
Rubén Darío y Salvadora Debayle
1 abril, 2025
“Salva primero tu corazón”: el poema de Rubén Darío dedicado a Salvadora Debayle
En este artículo se examina un poema poco conocido que el poeta nicaragüense Rubén Darío escribió para la joven Salvadora Debayle. Günther Schmigalle traza la relación entre la advertencia poética de Darío y el destino de Salvadora, quien se convertiría en una figura clave del régimen somocista en Nicaragua.
En febrero de 1908, Rubén Darío, durante su viaje triunfal a Nicaragua, pasó unas semanas de vacaciones en la isla del Cardón, frente a Corinto, por invitación del doctor Luis H. Debayle1, y en esta ocasión hizo amistad con un hijo y dos hijas de su amigo. El hijo era Luis Manuel Debayle, de catorce años, y las hijas eran Salvadora, de doce años, y Margarita, que tenía apenas siete. A cada una de las muchachas Darío dedicó un poema: “Margarita está linda la mar”, cuento bonito en versos armoniosos, un poema que hasta el día de hoy las madres leen a sus niños en España y América. “A Salvadorita Debayle”, por su parte, sigue siendo un poema poco conocido, a pesar de que Ana Salvadora Debayle Sacasa (1895-1987) llegó a ser todo un personaje de la historia nicaragüense, y superó en fama, fortuna y poder a su hermana Margarita Debayle Sacasa de Pallais (1900-1983). El poema “A Salvadorita Debayle” reza:
En esta vida de ansia infinita,
todos buscamos la salvación;
salva primero tu corazón!
Ten muy presente que en este mundo
sin Dios no hay vida, ni existe ser;
y que Dios vive, vivo y profundo,
entre los ojos de la mujer.
Cuando resuene la hora suprema,
cuando te llegue la hora de amor,
no pongas hieles en tu poema,
no martirices tu ruiseñor.
Ya viene el príncipe para tus sueños;
¿es rey del oro o es del amar?
Incienso puro y olientes leños,
vienen tus sueños a perfumar.
La perla nueva, la frase escrita,
por la celeste luz infinita,
darán un día su resplandor;
¡ay, Salvadora, Salvadorita,
no mates nunca tu ruiseñor!
No sabemos con qué comportamientos Salvadorita, que tenía apenas 12 años, provocó las preocupaciones y admoniciones que el poeta expresa en este poema. En un periódico británico se podía leer unos años antes: “De los doce o catorce a los dieciocho o veinte años … la juventud, hay que confesarlo, no siente mucho; y, lamento decirlo, es el sexo más suave, especialmente, el que, según se dice, atraviesa un período de crueldad casi absoluta”2. Podemos suponer que Darío, con su gran sensibilidad, sintió en el carácter de la niña un carácter muy fuerte, una ambición extrema que podía resultar fatal para las aspiraciones más finas y más altas de su alma. Hoy, leyendo el poema a contrapelo, podemos descifrar en él una buena parte de la historia de Nicaragua en los años 1936-1979, en la cual Salvadora desempeñó un gran papel como primera dama de la dinastía Somoza.
