Santiago Montobbio en tiempo de pandemia

6 febrero, 2022

El 23 de noviembre participé en una live en la que se dio a conocer la última obra de Santiago Montobbio en tiempos de pandemia De infinito amor  – Cuaderno del encierro.

Conocí al profesor y poeta de Barcelona, España, Santiago Montobbio, por poemas que me fueron enviados en cuadernos y, a continuación, por sus varios libros de poesía.

Sensibilizada por sus poemas, los he presentado en comunicaciones en congresos que fueron publicadas en sus anales, he escrito ensayos, he hecho traducciones publicadas en revistas y periódicos, y he realizado grabaciones de poemas suyos.

Muchos lectores reconocen la grandeza de la producción poética de Montobbio y él, por su parte, demuestra el gran admirador que es de los escritores, y el gran lector que es de muchos de ellos, sea con las referencias que les hace en sus artículos, sea incorporándolos en los intertextos poéticos.

En cuanto a la notoriedad de este profesor poeta, la demuestran las traducciones de sus poemas en diferentes idiomas: inglés, francés, portugués, alemán, italiano, rumano, danés, albanés y holandés.

Desde 2005, recibo libros poéticos de Santiago Montobbio, para empezar con El anarquista de las bengalas, publicadoen 2005, en Barcelona, por March Editor, escrito en 1987, de cuyo libro grabé la traducción del poema “En la botella del náufrago”, “Na garrafa do náufrago”, en una producción de video on line hecha por María García Esperón, en el 20 de enero de 2017.

Sigue el poema original:

Lo escribo por si a alguien ayuda:
esto no es un poema, tampoco es una elegía,
sencillamente esto no es más que aceptar
el inevitable fracaso que espera
a quien inicia en las palabras
su oscura travesía.

 

No otra cosa tenemos, nada más nos queda. (p. 15)

A él le pareció que esa obra no sería exitosa y lo dirá en el verso de “En la botella del náufrago”: “el inevitable fracaso que espera”.

En este poema Montobbio expresa la verdad de su propia existencia en la lógica de imágenes en la que crea la idea de la esperanza con la de una botella tirada al mar por un náufrago y que flotando en las aguas espera quien la pueda recoger, o sea, su palabra poética allí guardada espera que alguien la lea.

En ese discurrir, la imagen poética nos revela la autenticidad del ser del poeta: la timidez, o el anhelo de ser leído y el miedo de ser rechazado. Y así empieza: “Lo escribo por si a alguien le ayuda.”  Pero nada de fracaso hay en El anarquista de las bengalas. No lo hubo. Al revés.  Pasa a ser reconocido tanto por los críticos como por el público en general.

Santiago tiene el afán de leer y por eso cita a los escritores que le han complementado para su pretensión poética y, estimulado por los buenos conceptos sobre la fuerza poética y profundidad lírica de sus versos, produce exitosos libros de poemas, y recibe cumplidos y halagos como se puede leer en comentario hecho por Juan Carlos Onetti para “Hospital de Inocentes”, en 1989:

          Muy pocas veces me produce alegría contestar a los autores que
          me envían sus obras. Este es un caso distinto. Me hace feliz
          escribirle porque su libro HOSPITAL DE INOCENTES es muy bueno
          y de manera misteriosa siento que coincide con mi estado de ser 
          cuando estoy escribiendo. (OLIVEIRA, p.23)

El reconocimiento por el talento poético sigue destacando la belleza, fuerza y hondura de la poesía de Montobbio. Así, Camilo José Cela encontró “tan hondos y hermosos” los poemas; Ernesto Sabato proclama sus versos “magníficos”; Miguel Delibes confiesa que “Envidio la fuerza de su verso”; Carmen Martín Gaite declara que sus poemas “salen de un pozo muy oscuro y verdadero”.  Pedro Sevylla de Juana comenta que “Son poemas dejados salir de dentro, rápidos, pero no en tromba, cediendo su paso. Sorprende la rapidez, sin urgencia eso sí, de su escritura. Debió suceder como si los escribiera al dictado uno tras otros; sin embargo, hay en ellos hondura, pensamiento y originalidad formal. […].” (SEVYLLA DE JUANA, In; OLIVEIRA, 2007, p. 28).

