Poesía en prosa

1 agosto, 2014

El escritor Juan Galván Paulín comparte con los lectores de Carátula una muestra reciente de su obra poética en prosa. Los primeros tres poemas pertenecen al poemario inédito Pavana para dos infantes; los siguientes dos pertenecen al poemario, también inédito, Mi cuerpo despierta temblor entre tus labios.


X

Ella quetzal tiene como dolor y furia la ausencia de su madre    sus lágrimas son el asalto del insomnio al medio día al amanecer cuando la noche exige su pernada    aquí mi hija es la transparencia de los días en la ansiedad que son sus años    Dama de una comunión no en la torre no cautiva    destino el rostro que hilvana su risa    en el pegaso de la vigilia fuga para conquistar al navegante deseoso de su fuego   un altar   su alcoba    el tarot de sus resurrecciones el canto que atesora para aquel    sirena cuyos flancos tu encrucijada ya devora    ansiada Cipactli para el momento de la furia ya Gorgona luminosa de tus propias runas descubiertas al jugar en el jardín con caracoles a que su rastro es una historia que debes perseguir porque adivinas en ellos la raíz del tiempo la ensoñación con la que te internas en tus dédalos tu infancia crucificada en el espejo roto de nodrizas     en las calles de ese pueblo donde yo bendije tu recuerdo     o plena tu voz que teje en la germinación de toda pápalotl en este comal licor del tango su tzompantli     danza hija aquí en todo lugar epicentro tu vértigo el de cada mujer tu madre     fiebre en la constelación de la navaja de tus muslos

* * *

XI

Puedo decir de la noche que es desollamiento de los labios que no encuentran el cuerpo donde acariciaron junto a la muerte la dentadura del deseo   pero eso lo sabemos al nacer atormenta cada día y permanece más allá de nuestros años   que la noche dibuja el único estero posible para reconocer de la infancia eso que soñamos y negamos tres veces antes de atrevernos

por eso salir a la calle inicia la peregrinación al centro de las huellas de esa juventud que imaginamos   a la figura solitaria de nosotros mismos a media madrugada cuando encendemos un cigarrillo y la luz de la farola ha hecho el recuento de la aventura en el burdel que acaba de exiliarnos

así mi hijo joven pedernal guerrero celta sale armado en su obsidiana su sorpresa a derrotar y ser vencido en el páramo de todo barrio bosque de su nombre un éxtasis que lo persigue en su hambre en la piel una pasión lo inflama arde también una nostalgia profética de sus expediciones un letargo a media luz en el tranvía le forma insomnios madrugadas cada noche entre los muslos

sale y echa a nadar en ese río plateado de sus mitos a desnudar en el caballete del asfalto el horizonte en el suave gesto ya no imberbe de su rostro es viento el atardecer que dibuja su perfil entre edificios isla oscura incandescente los ojos más profundos de la mujer que apresa sus arcanos el futuro y es un sí enmascarando de su tristeza al Hades ceñida a los flancos vieja ya en este cuerpo desde niña sombra ajena y por primera vez será tan suya cada hora al disolverse el beso tras la ventana en el cubil de ella de él laberinto que las olas de un Mictlán golpea en sus confesiones ese desgarrar en el abrazo el adiós la ausencia el olvido y confabule su partida     acaso el requinto tutelar de un rastafaria las percusiones en su buhardilla y en sus sienes lo lleven a ensoñar dibujos poemas que asegura son la crónica de sus anécdotas la armonía la trompeta sola en un blues tatuajes al pecho de mi hijo que ha salido de casa bajo la lluvia con su crisálida en los ojos los labios todo almizcle de aquello que adivina y en las manos una flor del tamaño de esa herida que feliz aun ignora que la muerte puede estar ahí al doblar la esquina en la boca de su gacela amada en el lecho   y no le importa

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XII

Sale ocelote joven pedernal ya para indagar la oscuridad de las tabernas el extravío de las expediciones a la usura tibia del ombligo valva hirsuta del anhelo abrazo que arda la memoria un día y otro más para mañana cicatriz certidumbre de que todo lo que desconoce es la tinta del presente el glifo de su arcilla decantada un peregrinar de sus manos cuerpo a cuerpo ese abismo que la mujer es aquella ésta el apacible aciago que desuella entre las piernas balsa en que se bebe otra sed y se sorprende y teme porque el desfiladero está siempre con su rostro en el tremor en el gemido que lo arma lo unge para resistir ese instante más y así la vida es recuerdo