Ocho años después del encuentro con Rubén Darío, para Salvadora llegó la hora de amor, cuando, como estudiante en Estados Unidos, conoció a Anastasio Somoza García, quien seguía la carrera de Perito mercantil y trabajó en diversas compañías estadounidenses. No era entonces, y nunca llegó a ser un príncipe azul, pero “en Filadelfia aprendió inglés, un poco de contabilidad y mucho sobre técnicas publicitarias básicas, aparte de simpatizar con el equipo de beisbol de la ciudad”3. La aristocrática familia Debayle no lo aceptó fácilmente, a pesar de ser hijo del senador Anastasio Somoza Reyes, miembro del Partido Conservador, alcalde de San Marcos y hacendado de la región de Carazo. Ya vencida la resistencia familiar, Salvadora y Anastasio se casaron por lo civil en Estados Unidos, y por lo eclesiástico en León. En 1921, 1922 y 1925 nacieron su hija Lillian y sus hijos Luis y Anastasio. Los inicios profesionales de Anastasio Somoza eran modestos. Un tiempo fue “inspector de medidores de la Metropolitan Light and Power Company, trabajo que su tío Alberto Reyes, en cuya casa residía por algún tiempo, le había procurado a través del gerente y socio de la empresa, don Canuto Reyes”4. En 1919 “se dedicó al comercio de exportación e importación … enseñó boxeo y fungió como árbitro en partidos de beisbol. Luego por un corto tiempo, consiguió ser inspector de letrinas”, apunta Arellano5, y Ernesto Cardenal explica: “El oficio que tenía era el de inspector de escusados. … A mi casa llegaba con esa inspección. En realidad no está claro si inspeccionaba baños, o inodoros y letrinas, o sumideros (o tal vez todo a la vez, pues todo eso se ha dicho). O tal vez inspeccionaba el agua. Parece, en todo caso, haber sido un inspector del Ministerio de Salud”6. La versión de Sergio Ramírez es un poco diferente: “La Rockefeller Foundation Sanitarian Mission lo nombra inspector de excusados, y se gana el sobrenombre de mariscal por la lámpara de mano de largo fuste que debía usar para alumbrar las letrinas”7. Inspeccionar excusados, en fin, era un trabajo honorable, ya que formaba parte de la lucha contra la malaria. Y gracias a su bilingüismo y su habilidad para relacionarse con las fuerzas de ocupación norteamericanas (según Ramírez pasaba horas y horas jugando póker con los marines), Somoza García, conocido como “Tacho”, ascendió rápidamente. En 1933, los americanos lo nombraron jefe director de la Guardia Nacional. En 1934, su prestigio en los Estados Unidos se consolidó, cuando, de acuerdo con Arthur Bliss Lane, el Embajador de Estados Unidos, y con el beneplácito de los líderes del partido liberal y del partido conservador, mandó a asesinar a Sandino, inmediatamente después de concluir la paz con él. “En su curriculum político … su mayor logro fue la planeación y ejecución del asesinato de Augusto César Sandino. Este crimen político le valió el reconocimiento permanente del gobierno de los Estados Unidos”8. Pero el crimen no era solamente político, sino que correspondía también a un choque de caracteres irreconciliables. “El poder de Somoza incluía una desmedida ambición de riqueza. No solo llegó a fundir en su persona a la Guardia Nacional y al Partido Liberal Nacionalista, sino al mayor empresario del país. Su voracidad invadía prácticamente todos los aspectos de la vida económica y utilizaba al máximo los recursos del Estado”9. Sandino, por su parte, describió su propio carácter y su pensamiento de esta manera: “Amo la justicia y por ella voy al sacrificio. Los tesoros materiales no ejercen ningún poder en mi persona; los tesoros que anhelo poseer son espirituales.”10 Durante la ejecución de Sandino, Somoza y Salvadora asistieron a una reunión poética, donde la poetisa peruana Zoila Rosa Cárdenas recitó poemas de Rubén Darío. La muerte de Sandino era el comienzo de una interminable masacre. “En cuanto a los asesinatos, [Somoza] había contabilizado tantos en la década de 1950 (campesinos masacrados, prisioneros asesinados a tiros o torturados a muerte, manifestantes abatidos a tiros) que resulta imposible detallarlos”11.

- Dr. y Coronel Luis Manuel Debayle. Tío de Doña Salvadora Debayle.
- Embajador Miguel Escoto Muñoz (El Conde Escoto) incondicional de la familia Somoza, y padre de Miguel D’Escoto, el #7.
- Dr. y Coronel Egberto Bermúdez.
- Adriana Salinas.
- Marlene Moncada.
- Dr. José María Moncada.
- Miguel D´Escoto Brockman.
- Rita Amanda Escoto Brockman.
- Doña Salvadora Debayle de Somoza.
- Gral. Anastasio Somoza García.
- Guillermo Sevilla Somoza, nieto mayor del matrimonio Somoza-Debayle.
- Doña Rita Brockman. Madre de Miguel D´Escoto B.
