
Poesía: Luego de ver un documental de Werner Herzog (y otros poemas)
2 junio, 2021
LUEGO DE VER UN DOCUMENTAL DE WERNER HERZOG
La caverna se ha conservado
como un cuidado cofre hermético y tibio.
En sus paredes, decenas de animales perduran
como los pensamientos de muerte y de esperanza;
o como el asombro perdura en cada mirada nueva de los niños.
Los paleontólogos, arqueólogos y diletantes varios
han construido una pasarela estrecha
y resistente sobre el piso estalagmitoso de la caverna.
Por ella el visitante puede pasar sin dejar rastro entre los rastros.
Pasar como si su rastro no fuera nada –y de hecho no lo es–
ante el rastro inmemorial de aquellos pintores anónimos.
Pero no todos son anónimos.
Hay uno que llamaré el pintor del meñique roto.
Él no ha pintado ningún bisonte ni ha repasado el perfil
de algún caballo salvaje o de un felino desconocido, no.
Se ha limitado –pero el verbo es excesivo– a dejar
en una breve pared (que actúa como un lienzo)
decenas de manos impresas con una tinta rojo sangre.
Su mano izquierda, singularizada por un dedo meñique quebrado,
se repite una y otra vez, de manera algo obsesiva, y ocupa
todo el ‘lienzo’ dejando una estela de asombro
en el pobre observador.
Digo pobre, digo bien. Pues qué podemos ser ante el carácter
imponente, fértil de ese milenario pintor subjetivo,
que nos enseña que hace 32,000 años o más,
ya existía un artista asumido como tal,
un hombre que pinta, un sujeto pictórico…
La especialista en arte primitivo se deshace en elogios
por ese artista-madre, ese protoPollock tataraperformativo.
Mientras la especialista ensaya una frase ‘histórica’, yo aguzo
la vista hacia el fondo de la escena: el pintor del meñique roto
parece mirarme desde un pliegue lítico.
Su sombra
fina e hirsuta (les regalo el oxímoron) bate las sombras;
prepara, acaso, un renovador regreso al mundo del arte.
–Surco, 28 de febrero, 2021. 23: 11 p.m.
EN LA NOCHE ESTUPEFACTA DE CALOR
En la noche estupefacta de calor, leo a Lacan.
«No existe el Otro del Otro», encuentro.
Me quedo suspendido en un agujero negro de imágenes,
sudando…
¿Quién será entonces ese que camina a mi lado,
el que mira mi teclado mientras escribo,
el que vibra o zozobra dentro de mis sueños?
Si yo no soy más que estas líneas mal labradas,
¿quién será ese otro Otro
que el pastor del Otro dice que no es ningún Otro?
Con las ventanas abiertas,
sin una sola hebra de aire entrando por ellas,
sudando,
solo sé ahora que este otro termina con estas líneas.
Aquí. Exactamente con estas líneas. Aquí.
–Enero 2021, segunda versión.
ENCUENTRO
Bajando por Avenida del aire
rumbo al zanjón,
me encontré con mi cuerpo.
Llevaba prisa.
Hola, cuerpo —le dije
Hola hola, estoy urgido —me contestó
Caminaba a grandes trancadas.
Apuré entonces el paso. Lo seguí.
A dónde vas —le pregunté
Tengo una cita con ella —me dijo
Te veo ansioso —le dije
Es que no puedo morir sin ella —respondió.
Pobre mi cuerpo, se veía flaco, nervudo.
El tiempo había arrasado sus carnes.
El tiempo, nuestra más grave enfermedad.
Como una cuadra antes de llegar al lugar de cita,
me detuve. No me gusta esa mujer. Esa oscura.
Yo quiero pensar siempre en las flores,
en los libros, en mis amigos.
En el bello rito de palabras y sonidos.
No quiero las sombras.
Las detesto.
Pero he aquí que mi cuerpo se va derechito
a su última cita con ella.
Y solo me queda el aroma de su sudor.
El triste aroma a prisa, a absurdo.
Y la imagen de ella abrazando mi cuerpo. Entre las sombras.
RITMO
Apretar el lapicero contra la hoja;
Dejar que fluya su punta.
Apretar de nuevo,
Dejar signos solos sin sentido.
—Respira, respira
Roe el ritmo roto del poema—
Apretar los pensamientos con silencios.
Conjurar los silencios con nada.
Que el lienzo mate de mi mente,
Mate los errores del deseo.
—Respira, respira
Roe el ritmo raudo del poema—
En el espejo de la habitación
Veo mi sombra afanada sobre el papel.
La tinta líquida fluye, fluye…
¿Voy a preocuparme así de las palabras?
Las palabras huyen hacia adentro
Se hacen uno con el flujo de mi sangre.
—Respira, respira
Roe el ritmo roto del poema—
Lima, Perú, 1968.
Es poeta y narrador; estudió Ciencias Administrativas y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Entre sus poemarios publicados se encuentran Luz de Limbo (2001), CieloEstrellado (2004), Parabellum (2008), tvpr (2014), Acróstico Deleuziano (2019) y Nada de este mundo (2020). Además, tiene dos novelas publicadas: Rito de Paso (2006) y Migraciones (2009). En el 2021 fue finalista del Premio Internacional de Poesía Copé, así como del Concurso Nacional de Poesía José Watanabe Varas, mismo que obtuvo en 2023.