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Reino de palabras

5 junio, 2023

La poesía de Gloria Gabuardi en Reino de palabras se nos entrega con el esplendor de una autenticidad lejos de la retórica. Una poesía de la pasión sin límites, desbordada y en constante acción. No son poemas que padecen la contemplación inmóvil de la vida. Es poesía del movimiento continuo que siempre acierta en su belleza. 

Una poesía que nace para fundar un Reino que es río, tormenta, danza, dolor, sufrimiento,  protesta, lucha por la libertad, alegría, júbilo y gozo del amor y la pasión. Pasión por su ser mujer, por su poeta amado, por sus hijos, por sus padres, por su familia y por su Patria Nicaragua. Un testimonio vivo de la historia de Nicaragua que ha dado terribles estocadas en su vida de niña y de mujer.

Gloria Gabuardi en éste y todos sus libros convierte sus experiencias vitales, la historia vivida, la cultura aprendida en auténtica poesía del amor. Ver la belleza de este Reino de palabras, es encontrarse con un fulgor único en nuestras letras. Una luz poética destinada a perdurar en nuestros corazones y en nuestras mentes.

Anastasio Lovo

POEMAS

SOY LA SANGRE DE TU SANGRE

A mi padre, quién muchas veces fue
encarcelado, torturado y dado por 
desaparecido, durante la dictadura
somocista.

Me despertó el ruido de la lluvia
el vuelo presuroso de pájaros huyendo
la luz fuerte de un trueno en la distancia
y tu mano en mi frente diciéndome: tranquila, tranquila.
¿Era hoy, ayer, cuando estaba niña?
¿Soñaba o estabas conmigo padre mío?
Te oía cansado, como cuando te dio el infarto.
Pasé horas con mi mano en tu corazón
que aún siento palpitar 
como si fuera el corazón mío.

Pienso en mi vida con fiereza,
en mi historia, en el mundo de los míos,
te veo en cada partícula de viento
con la certeza cierta 
de que siempre estás conmigo.

¿Te acuerdas cuando en compañía de mi madre
te visitábamos en la cárcel?
¿Cuando te buscábamos por meses, de cárcel en cárcel,
y no aparecías, y nos decían no te tenían, que estabas desaparecido?
Qué días aquellos tan tristemente tristes……

¿Y cuando te liberaron, que te desmayabas a todas horas
y gritabas aterrado por las noches
y había que detenerte porque te levantabas de la cama
y corrías despavorido, queriendo huir de algo o de alguien
y había que inyectarte y se pensó que habías enloquecido?

Es que las torturas 
volvían y hacían guiñapos a los hombres
y ponían en sus manos las vidas hechas pedazos 
como un espejo roto que de pronto vio el mar
y se tiró al vacío.

¿Te acuerdas cuando vos loco de susto
me fuiste a buscar a mi primera manifestación de protesta
por el asesinato de los estudiantes del 23 de julio?

Era el primer o segundo aniversario no recuerdo bien,
llegó la guardia y con bombas lacrimógenas y culatazos
deshizo la manifestación. 
¿Tendría yo unos quince años?
Y de pronto te vi en medio de la multitud
buscándome, llamándome a gritos
aterrado, miedoso de que me hubiera pasado algo.
Cómo te entiendo ahora que tengo a mis hijos.
En esos tiempos lo que hiciste me dio mucha vergüenza,
me escondí, te dejé solo y hoy que lo recuerdo
pienso que no he podido olvidarlo nunca
y se me acongoja el corazón
y me hace querer atrapar el tiempo con el puño,
retroceder, cambiar la historia
deshacerla con furia animal y tirarla al vacío
partir la noche de mis recuerdos
como en una fiesta con piñata, 
desbaratarlos y desnudarlos totalmente
que se queden como en un altar de pueblo
como estación de tren vacía
llena de fantasmas.

Perdóname, Perdóname, Perdóname
escucha el réquiem de mi alma compungida
el galope, el trueno, el latigazo
de mis tímpanos rotos
ante el canto fúnebre de los pajaritos
no me despiertes con tu silencio de sombras
apapáchame, dame un beso, abrázame, háblame papá
soy la sangre de tu sangre
que persigue desde su historia
el ruido de tu corazón entre sus sueños. 

TIGRA CON MANCHAS

En el espejo de esta lluvia intensa
aguacero de llantos y nostalgias
me veo en la imagen de una tigra
mostrándose los dientes
y su corazón de dragona sin alas.
Abro mi boca para restregarle mi guerra
los portones de mi cárcel,
el umbral de mi piel,
la penumbra de mi cielo,
el sinfín de mi mundo trastocado.

Un rugido extraño me estremece,
observo en mi cuerpo las manchas del tigre,
y el temblor de mi alma eriza mi piel.
Ahora camino y me muevo como tigra,
tengo recuerdos felinos que trastornan mi cabeza
el grito de los congos me parte el corazón,
y deseo masticar mariposas 
y hundir mi cuerpo en la maleza
restregarme de mañanas sin dueños
arañarme la imaginación que me impulsa al salto 
y al asalto del ronroneo y la pereza.

Quiero desaparecerme de mis garras el olor a verde
y la impudicia del agua,
la luz pervertida de la luna entre mis ojos
el vértigo de la música de los pájaros,
el flagelo de soñar todas las noches sin fin.