En 1936, Somoza, actuando bajo la influencia de Salvadora, propinó un golpe de Estado al presidente Juan Bautista Sacasa, lo eliminó y puso un fantoche. En 1937, Somoza asumió la presidencia de Nicaragua. “Salvadora Debayle de Somoza compartía el poder de su marido. Mejor dicho: la gente se dirigía a ella en busca de ayuda de toda clase; y los somocistas rendían culto a la personalidad de la pareja gobernante”12. Sin llegar a ser copresidenta, Salvadora “ejercía un gran poder no visible, un ejemplo de ello ocurrió a inicios de la década del 40 cuando ella se quejó con su esposo de que su nombre había sido omitido en la crónica social del diario La Prensa de una lista de damas asistentes a una fiesta. Esto provocó la furia de Anastasio Somoza, quien en venganza cerró La Prensa por tres días”13. “Entre sus actos de filantropía es conocido un evento realizado en la Navidad de 1938, donde repartió 25.000 regalos a los niños de escasos recursos en Managua”14. Hacía trabajo caritativo y visitaba a los enfermos:
“Los guardias sabían dónde encontrar la ropa que Salvadora Debayle Sacasa descartaba: en bultos flotantes arrastrados por las mansas aguas de Tiscapa. Todos los jueves nadaban para pescar los paquetes que la primera dama arrojaba a la laguna cuando volvía de hacer sus obras caritativas en el Leprocomio. Nomás entraba a la casa pasaba directo al baño diciendo: ‘No se me arrimen, no se me arrimen’. Metía su ropa en bolsas de basura, se echaba alcohol y se lavaba el pelo, porque no se le quitaba la idea de que un día de esos iba a contagiarse de lepra”15.
En mayo de 1939 Salvadora acompañó a Anastasio Somoza cuando fue recibido triunfalmente en Washington. El desfile militar llevado a cabo en su honor el 5 de mayo involucró 751 oficiales de policía, 400 miembros del cuerpo de Bomberos, 9 aviones conocidos como “fortaleza volante,” 30 tanques de guerra y un cuerpo de artillería. A principios de la década de los 40, según fuentes cercanas a la familia, tan sólo la fortuna personal de Somoza (sin contar el patrimonio familiar) ascendía a 300 millones de dólares, una asombrosa suma para la época.
El 6 de febrero de 1941, se celebró en Nicaragua un Congreso por motivo del XXV aniversario de la muerte de Darío, cuyas actas se publicaron bajo el título: Nicaragua y Rubén Darío en el XXV aniversario de su muerte (Managua, Talleres Nacionales de Imprenta y Encuadernación). El Comité Nacional Rubén Darío incluyó como presidente honorario al General don Anastasio Somoza y como presidente en funciones al doctor Gerónimo Ramírez Brown. En otros cargos importantes figuraron Josefa T. de Aguerri, Horacio Espinosa, Edelberto Torres, Manuel F. Zurita, Monseñor José Antonio Lezcano, Hernán Robleto, David Stadthagen, Juan de Dios Vanegas y Mariano Vega Bolaños. La celebración de este aniversario provocó una especie de renacimiento poético, en el cual se destacó, entre otros, Arturo Somoza Medina, nacido en 1898. Este poeta, que sufría de una deformación física, era empleado de la Compañía de Ferrocarriles. Publicó en el diario La Noticia una columna intitulada “Desde la Torre de mi Orgullo”, donde declaró: “Yo soy un hombre enfermo, profundamente enfermo” (“Invocación”); “Yo soy atormentado de la vida” (“Yo”); “Treintisiete años de vivir la vida / alimentada de melancolía” (“¿….?”); “Me llaman poeta delicado y triste” (“Yo soy así”); “Se me enferma el alma al ver los panteones / do tarde o temprano, tendré que llegar” (“Qué…?”); “Somos un asco todos los humanos” (“Miseria humana”); “Ha sido un calvario doliente mi vida” (“El hombre y sus cuerpos”); “Yo soy atormentado de la vida” (“Ley Kármica”); “Qué triste es el Karma que envuelve mi vida” (“Eterna verdad”), etc. Expresó su veneración por Darío en “Mi responso a Darío (En el 26 Aniversario de su muerte)”, donde compara a Darío con Dante, Víctor Hugo y Galileo, y en ciertos poemas que parecen repetir temas de Darío: “A Franklin D. Roosevelt”, “A Colón”, tratando ingenuamente a Roosevelt como encarnación de la democracia, y a Colón como pionero del progreso, muy lejos de la complejidad de los modelos darianos.
