige la revista Institucional Pensamiento y Acción de la UPTC ( Tunja), Institución en la que labora como profesor en el área de literatura.