Poesía: Poemas selectos

2 junio, 2021

Mariana Sansón, poeta y escritora nicaragüense, irrumpió en la escena nacional con su libro Poemas (1959), seguido de Zoo fantástico (1994) y Las horas y sus voces (1996). Su poesía absolutamente espontánea, ajena a toda lógica y tradición literaria, emerge cargada de intuiciones y presentimientos. Fue la primera mujer en ser incorporada como miembro correspondiente a la Academia Nicaragüense de la Lengua en 1997, y, en su solemne discurso de agradecimiento, señaló que su poesía brotaba “casi como dictada por una secreta y desconocida voz. Como verdadero don gratuito del Espíritu Santo”. Ella deseaba dejarse llevar por su propia palabra, buscando más libertad y mayor fuerza creadora, procurando mayor vuelo en su creación:   “Un vuelo -concluyó- no sé si de sueño o de ensoñación, de inconciencia o de super conciencia, pero sí: más cerca y más lleno de Dios”.

Además de artesana y artista, Mariana Sansón Argüello fue diseñadora de vistosas y renombradas cotonas; Carlos Martínez Rivas calificó sus extraños dibujos multicolores de “grafismo mágico”. Hay en su poesía afinidad con la de Alfonso Cortés y Emily Dickinson, siendo independiente de ellas.

Agradecemos a María José Argüello Sansón por la gentileza de brindarnos los recuerdos de su madre: su fotografía, sus dibujos y poemas, algunos de ellos completamente inéditos, incluidos en esta novedosa selección.

José Argüello Lacayo


¿Cuál es ese segundo
en nacer la palabra?
La que no se pronuncia.

Esa, que tiene culpa
de que yo esté sentada
con la pluma en la mano,
y que no diga nada.

¡No diré nada! Prefiero al hijo
en mis entrañas, solo para mí…
Si nace será de otros,
otros se enamorarán
de él.


Este día me aburro
de las cosas, de todo.

No quiero hablar al viento,
ni tocar la luz dentro.

Soy neutra.

Puedo escribir la palabra
nada
en el ojo de Dios intermitente.


Señal de Dios
es callar
cuando la miel
pasa por tu garganta.


Los números
se pueden invocar
a medias.

El dos ha sido creado
para juntar la vida.
El uno para decirle
a Dios que basta.


Sí…quien es espectador de la muerte
cuando todos quieren olvidarla, huir,
es como loco…¿No son los locos los que
llaman al pan, pan, y al vino, vino?

Y si es espectadora…¿Se concibe a una
mujer sin propaganda de maquillaje
mirando a la muerte? ¡Loca!

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