En enero de 1945, Anastasio Somoza García publicó su artículo “La Isla del Amor”, que fue criticado duramente por Gonzalo Rivas Novoa (Ge Erre Ene), quien calificó el escrito como “un golpe asestado sobre la frente de las musas”16. Somoza disfrutaba casi siempre del humor y le gustaba contar chistes, esta vez se enojó y mandó a su Guardia para apresar al humorista, quien logró escapar por el techo de su casa y tuvo que exiliarse durante seis meses en Costa Rica. Según la tradición popular, la Isla del Pájaro en el Lago de Xolotlán, rebautizada Isla de Amor por Somoza, le servía a este último para sus amores secretos. ¿Ya estaba, pues, distanciado de Salvadora Debayle? ¿Llevaron doble vida? Lamentablemente, tanto el artículo de Somoza García como la crítica de Ge Erre Ene han desaparecido completamente; sabemos de su existencia solamente por medio de referencias veladas y alusiones más o menos obscuras, igual como ocurre con los textos de algunos filósofos presocráticos.
Lo que sí sabemos es que comenzando por los años treinta, en Nicaragua se desarrolló un discurso somocista de veneración a Darío, y paralelamente un discurso humorístico que buscaba cómo subvertir al anterior. El primero ha quedado documentado en el diario somocista de la época, La Noticia; y el segundo en La Semana Cómica y Los Lunes de la Nueva Prensa, de Gabry Rivas. Los dos culminaron casi en el mismo momento: el primero con el citado Congreso del 6 de febrero de 1941, primer homenaje importante que el somocismo ofreció a Darío, y el segundo con la publicación de Morado, libro humorístico y subversivo de Ge Erre Ene que sale a la luz en este mismo año, en el cual se parodian 21 poemas de Rubén Darío y uno de cada uno de los autores siguientes: Rubén Darío, José Zorrilla, Juan de Dios Peza, Amado Nervo, José Asunción Silva, Emilio Carrere, Ramón de Campoamor, Joaquín y Serafín Alvarez Quintero.
En 1947, el personaje escogido por Somoza para sustituirlo por cuatro años como presidente se rebeló contra su amo. “Leonardo Argüello … le reservaba una sorpresa y, aunque gobernó menos de un mes, del 1 al 26 de mayo, en ese tiempo no se comportó como Somoza García esperaba. Se mostró desde el principio decidido a terminar con el poder de la familia, empezando por quitar a su hijo menor, Anastasio Somoza Debayle, los cargos de Comandante del Primer Batallón e Inspector General de la Guardia Nacional. Seguidamente, despidió a cientos de empleados gubernamentales que en realidad trabajaban en propiedades privadas de la familia, a lo que Somoza respondió dando un Golpe de Estado con la guardia personal asignada a sus propiedades y a su residencia de La Curva”17. Julio César Sandoval comenta la situación:
“El nuevo presidente siguió con sus cívicas imprudencias. Retiró a todos los serviles del Gabinete, les retiró a los curas sus granjerías y envió a las Cámaras grandes proyectos. Acababa de empezar en el Gobierno y parecía un tigre. Furioso el Dictador, se enclaustró en La Curva y empezó a mover los alambres de su maquinaria política. El anciano filósofo, Don Leonardo, estaba casado con una mujer de la que, en su juventud, se dijeron muchas cosas. Tiempo pasado18. Pero como en la guerra todo se vale, y Somoza y Argüello estaban en plena guerra declarada, mandó doña Yoya (Salvadora Debayle de Somoza, la esposa del General) a sus sirvientes a que se llevaran de la Casa Presidencial todos los muebles, y los cuadros y los atresos. Se llevaron… hasta el sillón del escritorio de Don Leonardo, porque la señora decía que «todo era suyo». La Primera Dama, la esposa de don Leonardo, quiso retener unos jarrones de mata de piedra, pero dijo doña Yoya gritando: «Esos jarrones también son míos. ¿Te los querés robar? ¡Sabía que sos puta, no sabía que eras ladrona!» La Casa Presidencial quedó vacía. Don Leonardo mandó a traer sus butacos de junco y todos los asientos de su casa, mientras abajo, en la Avenida Roosevelt, el pueblo gritaba mueras contra La Guardia.”19
Leonardo Argüello estuvo en el cargo durante 26 días; después tuvo que asilarse en la embajada de México. El 19 de junio de 1947, su hija Ena Argüello de García escribió a Salvadora Debayle de Somoza:
“Yoya: Pide a Dios, que es tan justo siempre, tarde o temprano, que trate a tu familia con benevolencia, pues el daño que han hecho a Nicaragua, en primer lugar, y a los hombres dignos, en segundo, no puede quedar impune. Que él tenga misericordia con ustedes.”20
El 15 de diciembre del mismo año, don Leonardo murió en la capital mexicana.