Aclaramos que los poemas que se encuentran en El anarquista de las bengalas se escribieron a la par que los de Hospital de Inocentes, por eso se observa una encadenación temática entre esas obras. Pero se puede observar en todas las obras montobbianas que el poeta busca demostrar un ansia de escribir, la necesidad de hojas blancas, de cuadernos que expongan sus anhelos, temores y antojos, o sea lo que le inquieta en el alma, y esta congoja aumenta en esa época del covid 19. Este deseo confeso se repite en la reciente publicación De infinito amor – Cuaderno del encierro, de El Bardo/58, 2021, con 639 páginas, en las páginas 14-15:

         [..] necesidad del papel en blanco. Nada es como el papel en blanco y
         el papel en blanco es todo. Es el pozo en que abrevar la sed. La sed
         del alma, esa alma que no hay que apretar por ver si sale tinta, como
         dice otro poema de mi primer libro, el primero de ellos, […]
         Necesidad de escribir, necesidad de vivir, necesidad de decir.
         Necesidad, por ello, del papel. Del papel en blanco. El papel en
         blanco jamás es sólo el papel en blanco, puedo recordarlo en estos
         momentos y decírmelo y saber que esto es por completo verdad
         ahora más que nunca, pues el papel en blanco es la vida, y todo.
         Es donde caben y se pueden alzar los sueños, se pueden dibujar las
         esperanzas, aliviar el dolor, desahogar e intentar ahuyentar las
         sombras sobre el alma. El papel en blanco es reposo y batalla,
         cacería y búsqueda infinita. El papel en blanco es la necesidad más
         profunda y más íntima que precisa el corazón, para retratar en él el
         alma, la necesidad de la vida y de poder en él decirla, la necesidad
         que tenemos siempre y aún más hemos de tener y dice de modo
         especial estos días.

Escribir es la pasión, es el pasatiempo de Santiago, como lo era leer la de Alonso Quijano, personaje de Cervantes en El Quijote. En De infinito amor…, con fecha de 17 de julio de 2020, Montobbio confiesa:

         […] Escribo para pedir. Escribo para desear. Para soñar. Escribo para
         purgar la tristeza y si la hay también para decir la dicha de la vida.
         El mar, el verano. En todo escribo. Pero mejor es – y prefiero –
         escribir de la dicha de estar vivo, del horizonte y el sentimiento
         de libertad que es el mar, de la respiración que se hace más honda y
         más íntima entre los árboles, los pies sobre la tierra y, por ello, el
         corazón más hacia el cielo. Ya veremos. Lo ha de decir la escritura o
         el silencio.

Sin embargo, para la elaboración de su arte poético lo importante, como afirma en De infinito amor…, “es el amor, el principio impulsor de la producción del arte.” Y en 2012, en “La Nave de los locos” presenta la fuerza del amor y su relación con el arte:

         […] El amor mueve la tierra y persigue el aire. El amor es plena fruta,
         un redondo sueño y solo por amor puede volver el arte y hacerse
         hecho, ser presencia. Pero el amor y el arte se escapan tal agua
         entre los dedos. […]”       

Pero con todo se hace poesía aclara en De infinito amor, p. 21:

DE TODO. HACER POESÍA DE TODO.

Del encierro, de la soledad, de
los daños. De la pequeña dicha
que podemos encontrar de pronto
y de modo inesperado. Del aire
fresco que me llega desde el
balcón y el verde que me
alegra del árbol que a él
casi llega, Alegría del aire
y de lo verde, de la luz
y el sol, de la esperanza
que pese a todo no muere.

En su escritura las palabras tienen una belleza patente y una belleza oculta con arriesgados malabarismos de ideas. Hay reflexiones sobre cuestiones transcendentales e indagaciones en la razón de la escritura poética y un rendir culto a la vida, al árbol, a los pájaros, al día y a la noche Hay chispazos, ráfagas geniales en poemas que parecen una charla entablada entre un yo y un tú, como entre la comunicación entre el poeta y su madre respecto al paisaje desierto de Barcelona, en De infinito amor en 2021, p. 313:

CIUDAD ENCANTADA. SI QUIERES VER UNA CIUDAD ENCANTADA,
me dice mi madre, para que me asome, como ha hecho
ella, al balcón de la calle Pau Clarís en esta mañana
del Domingo de Pascua. Así lo hago. Nadie. Solo.
“Parece una ciudad encantada”, remacha mi madre.
Que lo que se ha limpiado el aire se hayan
también limpiado el corazón de algunos hombres.
No sé si esto es posible o es sólo una quimera,
una posibilidad remota e insensata que no puede
tenerse por esperanza. Me hacen albergar este sentimiento
esta quietud y esta paz insólita, y el fresco aire.
De él algo espero. Más bondad, más corazón, más manos
y miradas para todos.

