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Selección: Anillo de silencio

1 octubre, 2014

Anillo de silencio es el primer libro de poemas de la nicaragüense Claribel Alegría, recopilado por Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí en 1943, después de que el premio Nobel español la acogiera como su discípula en la capital de Estados Unidos. El libro se ha publicado en España por primera vez, por Valparaíso ediciones, y presentado por la autora recientemente en Managua. Compartiendo una breve selección, Carátula sigue rindiendo homenaje a Su Majestad Claribel Alegría en sus noventa años de vida.


SON ALTAS

Son altas las columnas de mi sueño,
van hacia el canto con los pies descalzos,
del fondo de mi misma se levantan
y suben por el viento en espirales.

A veces las sorprendo entre las nubes,
en la tarde dorada, en las estrellas;
en todo lo que es bello se detienen
y siguen en su viaje iluminadas.

¡Qué finas las columnas de mi sueño!
Casi se me confunden con la niebla,
no las puedo ver más, angustia, sombra…
¡Qué miedo de que caigan y se quiebren!

¡No, no pueden caer, van hacia el canto,
hacia el canto que es suyo y las espera!
¡Del fondo de mí misma se levantan
y suben por el viento en espirales!

MI FLECHA

Es de oro lo flecho de mi anhelo,
dibuja su volar en el espacio,
llega seguida o las reglones altas
y enciende con su canto las estrellas.
No se rompe jamás. Va recta siempre.

SILENCIO

En la playa infinita del espacio,
corre el silencio como un río.
Yo lo he visto saltar.

Su palabra sin voz tiembla en mis labios
y se arrodilla el alma a su presencia.

Cuando viene la noche,
refugio en él mi soledad inmensa
que se convierte en canto.
Lleva luz en sus aguas el silencio.
Ciudades de luz blanca. Sin fronteras.

A MI MADRE

Alguien llama a mi puerta.
Es la vida que espera palpitante de anhelo,
la vida que me invita a recorrer el mundo
desde la gracia inmensa de sus brazos abiertos.

Me voy, Madre, me voy.
Quiero sentir de cerca la emoción del instante,
embriagarme de gozo con la noche estrellada,
y hablarle al dolor sin que tú lo percibas.

No olvido nada. Es tarde.
Traeré para ti guirnaldas de jacinto,
recogeré en mis faldas el oro de los astros
y verás que en mis labios ha de encenderse el canto.

Adiós, Madre, no llores.
no quieras detenerme, que me voy con la vida.

MI ANHELO

En el estanque hondo veo brillar mi anhelo,
pez de plata agitado en fantástico vuelo.

Brilla tanto la llama de su mágica vida
que parece que incendia hasta el agua dormida.

Yo quisiera pescarlo con mi atrevido anzuelo,
y el estanque es tan hondo, ¡tan hondo como el cielo!

No llega hasta su fondo mi red atormentada,
pero siempre que baja vuelve a mí iluminada.

Yo quisiera pescarlo con mi atrevido anzuelo,
y es tan hondo el estanque, ¡tan hondo como el cielo!

Espero que mi anhelo tenga alas un día
y suba hasta mis manos radiante de alegría.

AL VOLVER

Estoy fatigada,
anoche en mis sueños anduve por largos caminos,
escalé las montañas profundas
y llené mis manos
del oro que había dejado la tarde.

Al volver,
ya amanecía,
y el viento alegre
cogía en sus pliegues estrellas de plata.

Todo estaba en calma,
yo sola corría
con el pelo suelto
y los labios húmedos de cantos silvestres.

No me hables ahora.
quizás en silencio recuerde mi salto a la tierra.

NADA ME ATA A LA TIERRA

Espérame, Silencio…
No me puedes dejar.
Espérame en la puerta de la sombra
donde aprendí a quererte.

¿Recuerdas nuestro encuentro?
Yo buscaba mi canto.
Como un árbol de oro vi que crecía en ti.

No me dejes, Silencio.
Nada me ata a la tierra.
Quiero ver mundos nuevos.
y escalar contigo las estrellas.

MI CANTO

Mi canto como un árbol
tiene raíces hondas.
Ya no le basta el cuerpo.

Son de fuego sus ramas
y quiere florecer,
estallar en el aire.

Rompe mi carne, canto.
Qué importa si yo muero.
Escaparé a la angustia de saberme cárcel.
Y subiré en un tallo a escucharte.

MI SOMBRA

Mi sombra es siempre triste,
no sonríe jamás.
Cuando yo salto alegre por los campos
ella me mira seria.

Es ella la que busca la esencia de las cosas
y la convierte en canto.
Es ella la que sufre y que perdona.

Me persigue su voz en el silencio
y yo me escapo a veces.
No la quiero escuchar.

Sombra, mi sombra triste,
perdona mi alegría.

MI VOZ

¿Mi voz, de dónde viene?
Desde antes que naciera ya existía.
Me recuerda un país de caracoles.
sumergido en el mar.

Tiene el frescor de la brisa descalza.
Cuando la dejo suelta
se llena de campanas mi silencio.

¿De quién era mi voz?
¿De quién será más tarde?
Quizás espera mi muerte
para cantar más hondo

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Nicaragua, 1924-2018.
Fue alumna de Juan Ramón Jiménez durante tres años, mientras estudiaba en Estados Unidos.

Entre sus libros de poemas podemos destacar: Umbrales (1997); Luisa en el País de la Realidad (1997); Saudade (1999); Soltando Amarras (2002); Esto Soy (2004); Mitos y delitos (2008); entre muchos otros.

En 1966 publicó la novela Cenizas de Izalco, que escribió junto a su marido Darwin J. Flakoll, con la cual fueron finalistas del premio Biblioteca Breve, de la editorial Seix Barral.

En 1978 ganó el premio Casa de las Américas en Cuba.

Y en el año 2005, recibió el prestigioso premio Neustadt International Prize for Literature, de la Universidad de Oklahoma, como reconocimiento a su amplia carrera literaria.

El VII Festival Internacional de la Poesía de Granada le fue dedicado en homenaje y reconocimiento en vida a su carrera como escritora​ y del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2017.