El 21 de septiembre de 1956, ya iniciada la campaña para su nueva reelección, Anastasio Somoza y Salvadora participaron como invitados de honor en un baile en la Casa del Obrero de León. “Somoza había sido advertido días antes, por tres veces consecutivas, de que su vida podía peligrar e, incluso, había recibido un telegrama del presidente de la República Dominicana, Rafael L. Trujillo, diciéndole que corría el rumor por Centroamérica de que era hombre muerto, por lo que sus asesores le aconsejaron no asistir esa noche a la Casa del Obrero. Además, su servicio de seguridad le había insistido en que llevara un chaleco antibalas y en que se registrara a todos los asistentes a la celebración. Pero Somoza ni lo autorizó, ni siquiera contestó a Trujillo”21. “[Salvadora] estaba junto a su peinador, manicurista y modista y discutía con Somoza García ya que Salvadora quería reforzar la seguridad en el edificio, además de que él usara el chaleco antibalas”22. Somoza García no hacía caso a ninguno de ellos. Su esposa estaba al lado de su marido cuando fue ajusticiado por Rigoberto López Pérez, poeta y tipógrafo del diario de Rafael Corrales de León. „Cosechando el odio que habría sembrado entre su propio pueblo, el General Anastasio ‘Tacho’ Somoza García murió el 29 de septiembre de 1956 en el Hospital Gorgas de la zona canalera de Panamá”23.
Salvadora siguió ocupando un rango destacado en el clan familiar somocista, ya no como primera dama, sino como madre de dos presidentes: su hijo mayor Luis, apodado “el bueno” (1956-1963), y su hijo menor Anastasio, apodado “el malo” (1967-1979). En diferentes ocasiones sus nueras le concedían una posición preferencial al de ellas como primeras damas. Incluso durante el gobierno de su hijo «Tachito«, Salvadora entraba a las recepciones y galas junto a su nuera Hope24. Sin embargo, las frecuentes confrontaciones entre sus dos hijos varones, la motivaron a instalarse en los Estados Unidos, al lado de su primogénita Lillian Somoza de Sevilla-Sacasa. Por eso, aunque todavía poderosa, doña Salvadora se hacía menos visible.
Bajo el gobierno de Luis Somoza se constituyó, primero en la clandestinidad, el movimiento sandinista de oposición a la dictadura. Bajo Anastasio Somoza Debayle (“Tacho II”), cuya campaña electoral fue marcada por la masacre de la Avenida Roosevelt, el 22 de enero de 1967, la represión y la corrupción alcanzaron sus mayores cotas. Sin entrar en los detalles sangrientos de aquella época, vale la pena recordar un episodio acaecido en 1958. El escritor Anastasio Lovo, nacido en Bluefields en 1952, cuyo padre era teniente general en la Guardia Nacional, cuenta en la pequeña autobiografía que introduce su libro de poesía Frutos del deseo: “En 1958 acompañé a mi padre el Coronel Joaquín Lovo a ver al general Anastasio Somoza Debayle a la Loma de Tiscapa. Después que el General saludara efusivamente a mi padre… Él y Don Luis Somoza Debayle le decían: Papa Lovo. Después de que preguntara quién era yo, y que mi padre le respondiese: Tacho; el otro Tacho me alzó a una altura de vértigo y después de depositarme en el piso, le dijo a mi padre: ‘Ve, papá, esta es la cabeza y el arma de Ramón Raudales25, el último sandinista’. Sobre el escritorio del General vi a los seis años, la cabeza cortada de un hombre, con el pelo hirsuto, con lamparones de manchas verdes en la tez, con restos de lodo, con restos de sangre, con los ojos semicerrados, como viendo los gajes y oficios de la tiranía, navegando en la inmortalidad de su muerte.”26
En 1974, el FSLN salió de la clandestinidad. En 1979, después de la toma del Palacio Nacional de Managua por un comando del FSLN (agosto de 1978) y la insurrección general (septiembre de 1978), Anastasio Somoza Debayle, que no andaba bien de salud, ya había sufrido dos infartos, y se encontraba cada vez más aislado internacionalmente, fue invitado por Omar Torrijos, el presidente de Panamá, a una reunión en la isla Contadora, en el Pacífico panameño, a la que también asistieron Carlos Andrés Pérez de Venezuela, Rodrigo Carazo de Costa Rica, y Julio César Turbay Ayala de Colombia, y le dijeron: “’Tachito, tenemos orden de (Jimmy) Carter que el gobierno tiene que ser para los sandinistas’. Él los insultó: ‘Cabrones hijos de puta…’. Y Torrijos le respondió: ‘Tachito, tú sabes, somos gerentes de sucursales’”27.
