Poemas seleccionados: Noema
5 agosto, 2022
La partida
Como el nervio que se adelgaza
hasta ser solo una fibra,
un tallo único,
una contracción infinita,
he decidido extraviarme.
Al frente
se descuelga mi cuerpo
como una fruta transparente
que cae sin remedio entre mis manos.
Pero no cae,
sino que se escurre,
indescifrable en su propia biósfera
como un inmenso piélago de grava
y sin memoria.
Bajo este desafío que resplandece,
mis extremidades sostienen aún
el tiempo
y su equilibrio,
pero aquí no existen los caminos,
y no puedo alimentarme de las rosas.
Poco a poco voy olvidando el nombre
de todas las sustancias,
voy perdiendo así el volumen,
el sentido del olfato.
Aquí solo el viento sabe de la piel
que abriga al fuego,
y del fuego desmigado en su aorta.
Por eso, cuando se enciende el murmullo
de los insectos,
me incorporo y conjuro a los astros
por vez primera
para que soplen hojas de menta en el día
y ascuas encendidas
por las noches.
Caravanas
Las caravanas de sal llegaron una tarde
desafiando vapores,
trajeron consigo un laúd
cuyas cuerdas temblaban con el viento
y una mujer de sombra que danzaba
todas las noches
al ritmo de la hoguera.
Los camellos jóvenes contenían su sed
en el claror detenido,
lamían la sangre fresca de las lagartijas,
sobrevivían con la esperanza
de los espejismos.
Cierto día, levantando polvo crecido
en la superficie,
hallaron una extraña criatura
abrazada a un tronco.
Con la boca apretada,
muerta y con un gesto de horror,
guardaba entre los dientes
un rollo de papel despedazado.
Qué difícil fue extraer
el mapa donde habitaba
el espíritu.
Exploración
Acaricio mi vientre con la mano derecha
y mi ombligo se deshace.
Toco
con la punta de los dedos
un poco más abajo,
pero solo encuentro restos
de arena húmeda,
ahora un poco más arriba,
más arriba
por donde se cuelan los
sonidos,
que no son ruidos blancos
ni magentas
y encuentro un orificio.
Es como una boca,
un conducto
con forma de caracol
que se estremece,
se repliega
claro, opaco a veces.
Sé que es imposible
definirlo desde afuera,
solo presiono,
hundo más las uñas
hacia el fondo
y empiezo a voltear
del revés
mi cabellera,
el ombligo,
las extremidades tan necesarias,
los ojos que siempre he llevado por si los necesito
en este paisaje que se abre
insólito,
innumerable
hacia todas partes.
Dibujar la ruta
Abro los ojos en el lugar fantástico de la vigilia,
despliego cada tragaluz de esta gruta infinita:
no será la primera vez
que me aproxime a sus relieves.
En cada contragiro de
cada peldaño,
sobre la baja o alta rama,
innumerables ocelos observará
la danza aérea.
En cada contragiro de
cada peldaño,
los troncos contraerán su corteza
hacia el interior de un mecanismo
donde las flores fueron semillas
y las semillas se consumirán como las estrellas.
Metamorfosis
Los órficos insectos se abruman
José María Eguren
y las luciérnagas fuman;
cuando lucen los silfos galones.
Tendida sobre la medianoche
abandono las antiguas formas de mi cuerpo,
me encaramo en el nuevo esqueleto,
ajusto las alas y el abdomen lumínico:
otro simulacro es posible.
Mudar los tejidos
puede también ser dulce,
si la muerte es un bucle temporal
por donde todo se renombra.
La flor del Verbo brinca
abierta
en su preñez.
Piura, Perú, 1988.
Graduada en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y máster en Gestión Cultural por la Universidad Internacional de la Rioja de España. Ha publicado Memorias del rayo (Plectro Editores, 2016), libro ganador del Premio Nacional Juvenil de Poesía Javier Heraud 2014, organizado por la Secretaría Nacional de la Juventud. Su libro, Un viaje imaginario, quedó finalista en el Premio Copé Internacional organizado por PetroPerú en el 2017. Textos suyos han sido publicados en revistas como Luciérnaga (Perú) y Ulrika (Colombia).