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Poniatowska

1 agosto, 2014

A pesar de nacer en Francia –su familia era de origen polaco-, no creo pueda negársele su más apasionada y profunda mexicanidad, aquí vive y reina en este México contradictorio pero siempre pulsante y vigoroso, desde 1942. Se naturalizó mexicana en 1969, no más para que no haya algún despistado que la ningunee.


Helena de Troya “la más bella de las mujeres”, hija de Júpiter, esposa de Menelao, objeto del amor de Paris, causante de la guerra en la monumental Ilíada, de Homero. No, no es esa Helena.

Elena, santa. Emperatriz romana, madre de Constantino I. Convertida al cristianismo y quien, por ese motivo, mandó a construir junto con su hijo diversos templos. Es el personaje, además, a quien se adjudica según la leyenda, el hallazgo de la cruz de Cristo… Pero no, tampoco es esa Elena.

Elena, nombre de mujer, variante de Helena. Se deriva del griego “helen”: antorcha. Metafóricamente alguien que alumbra, que esclarece. Creo que no le pudo quedar otro nombre más que ese: Elena.

Elena Poniatowska Amor. Ni tampoco otro apellido más que ese: Amor (Helène Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowska Amor, su nombre completo).

Sí, esa sí, ella es entonces, es la nuestra, La Poni como la conocen cariñosamente quienes la tratan, y quienes como yo y todo su ejército de lectores, nos deleitamos con su prosa narrativa y periodística. Premiada, reconocida por propios y extraños, esta mujer del siglo XX y XXI ha tenido la gracia de meterse en el corazón de todo aquel que la llega a conocer por intermedio de sus historias, de sus crónicas, de las entrevistas a personajes de toda laya, género por medio del cual, la entrevista, ha sonsacado ideas y sentimientos a quien se le ha dejado posar sus cuestionamientos.

Tal vez no sea la más bella de todas las mujeres como la troyana, mucho menos santa como la madre del emperador romano, pero puede asegurarse que es periodista -una pinche periodista, a su propio decir-  y escritora. Un ser humano excepcional como pocos de los existentes en México; que anda de chismosa, remetida en todas las broncas que se le aparecen por ayudar a los más jodidos, levantar el ánimo de algún escritor en ciernes, ofreciendo talleres literarios a diestra y siniestra, presentando libros, apadrinando proyectos culturales, acompañando a políticos izquierdosos mal vistos por los poderosos, pero sobre todo opinando con conocimiento de causa sobre cuestiones sociopolíticas que atañen, por regla general, al ciudadano de a pie.

Por donde se le se solicite Poniatowska se apodera del espacio y mete su cuchara.  Inquisidora y preguntona  a más no poder.

A pesar de nacer en Francia –su familia era de origen polaco-, no creo pueda negársele su más apasionada y profunda mexicanidad, aquí vive y reina en este México contradictorio pero siempre pulsante y vigoroso, desde 1942. Se naturalizó mexicana en 1969, no más para que no haya algún despistado que la ningunee.

Elena Poniatowska, profesora de literatura y periodismo. Becaria del Centro Mexicano de Escritores en 1957.

De La Poni dijo Carlos Fuentes: “ha contribuido de manera poderosa a darle a las mujeres un sitio único, que es de las carencias, los prejuicios, las exclusiones que las rodean en nuestro mundo aún machista pero cada vez más humano. No sólo feminista sino humano, incluyente”.

Cuando decide realizar algún proyecto escritural se lo guarda muy adentro de sí, durante algún tiempo, tal vez sólo sus cuates y uno que otro íntimo goza de la lectura de sus textos en mente, algo así sucedió con la  novela La piel del cielo, antes de enviarla a concurso. En cierta ocasión que vino a Puebla para presentar el libro homenaje al artista plástico Juan Soriano, e inaugurar la muestra del pintor, ella se interesó sobremanera en conversar con los miembros del taller al que yo era asiduo en la Casa de Cultura de Puebla, nos confió que estaba preparando una novela, no nos quiso adelantar vísperas, pero sí nos confesó que por tal motivo estaba viendo muchos programas científicos del Discovery chanel. Ninguno de los presentes supusimos algo más, acaso ella sólo dejó entrever que la historia giraba alrededor de la comunidad  científica de México, el halo que nos dejó fue sumamente provocador. Ahora saco mis conclusiones acerca de qué nos hablaba.