Después de la Revolución sandinista, en el exilio, Salvadora quedó como una figura eminente dentro del extenso clan Somoza. Tenía 85 años cuando, el 17 de septiembre de 1980, su hijo “Tachito”, después de huir de Nicaragua y comenzar una nueva vida en Paraguay, fue asesinado por un grupo guerrillero en la lujosa Avenida Francisco Franco en Asunción. Uno de los miembros del comando declaró: “No podemos tolerar la existencia de playboys millonarios mientras miles de latinoamericanos mueren de hambre”28. Un periodista observa: “Anastasio ‘Tachito’ Somoza murió cosido a balazos y rematado con un cohete en el asiento trasero de su lujoso automóvil. Y su cadáver estaba tan destrozado que sólo pudo ser reconocido por sus pies. Sus restos descansan en un cementerio de Miami”29. Salvadora Debayle, esposa de Anastasio Somoza García y madre de Luis Somoza Debayle y Anastasio Somoza Debayle, muerta en 1987 a la edad de 91 años, yace en el mismo lugar. Que se sepa, ni ella, ni su marido, ni sus hijos se dejaron abrumar en ningún momento ni por la culpa, ni por las consecuencias de sus acciones. Una cita bíblica viene a la mente: ¿De qué le sirve a una persona ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿No será esta la pregunta que inspiró el poema premonitorio de Darío dirigido a Salvadora Debayle?
1 Cf. Jorge Eduardo Arellano, El sabio Debayle y su contribución a la ciencia médica en Centroamérica, Managua: Hispamer, 2008, capítulo “El amigo de Darío”, pp. 113-134; Edelberto Torres, La dramática vida de Rubén Darío, ed. definitiva, corregida y ampliada, San José, Costa Rica: EDUCA, 1980, p. 619.
2 The Times, 27 de abril de 1865, p. 11, comentario sobre Constance Kent y el asesinato de Road Hill.
3 Jorge Eduardo Arellano, El bienamado de Washington: Tacho Somoza (1896-1956), Managua: JEA Editor, 2019, p. 86.
4 Agustín Torres Lazo, La saga de los Somoza. Historia de un magnicidio, Managua: Hispamer, 2000, p. 54.
5 Ibíd., p. 88.
6 Ernesto Cardenal, Vida perdida. Barcelona: Seix Barral, 1999, pp. 412-413.
7 Sergio Ramírez, Margarita, está linda la mar, Madrid: Alfaguara, 1998, p. 166.
8 Arellano, El bienamado de Washington, p. 119.
9 Ibíd., p. 89.
10 Carta a Froylán Turcios, fechada en El Chipote el 1º de abril de 1928, cit. en: Augusto C. Sandino, El pensamiento vivo, Managua. Ed. Nueva Nicaragua, vol. 1 (de 2), 1984, p. 70.
11 John A. Booth, The End and the Beginning. The Nicaraguan Revolution, Boulder, Colorado: Westview Press, 2a ed. 1985, p. 61.
12 Arellano, El bienamado de Washington, p. 152.
13 Wikipedia.
14 Wikipedia Español: https://es-academic.com/dic.nsf/eswiki/1050971.
15 Amalia del Cid, “Salvadora Debayle: La matrona de los Somoza”, La Prensa Magazine, diciembre de 2015, https://www.laprensani.com/magazine/reportajes/salvadora-debayle-mama-yoya/, página consultada el 22/01/2025.