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XIII

Para Aída, siempre

Es el primer acorde del piano en Almost blues y apareces   cabellera vaivén del sauce en su ramaje   rostro del amor en su inefable    una anécdota tejida por mí para abarcar esa distancia de cuarenta años ausente en tu vida zurcido al recuerdo      nostalgia que encarna mientras imagino los rituales diarios donde los días tatuaban en ti una procesión de gestos y el desamor como temperatura en la piel        suena la trompeta y me lleva a tu mirada   esa que siempre dibuja de mí   como tus labios   la irrevocable evidencia de mi cuerpo en el tuyo en un tiempo conquistado cuando el abrazo consuela de nuestra soledad y conjura el desamparo con el que habitamos   Dueña   te digo   cada día hasta encontrarnos      y canta Chet Baker y el peregrinaje por las calles solitarias los insomnios transcurridos mientras la noche destilaba fachadas para ahogar en sus sombras nuestro miedo a la melancolía cobra su significado   ese que nunca traicionamos   el sueño de dos adolescentes   tú y yo   que no sabían entonces que aquello que nombraban puede devorar inmisericorde   triturar los huesos   o ser el baño lustral con el que los amantes   tú y yo   Dueña   te digo   despiertan cada amanecer abrasados y todo aparezca por gracia de la luz   dicen otros poetas   y al besarnos la eucaristía de nuestras pieles   tu gemido en plena entrega conquista la profundidad de esta habitación que es el mar y nuestro grito es su abismo donde recuperamos la memoria.   

XV

Para Aída, siempre

Aquella media tarde me despedías con una frase honda como el abismo que roturaba mi alma con una sed de años que pronto iba a padecer      las ventanas las fachadas la gente en el eje de un silencio habitado de miradas eran para ti también una nostalgia que haría anidar la evocación el sueño recurrente de mi ausencia como herida      y transfiguró el caminar las calles   toda habitación   uno a uno los días fueron certeza de estar en un andén con trenes demorados y la niebla desdibujando sombras palabras pidiendo que llegaras      así hasta las canículas del desierto larvado de mezquites de sahumerio de jaculatorias para conjurar mi miedo en tantas pesadillas en una soledad hiriente como espina eran un helor reuma acanallada atrás de mi sonrisa      los cerros los aguajes los caminos llenos de polvo y sus altares paisaje de horizontes vastos como la muerte se carcomían al llegar la noche a mi camastro insomne de ignorar dónde habías partido      y no hubo lugar más desconocido más inhóspito que el infinito pozo de no saber de ti por tantos años de escribir los mismos versos que estos fueran matraz y aparecieras al conjuro de un poema que por fin arribaras al doblar la noche y descendieras de un tranvía sabiéndote esperada      y así fue y las horas fracturaron sus cornisas el filo de su muralla      estás aquí luego de un periplo largo como la vida ausente de Ítaca y una pareja se mira en el espejo de un cuarto de hotel ríe y desvanece el desamparo.


Juan Galván Paulin. Enero 2014.

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Nació en la ciudad de México, octubre 9 de 1955. Poeta, narrador y ensayista. Cursó estudios en la UNAM: Sociología, Ingeniería Agrícola, Lengua y Literatura Hispánicas.

Obra publicada:
Poesía: Ritual en piedra. Desnudo peregrino de mi boca. La arena de sus huellas. Cuento: De biznagas y otros nombres. Fotografía del cementerio judío de Praga. Novela: Plúmbago Polanco. Ensayo: Me mato por una mujer traidora; La pintura de Abraham Ángel.
Obra inédita:
Poesía: Pavana para dos infantes. Mi cuerpo germina temblor entre tus labios. Novela: Dama León.

Maestro y conferencista especializado en fenomenología y simbólica del pensamiento religioso, en mitología y en las áreas del pensamiento místico judío, cristiano, del islam, así como en el taoísmo, el budismo Zen y el budismo vajrayana o tibetano; en literatura medieval caballeresca del ciclo artúrico; en literatura fantástica; y en literatura latinoamericana, en particular, entre otros, en las obras de José Lezama Lima, Juan Carlos Onetti, Ernesto Sábato, José Revueltas, Amparo Dávila, Esther Seligson y Gloria Gervitz; también en la obra de Yasunari Kawabata.
En el Distrito Federal es catedrático de las materias Mitología y Religiones Primitivas, Seminario del sistema poético de José Lezama Lima, Literatura del Ciclo Artúrico, Metodología de la Investigación, Didáctica de la Historia del Arte, Seminario de Literatura Fantástica para el Instituto de Cultura Superior (1989-2014).
Para el Instituto Cultural Helénico A.C. (2000-2014) catedrático en la maestría Humanismo y Cultura, en el Diplomado y Curso Religiones del Mundo, y la Experiencia Mística. Catedrático en la Escuela Mexicana de Escritores en la materia La Construcción del Imaginario y el Sentido de la Ficción (2013-2014).
Conferencista en diversos foros sobre los temas: Mito y Poesía; Literatura Fantástica: de Lovecraft a Bradbury; Los Poetas Malditos; La Figura de la Diosa en la Literatura Caballeresca; La División del Cosmos en Femenino-Masculino; El Mito y Jaime Sabines; El Mito y Juan Rulfo; La Función del Héroe y el Cuento de Hadas; La Diosa, el Héroe y el Villano, del Poema de Gilgamesh al Código da Vinci; Ciclo de Conferencias titulado De la Batalla de los Dioses a la Tragedia de Edipo, entre otros.
Actualmente, junto con la soprano Aída Rivera de la Cabada presenta en diversos foros el espectáculo Poesía y Canto con el ensamble del mismo nombre.