Elena la nuestra, mexicana, Poniatowska, autora de libros que ya conforman un itinerario de literatura, una referencia obligada, un punto de vista sobre las mujeres por otra mujer, capaz de asimilar las vivencias y tornarlas lectura:

Lilus Kikus (1954); Melés y Teleo (1956);  Palabras cruzadas (1961);  Todo empezó el domingo (1963);  Hasta no verte Jesús mío (1969);  La noche de Tlatelolco (1971) testimonio doloroso de la jornada del 68 mexicano, un libro imprescindible para entender y reconocer la tragedia que envolvió a los jóvenes de ese tiempo en México y que por otra parte se significa como la referencia inmediata, brutalmente objetiva, del suceso que polarizó el antes y después del desarrollo político-social del país azteca;  Querido Diego, te abraza Quiela (1978);  De noche vienes (1979);  Fuerte es el silencio” (1980);  La casa en la tierra” (1980);  Domingo siete (1982);  El último guajolote (1982);  Ay vida, no me mereces (1986);  La flor de lis (1988);  Nada, nadie, las voces del temblor (1988);  Juchitán de las mujeres (1989), y otros que dedicó a artistas notables de la cultura mexicana como son Tina Modoti: Tinísima (Premio Mazatlán de Literatura 1992); Juan Soriano. Niño de mil años; la biografía de la pintora Leonora Carrington: Leonora.

Con La piel del cielo, cuyo título originalmente era T. Tauri por ser el nombre de una constelación, pero que, a la postre cambió, pues la editorial no lo consideró llamativo. La Poni inaugura una obra en la que antes se refería a las mujeres. La novela habla de un astrónomo cuya historia empieza en los años veinte y a quien nadie le hace caso. Paralelamente se desarrolla un personaje femenino como contraparte y de la cual, el científico, se enamora. Todo parecería indicar que la narración tiene fuertes tintes autobiográficos, mas ella misma se encarga de aclararnos que no hay ninguna referencia con el astrónomo Guillermo Haro, quien fuera su esposo. Pero bueno ya se encargaran sus lectores hacer las necesarias elucubraciones al caso.

Elena gana el Premio Alfaguara 2001 con esta novela La piel del cielo, y que mejor semana para habérselo conferido a la mujer luchadora, dueña de una naturalidad y transparencia inocultables, que la semana en la que se celebra el Día Internacional de la Mujer. Pareciera que se fraguaron todas las circunstancias a modo que se juntara con el galardón y de esa manera hacerle un homenaje a quien, como Elena Poniatowska, desparrama amor y sentido de solidaridad para con las de su género.

Fiel a su vena productiva y prolífica, Elena continúa produciendo libros de gran interés y con ello refrendando los galardones merced a su literatura, así entonces presenta en 2007, la novela El tren pasa primero, obteniendo con ella el Premio Rómulo Gallegos de ese mismo año; Seis años después le es concedido el Premio Cervantes de Literatura 2013. Justo este 2014 corriendo, el Consejo de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid aprueba investirla con el grado de Doctora Honoris Causa.

Esta visto, los premios, reconocimientos académicos a la obra de Elena, no han sido conquistados por simple simpatía o solidaridad hacia la mujer comprometida con las causas sociales, sino más bien son logros obtenidos a partir de la calidad de su literatura.  


Salud y larga vida literaria a Elena Poniatowska. Creo que aún le queda mucho por decir.

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Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).