Los poemas de Santiago en De infinito amor se presentan como la comunicación cotidiana. Con meras palabras, el poeta notifica lo que en su psíquico conservó del mundo, de lo que contempló, de con quien habló o vio, o sea, todo lo que le produjo emoción (sensorial o sentimental), y pasa aquella realidad exterior a él, es decir, o la realidad que le es interior le pasa a un interlocutor imaginario. De esa forma remito a la  teoría platónica de que la poesía no es ciencia y ni técnica, sino  producto de un poder emocional que invade al poeta y lo convierte en instrumento de una voluntad que deja de ser autónoma.

Siguen al El anarquista de las bengalas, las obras: Absurdos principios verdaderos, en 2011, La poesía es un fondo de agua marina, en 2011, Los soles por las noches esparcidos, en  2013, Hasta el final camina el canto, en  2015, Sobre el cielo imposible, en 2016, Vanuit mijn Donkere Raam – Desde mi ventana oscura, en 2016, La lucidez del alba desvelada, en 2017,  La antigua luz de la poesía, en 2017,  Poesía en Roma, en 2018, Nicaragua por dentro, en 2019, Vuelta a Roma, en 2020, y ahora, en periodo pandémico me llega De infinito amor – Cuaderno del encierro, producido del 14 de marzo a 22 de julio de 2020.

La poesía es una interpretación de la vida espiritual, anímica, moral del hombre. Santiago, sensible poeta, busca mostrarnos su revelación. Y, en este período de pandemia, de aislamiento, o prisión domiciliar debido al corona virus, que se hace el señor de la vida y trae intranquilidad a las personas en ámbito universal, el poeta barcelonés, se siente exilado con su madre en una ciudad fantasmal, no por voluntad propia, sino por el largo distanciamiento, por el no salir, por decreto. La angustia del contagio, la crueldad de la muerte hace al poeta “vivir entre poemas” (De infinito amor…p. 11). Su vida es un destierro de puerta cerrada, un exilio donde domina el miedo de acercarse a uno, y siente la importancia del cristal de la ventana del balcón y de lo que puede él y su madre ver desde el balcón sus proximidades. Hasta entonces no sabían cuán importante era el balcón, el árbol vecino a él, la conexión que ofrece con la luna y el aire, y además los ruidos de los niños en el piso de arriba.

Por esa reclusión obligatoria, en el 14 de marzo de 2020, inició el poeta un camino poético que resultará, en julio del mismo año, la obra De infinito amor – Cuaderno del encierro, publicada, en 2021, en Villa Nueva de Córdoba (Córdoba- España), en la colección de poesía de El Bardo 58, en la cual busca exteriorizar la sensación que le trae el periodo como el poema a continuación:


LAS CALLES DESIERTAS – O CON POCA GENTE
.

El miedo. El temor que se palpa y siente
mientras ando por estas en general pobladas
calles – Rambla Cataluña y Paseo de Gracia.
Barcelona fantasmal, y el país todo. Por
el miedo. Temores antiguos y nuevos,
la responsabilidad de defenderse, de
resguardarse de un nuevo peligro, pero
que es el mismo, es el que puede
en cualquier momento cercar al hombre.
Un paseo triste el de esta mañana.
Entre gente que se aparta, y tiene
miedo. Aunque hay de todo. Días
duros e inciertos por venir. Los amigos
encerrados en casa, un confinamiento
en las relaciones, en la vida, en los hábitos.
Es triste el peligro, sentir por él la indefensión,
la fragilidad humana. Parece que queden lejos
los días buenos, y sean un sueño. Es
el efecto que produce siempre la enfermedad,
la muerte, el daño. La soledad inhóspita
y fiera. Camino por estas calles queridas
y esta mañana mucho más vacías y deseo
y entono muy quedo y adentro del corazón
una oración porque vuelva pronto la vida.