Y tu figura resbala en mis pupilas,
te veo reflejado en la luz que la luna
estampa en el amanecer de mi río,
o en el lecho profundo de mi ojo cerrado,
y veo caer tu palabra igual cuando se derriba una muralla
arrastrando lágrimas, relámpagos, algarabía y desenfrenos, dolor infinito.
Y queda entre mis ojos, en medio de la frente
tu amor como un tatuaje
y es como las manchas del tigre,
es como la lluvia en cascadas,
como la espesura de mi bosque
donde bailo y me estiro, bostezo y corro,
corro sin parar y salto en busca del vacío,
quizás encuentre mi estrella que se fue a refugiar
hace muchas lunas en los brazos de la muerte,
soy, tigra sola en danza irreflexiva con los arrebatos.

Busco su olor y no lo encuentro,
aspiro el aire y me atravieso la espuma y el rugido del mar,
la selva la tengo en la sangre,
me agito y muestro los colmillos coronados con los cuernos de la luna,
soy bosque, río, reserva biológica, 
Patrimonio de mi sola humanidad,
soy la tigra que busca y espera
la música que tensa el cuerpo de mi guitarra
y bailo, bailo como araña tejiendo la tela
que te atrapará en el cielo de mi vida,
para engullirte entre el colchón y mi almohada,
entre la tierra húmeda de mi patio
y la hojarasca del lago de Granada, 
o en el muelle de San Jorge, Rivas,
debajo de cada tabla despegada.

Ven ratoncito mío, que ya son las 12,
tengo desplegada la mesa de tus pasiones,
el baile de la fiera desnuda  
al pie de tu arcoíris.

Tienes que venir volando,
antes que se deshaga el hechizo
y dejes de ser mi Rey León,
mi Rey de la Selva.

PRISIONERO DEL PAISAJE

A John Milton

I

Perdí el paraíso Señor
perdí el paraíso
y ni un solo lamento
he dejado escapar 
ni un solo golpe
ni un aullido de dolor.
Por los siglos de los siglos he tenido
el alma desgarrada,
me ofreció el fruto de la ciencia
el fruto del bien y del mal
y en un instante, en un segundo
me vi en la eternidad sin ella…
¿De qué me serviría el paraíso sin ella?
Me ofreció el fruto y me vi como bandera
sin tierra, y sin historia
sin ella no tendría razón el paraíso
ni mi vida, ni la de mi descendencia,
ni la descendencia 
de mi descendencia.
Perdí el paraíso para siempre
perdí el paraíso Señor.

II

“Había supeditado la obediencia a Dios, a la 
seducción de la mujer”

John Milton.

Qué miras en la distancia Adán
con esos ojos brillantes como si soñaras
prisionero del paisaje 
y de la luz almerana de tu paraíso perdido.
Comiste del fruto prohibido 
el fruto del bien y del mal
el fruto del conocimiento
y supiste lo que es y vale la libertad.
Y caíste derrumbado al saber que habías perdido
el rocío de tu cielo
el amanecer de tus aguas tranquilas
el verdor cerrado de tus bosques
los trinos de las aves del paraíso
la dulzura de la voz de Dios llamándote.
Y en el iris del ojo de la amada
te vistes en la inmensidad del tiempo
sin el sonido de sus pasos en el viento,
con su imagen, su olor y su sabor
perdidos para siempre.
Y flaqueó tu alma.
¿Tan terrible es el amor?
¿Tan penosa la soledad?
Tu cuerpo de tierra, de agua, de barro, de lluvia.
Polvo era y en polvo se convertiría
y morirías a tu tiempo
comerías el pan con el sudor de tu frente
volverías al barro
pero con ella, junto a ella por siempre
las aguas del mundo les darían sepultura. 

RENACIMIENTO

Recién ocurrido los hechos de pesadilla
se me abrió una herida profunda en el alma
diario me lamía y relamía
como una animala sola.
Pero la tristeza me envolvía totalmente.
Era como un árbol sin hojas, 
como una tormenta que me desbordaba por los ojos,
por las manos, por el movimiento del cuerpo
por la forma de ver sin ver, por la forma de apretar las manos.
Limpiándome el alma y hundiéndola diario en el pozo del olvido
en el ataúd vacío sin cuerpo
en el hoyo que se abre en la tierra esperando su raíz
hasta que un día cerré de golpe los recuerdos
golpe seco, que hizo tambalear los astros
y dejé de ser un fantasma, un manuscrito viejo lleno de polvo
enarbolé mi bandera, y vestí mi soledad de fiesta.
Y me fui al mundo de nuevo.
Entonces conocí el amor.
Y los besos me hicieron juntar mis piezas rotas
y mi protesta fue su protesta.
Y su protesta fue mi protesta
le dimos rienda suelta a la imaginación
a hacer de la noche el reino de las mil y una noche
el reino de la nostalgia, de los sueños, el milagro del renacimiento
que junto con la poesía
son el ángel de la guarda de mis miedos
de mi esperanza, de mi historia.
Brindo por vos amor mío
río de mis desbordes incontenibles 
túnel por el que confundí al Minotauro.

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Nación en Managua, Nicaragua.
Doctora en Derecho, poeta, artista plástica. Fue durante 18 años Secretaria Ejecutiva del Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua. En los años 70 vivió en el exilio en Suiza, Francia, México y Costa Rica. Su obra ha sido publicada en Antologías nacionales e internacionales. Ha sido traducida parcialmente al inglés, alemán, italiano, rumano y turco. Ganadora del Premio “Ricardo Morales Avilés” de la Unión de Escritores de la A.S.T.C. 1982, por su libro EN DEFENSA DEL AMOR. En su libro MÁSTILES Y VELAS, del Fondo Editorial Cira, 2002, narra su itinerario existencial de amor y desamor, con la sola voluntad de descubrir su condición de amante, amiga, esposa y hermana. Miembro del Centro Nicaragüense de Escritores y poeta fundadora de la Asociación Nicaragüense de Escritoras.