» Recordando a Mario Benedetti: Amistad de más de 50 años

1 mayo, 2009

La muerte de Mario no me tomó de sorpresa, pero igual, cuando llegó, me hirió profundamente.
Lo vi por última vez en noviembre del 2007 y físicamente ya estaba muy deteriorado, pero aún le brillaban en los ojos la inteligencia y la picardía.
La nuestra fue una amistad de más de cincuenta años y por supuesto hay muchos, muchísimos recuerdos, muchas anécdotas divertidas.
Recuerdo, por ejemplo, que cuando Bud y yo vivíamos en París, vimos en el periódico “Le Monde” una notita diciendo que Mario Benedetti había sido desaparecido.
Roberto Armijo, otro amigo entrañable, también poeta y escritor, nos llamó desesperado comentando la desaparición de Benedetti.  Bud y yo lo lloramos.  Días después, recibimos una postal de Mario desde La Habana, diciendo que por fin se encontraba en tierra firme. Bud y yo nos reímos hasta las lágrimas.
Además de  excelente poeta y escritor, que llegaba a los corazones, Mario era un hombre de una enorme bondad.  Estaba hecho de una madera noble, de esas maderas a las que nunca le entra la polilla. El sabía querer, era generoso y la gente, sobre todos los jóvenes, lo querían. Era de una gran honestidad. Para mí siempre fue un guía.
Me  gustaría que después de mi nota apareciera su poema, “Corazón coraza”, que es de mis preferidos.

CORAZÓN CORAZA
(Mario Benedetti)

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

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Nicaragua, 1924-2018.
Fue alumna de Juan Ramón Jiménez durante tres años, mientras estudiaba en Estados Unidos.

Entre sus libros de poemas podemos destacar: Umbrales (1997); Luisa en el País de la Realidad (1997); Saudade (1999); Soltando Amarras (2002); Esto Soy (2004); Mitos y delitos (2008); entre muchos otros.

En 1966 publicó la novela Cenizas de Izalco, que escribió junto a su marido Darwin J. Flakoll, con la cual fueron finalistas del premio Biblioteca Breve, de la editorial Seix Barral.

En 1978 ganó el premio Casa de las Américas en Cuba.

Y en el año 2005, recibió el prestigioso premio Neustadt International Prize for Literature, de la Universidad de Oklahoma, como reconocimiento a su amplia carrera literaria.

El VII Festival Internacional de la Poesía de Granada le fue dedicado en homenaje y reconocimiento en vida a su carrera como escritora​ y del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2017.