NO SABÍAMOS QUE SE ESTABA
        DESHACIENDO EL MUNDO.
Pero se deshizo, y ya todo es un lamento.
                                                   Siento este poema
como si fuera uno de los poemas de mi juventud y
          sé,
como sabía cuando los escribía y sentía a ellos, que
           en su
no querida tristeza es terrible y es cierto. (p. 5-6)

Y por esa situación actual de encierro, en donde el olor de la lejía, que higieniza las calles y las casa, causan enojo y daño en la vista, justifica el poeta que de todo lo malo, sin embargo, queda un balcón para traerle luz, un poco de sentimiento de libertad, y más allá del balcón un árbol señala un nuevo existir, pues donde hay hojas renaciendo, hay vida. Eso explica en el poema “EL ÁRBOL EN EL BALCÓN. EL ÁRBOL DESDE” (p.17).

EL ÁRBOL EN EL BALCÓN. EL ÁRBOL DESDE
el balcón. Un poco de luz y aire
desde casa, y por ello de nuevo
ganas de escribir, unidas a las
de vivir. Buscar el aire, sentir
el aire, necesitar el aire.
Para vivir, para cantar. No
hay jardín aquí, pero sí
balcón. Un poema junto
al balcón, sintiendo el
aire libre, ahora no tan
libre, para nosotros
retenido, pero que
también así nos
llega. Y este
plátano que casi
al balcón nos
llega, su verde
tierno que empieza,
en las hojas
formándose. Poemas aún
de la vida al aire libre,
aunque más reducida. Poemas
junto al balcón. Escribo
y siento el aire. Levanto
la vista y me saluda
el verde, me da
la bienvenida en
sus formas que
empiezan, brotan.
Brote la poesía,
nazca en cualquier
parte, también
en el encierro.
Buscar el aire
dentro, desde
casa. Buscarlo
en cualquier
sitio y todo
momento. Sentir
en él la poesía.

¿Y por qué un libro de amor poetizará una época de temor generado por la pandemia?

Santiago construye en De infinito amor… poemas no eruditos, sencillos, como una charla. En algunos entabla una conversación poética con su madre, su constante interlocutora, símbolo de nosotros sus lectores, y es a ella, con seguridad, a quien le hizo la pregunta del por qué del título, si el tema central del libro es la pandemia, que va a explicar con el poema del 22 de julio:

DE INFINITO AMOR. ELEGÍA Y CANTO.
Me vienen estos títulos en esta madrugada,
tras una noche de sueño más entrecortado,
y siento la necesidad y las ganas, el impulso
de escribirlos, de reunirlos quizá en un poema
en esta madrugada, reunirlos quizá para decir con ellos
la posibilidad siempre de la vida, la posibilidad y necesidad
de resistir, anunciar y saber que, pese a todo, llegará la mañana.
Hasta la próxima noche.

El elemento poético es una honda palpitación del espíritu y el poeta nada plantea. Tan sólo propone mostrarnos el objeto de su revelación, las experiencias estéticas que llevan a la Belleza absoluta en una imagen. La belleza obra instantáneamente con vigor sobre el espíritu. Pero cuando se ponen de manifiesto los estados poéticos surge con ello una gran necesidad de traducir y de comunicar hacia el exterior esa experiencia poética integrada por la inspiración y el oficio de ser poeta. Y el poeta somete la materia bruta a sus designios líricos y provoca en nosotros una experiencia poética semejante a la suya para elevarnos con él hacia el estado poético que tiene claros perfiles, pero para escribir tiene que sentir amor a las cosas. Sobre ese sentimiento y actitud de reproducir que lo echará de la soledad sigue el poema montobbiano:

ADIÓS. ADIÓS A LAS PALABRAS. ADIÓS
a la soledad. Adiós a todo. Despedida
es lo que escribo. De un mundo que se
ha ido, una vida en que se podía vivir,
sentir la caricia del aire libre en los paseos.
Un café, una charla con amigos, algún esperado
encuentro. Siento la pérdida de esta vida
que ha sido y de las cosas y las pequeñas
dichas que la conformaban. Es una elegía
lo que escribo estos días, estos meses. Hay
amor en todo lo que escribo. Amor, exigencia
de olvido. Amor en lo que espero, tenga
o no sentido. Hay que sentir amor
para escribir. Escribir es escribir la vida.
Es esperarla. También al inevitablemente
escribirla como una elegía. Amor es
el escribir aun en la despedida. Amor,
de infinito amor los adioses que son las prosas
y los poemas de estos días, los recuerdos,
las esperanzas, las lecturas. Amor la poesía
en que se espera, amor la espera, la vida,
escribirla en ese amor y en esa espera,
en la prolongada elegía y a la vez canto de amor
que es todo lo que este tiempo he escrito.
        

