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Roberto Díaz Castillo: memoria viva

1 abril, 2014

Conocí a Roberto Diaz Castillo en mis años centroamericanos, cuando me tocaba viajar a menudo a Guatemala, y él fue nombrado Director de Cultura de la Universidad de San Carlos en 1970, por el recién electo rector, Rafael Cuevas del Cid. Venía desde una rica tradición de lucha política desde sus años estudiantiles, en el exilio en Chile cuando el golpe contra Jacobo Arbenz en 1953, y siempre en la lista negra de los regímenes militares que vinieron después, y que no toleraban ningún pensamiento de izquierda, de cualquier matiz que fuera.


Su tarea cultural en la universidad fue múltiple, pero quizás su mejor obra de entonces haya sido la creación de la revista Alero, una de las más notables que ha habido en Centroamérica, y también publicó espléndidos libros en la Editorial Universitaria, también  a su cargo, con el mismo gusto gráfico con que ponía en Alero.

Las fuerzas represivas no le quitaron nunca el ojo de encima. En 1980 su hijo José León fue asesinado en una de las calles de la ciudad de Guatemala, sólo por amedrentar a Roberto y tomar venganza contra él. Salió al exilio hacia México, y allí estaba cuando le propuse venirse a Managua para dirigir la Editorial Nueva Nicaragua, recién fundada por la revolución. Fue una escogencia inspirada, porque supo llevar adelante una de las tareas culturales más trascendentales de la historia de Nicaragua.

A lo largo de sus años de existencia, por casi dos décadas, la editorial publicó más de 200 títulos de libros que podían llegar a precios accesibles a todos los sectores sociales, más de 2 millones de ejemplares de tirada total, desde una colección de clásicos de la literatura universal, en colaboración con el Instituto del Libro de Cuba,  a autores hispanoamericanos contemporáneos, y ya no se diga los escritores nicaragüenses, empezando por Rubén Darío, hasta los más jóvenes. Por primera vez tuvimos en Nicaragua ediciones de hasta 20 mil ejemplares, como ocurrió con una antología de poemas de Ernesto Cardenal.

Aún después de la derrota electoral de 1990 la editorial pudo seguir adelante, siempre bajo la dirección de Roberto, gracias al apoyo de los gobiernos de Suecia y Francia. Cuando regresó a Guatemala, completó su tarea Luis Rocha, hasta que ya en tiempos adversos, no fue posible sostener más la editorial, y hubo que cerrarla.

Roberto, el Piqui, como lo llamábamos cariñosamente sus amigos, fue un humanista en todo sentido, un verdadero renacentista de los trópicos centroamericanos. Luchador por la causa de la soberanía y el progreso social de su país, divulgador cultural, editor de cuidadoso esmero y gusto, narrador y memorialista, historiador de su propia época, folclorista, investigador de las tradiciones culturales de Guatemala, museógrafo, crítico de arte, coleccionista de artesanías.

Se había retirado a vivir desde hacía algunos años a Antigua Guatemala, donde participó en diversos iniciativas culturales al lado del arquitecto Américo Giracca, la más importante el parque de Santo Domingo del Cerro, un complejo que incluye un museo y espacios culturales abiertos, donde figura una impresionante escultura en metal de Luis Diaz dedicada al sacrificio de Jose León.

Murió en Antigua en febrero de este año, donde se ocupaba de dirigir el Centro Cultural Santo Tomás de Aquino, de la Universidad de San Carlos, y Carátula quiere rendir homenaje a su obra y su memoria. 

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Escritor nicaragüense. Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2017. Fundó la revista Ventana en 1960, y encabezó el movimiento literario del mismo nombre. En 1968 fundó la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) y en 1981 la Editorial Nueva Nicaragua. Su bibliografía abarca más de cincuenta títulos. Con Margarita, está linda la mar (1998) ganó el Premio Internacional de Novela Alfaguara, otorgado por un jurado presidido por Carlos Fuentes y el Premio Latinoamericano de Novela José María Arguedas 2000, otorgado por Casa de las Américas. Por su trayectoria literaria ha merecido el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, en 2011, y el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español, en 2014. Su novela más reciente es Ya nadie llora por mí, publicada por Alfaguara en 2017. Ha recibido la Beca Guggenheim, la Orden de Comendador de las Letras de Francia, la Orden al Mérito de Alemania, y la Orden Isabel la Católica de España.