16 Ge Erre Ene,“Trascendentales declaraciones”, Los Lunes de la Nueva Prensa, 18 de marzo de 1946,
17 María Dolores Ferrero Blanco, “Las relaciones interdependientes de los Somoza de Nicaragua con EE. UU. (1936-1979)”, Hispania Nova, n.° 10, 2012, p. 12, http://hispanianova.rediris.es/10/articulos/10a003.pdf,
18 Leonardo Argüello Barreto (1875-1947), de profesión médico y cirujano, tenía seis hijos de su primer matrimonio con Adela Peñalba Argüello, que murió en 1938. El 30 de junio de 1945 se casó en segundas nupcias con Haydée Baca Obregón, “de oficio doméstico” según el acta de matrimonio.
19 Julio César Sandoval, “De cómo el Doctor Leonardo Argüello y el Ingeniero Enrique Bolaños tienen vidas paralelas”, El Nuevo Diario, 23 de septiembre de 2002.
20 Arellano, El bienamado de Washington, p. 167.
21 Ferrero Blanco, loc. cit., p. 15, y Agustín Torres Lazo, La saga de los Somoza, Managua: Hispamer, 2000, p. 127.
22 Wikipedia. Cf. Ramírez, Margarita, está linda la mar, pp. 310-314.
23 Booth, The End and the Beginning, p. 70.
24 Wikipedia.
25 Ramón Raudales (1890-1958). “En 1958 el general Ramón Raudales antiguo miembro del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN), retomó la lucha armada, esta vez contra el régimen somocista. Organizó dos columnas de 40 hombres que entraron desde Honduras a Nueva Segovia por Teotecacinte el 15 de septiembre. Desafortunadamente el 14 de octubre en Yanlí, resultó herido durante un combate y murió cuatro días después. Posteriormente el movimiento guerrillero se desintegró” (http://www.ejercito.mil.ni/contenido/relaciones-publicas/publicaciones/docs/memoria-1979-2009-026-049.pdf, página consultada el 21/01/2025).
26 Anastasio Lovo, Frutos del deseo, Managua: Foro Nicaragüense de Cultura, 2012, pp. 11-12.
27 Hugo Martin, „A 40 años del atentado que mató a Anastasio Somoza: un comando del ERP, Julio Iglesias y un fotógrafo que soportó torturas”, Infobae, 17 de septiembre de 2020, https://www.infobae.com/sociedad/2020/09/17/a-40-anos-del-atentado-que-mato-a-anastasio-somoza-un-comando-del-erp-julio-iglesias-y-un-fotografo-que-soporto-torturas/, página consultada el 21/01/2025. “Pese a todo, y aún con tantos aliados como Somoza había encontrado en EE.UU., era ya un personaje del pasado. EE.UU. decidió pronunciarse rotundamente: de una parte, a través de la OEA, que en su sesión XVII excluyó a Somoza como miembro de la misma y, de otra, mediante el Departamento de Estado, que declaró que ya no existía posibilidad alguna para su permanencia. El Secretario de Estado, Cyrus Vance, fue enviado con la misión de conseguir que Somoza abandonara su empeño de continuar en el poder, seguido poco después del nuevo embajador en Nicaragua, Lawrence Pezzullo, que llevaría a cabo los últimos intentos de propiciar una retirada digna. Pero Somoza se repetía una y otra vez recordándoles a todos los servicios prestados en la Guatemala de Arbenz y en el ataque estadounidense a Bahía de Cochinos contra Fidel Castro. Ni Bowdler, ni Pezzullo, ni Cyrus Vance pudieron lograr su objetivo y Somoza todavía desató una masacre en el tiempo que transcurrió hasta que pudo asimilar su derrota, bombardeando una vez más sus propias ciudades” (Ferrero Blanco, loc. cit., p. 45).
28 Wikipedia.
29 Hugo Martin, loc. cit.
Filólogo alemán, doctor en filología moderna por la Universidad de Frankfurt am Main (1980). Autor de estudios sobre André Malraux, Ernest Hemingway, W. B. Yeats, la literatura de la guerra civil española y la literatura nicaragüense. Publicó ediciones críticas de varias obras de Rubén Darío y artículos sobre la vida de Darío en París y su relación con la literatura francesa. Fue profesor de la Escuela de Bibliotecología y de la Escuela de Arte y Letras, UCA, Managua, en los años 1988-1994.