¿Puede la literatura secundaria ser literatura primaria?

1 abril, 2014

Desde el claustro académico universitario, David Boyd, estudiante de literatura y cultura hispanoamericana, propone con este texto: “Ilustrar como el Señor de los tristes representa un éxito singular de la literatura secundaria”. Si bien sabemos, Señor de los tristes, de Sergio Ramírez, se significa como una obra cuyo contenido versa sobre otros escritores, que como él indagan el alma latinoamericana; Boyd expone, da pistas y persevera en su perspectiva en el afán innegable de demostrar que: “…Con Ramírez aprendimos lo indispensable que es elegir bien una obra de la literatura secundaria para aprender correcta y efectivamente algo vital sobre la literatura primaria”, siendo como es el escritor nicaragüense que, crea, imagina da cuentas de la ficción, pero además se da tiempo para leer y escribir con sentido crítico-analítico, sobre vida y obra de sus admirados pares.


En términos básicos, la literatura secundaria es la literatura que trata de o habla de una fuente de información o un texto que ya existe.  En este sentido es algo que, idealmente, añade o contribuye un entendimiento mejor a la literatura primaria. Leemos y escribimos literatura secundaria porque ello nos permite fortalecer nuestro conocimiento de los textos primarios. La definición de literatura secundaria tradicionalmente termina ahí.

Pensamos muchas veces, particularmente como estudiantes, que la literatura secundaria para siempre será fundamentalmente árida, falta de información verdaderamente útil o interesante, aunque dicha literatura existe en todos los campos de estudio: todos los libros de texto en las ciencias exactas, por supuesto, pueden ser llamados literatura secundaria. En este ensayo voy a ilustrar cómo Señor de los tristes representa un éxito singular de la literatura secundaria.

Pero mi enfoque para el propósito de este ensayo es la literatura secundaria que se preocupa por la literatura primaria como arte.  En Señor de los tristes: sobre escritores y escritura, Sergio Ramírez reúne una colección de artículos que él había escrito originalmente como ensayos distintos, solos.  Señor de los tristes representa una obra de la literatura secundaria típica en su construcción: cada “capítulo” (en realidad simplemente un artículo, tema o asunto independiente) trata de uno o dos escritores.  Ramírez describe sus vidas a manera de biografía corta mientras simultáneamente elucida los temas más pertinentes de los escritores en cuestión. Esto conlleva una habilidad bastante fuerte: escribir sobre la vida entera de un artista en quince páginas no es algo fácil —especialmente cuando se tiene la responsabilidad de transmitir la verdad de los eventos de su vida y, además, la verdad de la obra descrita.  Necesita el escritor del artículo un conocimiento amplio de la historia, no sólo de la vida del escritor que es el tema del ensayo, sino también requiere un entendimiento íntimo del entorno social, político, e histórico de la cultura en que vive el escritor—, algunas si no es que la mayoría de las veces necesita entender bien la historia de muchas culturas a la vez. El escritor que se preocupa por otros escritores encarna entonces una combinación de historiador, biógrafo, y crítico literario.  Está cargando con la responsabilidad de representar la literatura, historia, y arte incisiva y profundamente.  Esta es una responsabilidad que no recibe suficientemente el respeto merecido.

Como el mejor de los escritores, el escritor de la literatura secundaria lleva la carga enorme de la “verdad”. En las clases de literatura y cultura hispanoamericana a veces aprendemos sobre el legado literario de Latinoamérica sólo a través de los ojos de un autor, como lo hicimos con el texto de Ramírez y algunos fragmentos de los textos de los escritores que él estudia. Con él aprendimos lo indispensable que es elegir bien una obra de la literatura secundaria para aprender correcta y efectivamente algo vital sobre la literatura primaria. Ramírez no sólo demuestra su conocimiento profundo de la historia del continente y de los escritores y sus obras, sino que incorpora un lenguaje y estilo único que hace acopio de la sonoridad, musicalidad, y claridad de la lengua española, de tal manera que su propia obra constituye una obra de mérito literario y artístico en sí. En este sentido, Señor de los tristes representa un hito alto en la literatura secundaria: nos muestra que la literatura secundaria también puede ser considerada una forma de arte en la que palpamos la verdad del ser.

Su artículo, Una épica doméstica, por ejemplo, constituye en mi opinión una de las instancias más fuerte de esta forma de la literatura secundaria. En él tenemos un resumen de la vida y arte de Pablo Neruda: y en él observamos que Ramírez es sensible a los cambios en la trayectoria del poeta.  Claramente Ramírez delinea la transición entre el tiempo en que Neruda escribe su Canto General —una obra altamente política, noble, e idealista— y la escritura de sus odas elementales: “Es el paso de lo complejo a lo elemental, de las sensaciones elaboradas a las sensaciones primigenias.” (38) Frases como esta muestran la dedicación de Ramírez de no rendirse a una forma de prosa austera, árida, y académica, sino, por el contrario ofrece un estilo que enfatiza, aún en sus descripciones secundarias, el lirismo de la lengua —ambos, en su propia prosa y en el arte que discute.  Vemos otro ejemplo en el que discute la poesía de Neruda: “Sus atributos de fidelidad, y sus atributos populares, se deben antes que nada a la cuidadosa y delicada elección de las palabras que se entrelazan para formar los cantos, y que tienen todas un peso leve y una textura diáfana.” (41) La prosa de Ramírez tiene mucho éxito aquí al ser espejo de la forma que describe— habla de textos que tienen un peso leve y una textura diáfana.  Esta descripción, como gran parte del resto del libro, se puede decir, aplica también al texto mismo de Ramírez. Es esta una técnica que eleva la forma de la literatura secundaria mucho más allá de una explicación del tema. Usar un estilo que imita su tema constituye una forma de mímesis que, desde los griegos como Platón y Aristóteles, era una de las formas de arte fundamentales de los seres humanos.  Pero la mímesis, en este sentido, sólo representa una técnica literaria.  Para alcanzar la condición de forma de arte también es necesario establecer lo que constituye el descubrimiento y la aprensión de esta mímesis que nos da placer.  En este sentido lo que Ramírez ha creado con este estilo se puede llamar arte también.