En “De infinito amor – Cuaderno del encierro”, vía imaginación, germinan reflexiones en páginas y páginas, en poemas largos o cortos o en textos de prosa poética, en donde caminan madre e hijo durante un periodo de pandemia. Muchas veces en ese diálogo debido al lirismo e intimidad y cariño que hay entre ellos, me acordé de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez.

Al fin, Montobbio siente una necesidad de traducir en su experiencia poética el miedo a las calles desiertas, a la poca gente que ve en la calle, a ver a su madre leyendo con guantes puestos el periódico diario, a los pájaros escasos, a la luna, a las estrellas, al verde.  

Con símbolos, clave de la poesía en una visión de un mundo reconstruido, Montobbio se acerca a la mística para describir periodos de Semana Santa y de la plaza desierta para la bendición Papal en Roma, en ese periodo crítico, lo que le lleva a citar a escritores místicos españoles, como a San Juan de la Cruz. Esa actitud poética me recuerda una explicación de Unamuno en Del sentimiento trágico de la vida. ( p. 231) “El religioso anhelo de unirnos con Dios no es ni por ciencia ni por arte, es por vida.”

Al fin, ser lectora de obras de Santiago Montobbio es un placer, pues su poesía se acerca a lo más humano y a lo divino, haciendo desbordarse en el lector la desesperación de lo que no puede entender y a su vez la esperanza que se introduce con un hilo de luz en la oscuridad. Además todo es poesía para él. Y, De infinito amor…, esa su última obra, cuya temática se resume en los tres amores esenciales de su vida: Madre, Libros, Naturaleza, se encuentran no solamente poemas sino también una poesía y el hombre.

Referencias

MONTOBBIO, Santiago. El anarquista de las bengalas. Barcelona: March Editor, 2005.

MONTOBBIO, Santiago. La nave de los locos. Disponible en: http://nalocos.blogs-pot.com.br/2012/12/santigo-montobbio.html, viernes 28 de diciembre de 2012.

OLIVEIRA, Ester Abreu Vieira de.  A arte poética de Santiago Montobbio [Análise e Tradução]. São Paulo: Opção Editora, 2017.

UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida. Introducción de Pedro Cerezo Galán. Madrid: Espasa Calpe, 1977, Colección Austral.

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Profesora y escritora, graduada en Letras Neolatinas por la Universidad Federal de Espírito Santo - Vitória (1960), Especialización en Filología Hispánica - Madrid (1968). Tiene una Maestría en Lengua Portuguesa por la Pontificia Universidad Católica de Paraná - Curitiba (1983), Doctorado en Letras Neolatinas de la Universidad Federal de Río de Janeiro (1994) y Post-Doctorado en Filología Hispánica: Teatro Contemporáneo - UNED - Madrid (2003). Actualmente es Profesora Jubilada y Efectiva - (Voluntaria) y Emérita de la Universidad Federal de Espírito Santo - UFES- CCHN- DLL-PPG Maestría y Doctorado en Estudios Literarios. Fue profesora y directora de Investigación y Posgrado (DIPEPG) en el Centro de Educación Superior de Vitória. Tiene experiencia en el área de Letras, con énfasis en Lenguas Extranjeras Modernas, con estudios sobre poesía, teatro y narrativa de la literatura hispánica y brasileña. Pertenece a la Academia Espírito Santo de Letras, la Academia Feminina Espírito Santo de Letras, el Instituto Histórico, Geográfico do Espírito Santo, Associação Brasileira de Hispanista, Asociación Internacional de Hispanista, AITENSO. Coordina eventos y publicaciones de obras y participa en consejos editoriales en Brasil y en el exterior.