Ramírez es un maestro de la técnica de reflejar el contenido de su obra a través de su poesía, y vemos esto en el texto entero.  Hay una relación fascinante entre los dos en el segundo capítulo del libro, Hijo y padre, maestro y discípulo.  En ese ensayo observamos una lengua florida, poética, y prolija que se emplea cuando escribe Ramírez sobre las relaciones románticas y literarias de Darío. Por otro lado, las actividades políticas de Martí son representadas concisa, casi austera y sucintamente.  La información biográfica sobre las dos figuras es decididamente divergente: vemos una historia muy íntima acerca de la vida personal del ‘cisne’, cuya palpable sensibilidad sentimos al fin del capítulo.  La biografía de Martí, sin embargo, pinta una imagen, en su mayor parte, de un poeta lleno de preocupaciones políticas, cuyas aventuras consisten casi totalmente en sus esfuerzos políticos.  Entonces aprende el lector quizás inconscientemente sobre la vida del ‘cisne’ y del rebelde político, no sólo mediante las letras literalmente, sino mediante el estilo de la prosa también.  Seguimos las trayectorias distintas de maestro y discípulo, ambas de manera intelectual (por el significado de las letras) y visceral (por el estilo de la letra): los dos se complementan para efectuar una totalidad afectiva.  En este sentido realiza Ramírez la persecución de la ‘verdad’ que constituye el problema central de la literatura secundaria.  Pero triunfa también al trascender el estigma que la literatura secundaria, sea fundamentalmente académica, necesariamente aburrida, y de insuficiente mérito literario y artístico. Ramírez emplea y, en un sentido, se centra en la construcción de capítulos placenteros, altamente creativos, de mucha frase linda y, por eso, su texto es una obra de arte también.

Sin duda el texto entabla lo que Susan Sontag llama “el erotismo del arte” (14).  El texto de Ramírez no trata de interpretar los cuentos y poemas de los escritores como Pablo Neruda, sino más bien describe el efecto que se experimenta durante la lectura de una obra de, por ejemplo, Neruda.  No habla Ramírez de las implicaciones intelectuales de usar palabras de un “peso leve” y una “textura diáfana” en los poemas de Neruda.  La forma de la poesía,  y el estilo de Ramírez que describe esta forma, simplemente representan en su sonoridad lo cotidiano—lo elemental.  Esto es un fin en sí mismo que no necesita explicación o justificación temática o intelectual: simplemente existe.  La crítica del arte por eso puede centrarse en lo placentero del arte, y no en las preocupaciones académicas que tratan de analizar una obra de arte en una manera demasiado científica. Para mí es más importante entender el arte así—, entender su musicalidad y hermosura de la lengua.  Entender el arte de esta manera nos permite la intensificación de nuestra sensibilidad a través del poder de la experiencia inmediata, humana, en ambos el arte y el mundo real.  Esta es una manera de perseguir la perfección de la condición humana. La aprehensión de la hermosura y la imaginación, entonces, es la meta suprema del texto de Ramírez, como concluye él en el último capítulo: “Las torres de la ciudad del sol, brillan siempre a lo lejos. Y por mucha que sea la distancia, uno tiene que verlas siempre como si pudiera tocarlas con la mano. Imaginar, que es una forma de acercarse a la utopía. Al fin y al cabo, yo no he hecho a lo largo de mi vida sino imaginar. Imaginar mundos en mis libros, e imaginar un mundo mejor en mi vida. Oficios compartidos.” (181)

Al fin y al cabo, los capítulos originalmente distintos de este magnífico texto forman una gestalt más grande que la suma de sus partes; indican la comunión artística de los escritos sobre los cuales se escribe —una comunión de escritores en busca de la verdad suprema, en la forma de la utopía social, cultural, y política.  Es una comunión en la que priva la fuerza unificadora de la lengua española.


Citas Bibliográficas:
– Ramírez, Sergio. Señor De Los Tristes. San Juan: La Editorial, Universidad De Puerto Rico, 2006. Print.
– “Sergio Ramírez: Señor De Los Tristes.” Sergio Ramírez. Sergio Ramírez, 2012. Web. 08 Mar. 2014.
– Sontag, Susan. Against Interpretation, and Other Essays. New York, NY: Picador U.S.A., 2001. 

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Estudiante de literatura Inglésa y filosofía en la universidad estatal de Ohio, E.E.U.U. Va a obtener su Licenciatura en la primavera del año 2014.

Nació en Hong Kong y pasó su adolescencia en los Estados Unidos.

Una vez obtenida su licenciatura en la primavera de 2014, viajará por Estados Unidos trabajando como voluntario en varias granjas orgánicas. Su ambición es refinar su poesía conectándose directamente con la naturaleza.

Posteriormente, regresará a sus estudios de doctorado, continuando su investigación sobre literatura, especialmente de los autores modernistas de Inglaterra y Estados Unidos.