Selección Expediente Psicológico

25 noviembre, 2023

DELIRIO DE PERSECUCIÓN
Escuché marchas.
Las fibras de los cordones
se deshebraban como el deshojar de margaritas.
El herrete se había manchado de polvo.
A la orilla del macadán afloraron guijarros,
se descarrilaron las hormigas
al trasladar sus despensas,
violaron la fila india,
se enmarañaron en la punta de mis tenis,
me murmuraron advertencia.
No iba sola.
Aceleré el paso,
chasqueó la suela en el agua,
miré en el retrovisor al caminante persecutor,
escuché su jadeo hostigoso,
giré lentamente
y nadie se avizoraba en el camino.

DEPRESIÓN
Quisiera esta noche
participar en el avistamiento
de las tortugas que desovan,
seguir el litoral
hasta donde las olas conmueven
la arena muy adentro,
que una borrasca surja
y las hebras de mi cabello
pierdan la memoria genética del bucle.
Que una ola en su cresta
doble los goznes de mis rodillas,
me deje blanda como el celofán de otra onda.
Que surjan relámpagos
y mis párpados los cierre la muerte.
Que me engulla el mar
y quede varada en su lecho.

DEPRESIÓN POSPARTO
La puérpera estaba inmóvil
como una figura de cera
en una sala clausurada.
La cadencia de su silla
se había desvanecido
hasta quedar estoica
cual muñeca de porcelana.
Sus ojos estaban más hundidos
que la madriguera de un topo.
Sus dedos estaban más crispados
que un espiral,
brillaban
igual que la sonrisa macabra de un asesino.
Los visillos de su cuarto hacían denso el ocaso.
Deseaba tomar las repulsiones del marido
por aspiraciones de un amante.
Quería tomar los bofetones
por acaricias endebles.
Sentía que la acechaban por su placenta
como buitre a la carroña.
Anhelaba que el arrurrú de un niño fuera alegría,
como cuando una madre espera a su hijo al salir de la cárcel.

DEPRESIÓN ESTACIONAL
Apoyada en el marco de mi ventana,
expedía las cenizas al cenicero,
todo daba vuelta en mi cabeza
como un disco sobre su eje.
Me sentía abotagada,
como si cargara un yelmo en mi cabeza,
mi cabello estaba despeinado como crines,
una lágrima pendía de mi nariz.
Las moscas se agolpaban en las vajillas sucias,
mi perro no comía, como que estaba contagiado,
la lluvia cubría los senderos con su manto,
las ráfagas de vientos barrían las nubes,
la niebla extendía sus vapores sobre el horizonte
entre las montañas,
las vetas de los árboles figuraban dolor,
similar a la extracción de una muela con mano de acero,
me sentía en desamparo,
como cuando una niña pierde a su madre.
Solo esperaba que la mano de Dios me condujera a la muerte.

ANSIEDAD
Mis especulaciones se precipitaban
antes del contexto,
como si predijera una tragedia.
Quería ser arco para abrazarlo,
pero el camino que nos separaba
era la longitud de un rifle.
Su imagen se aparecía
como el zumbar de un abejorro
que musita en los oídos inconexos.
Agudos puñales herían mis sentidos,
aumentando la ponzoña,
me mordisqueaba los labios en los lapsos de silencio,
mi garganta regurgitaba hiel
con solo el devenir de pensamientos,
mi pulso latía con regular intervalo,
sentía mis vísceras abrirse como una mina al aire libre.
Quisiera que el aire disipara esta inquietud,
librar mi congoja
y no esperar la muerte con cada segundo.

FROTEURISMO
Abordé el bus
que me llevaría a tu destino,
ahí estabas,
extendida de brazos,
tensando tus muñecas
bajo la manija del ómnibus,
dejando tu cuerpo
libre a la velocidad del volante.
Vestías top blanco,
crispado como el terciopelo.
Sin abrochar el botón en los ojales,
el istmo de tus senos
era una víbora de sudor
ya en un celofán derretido.
Los paletones de tu falda
fluctuaban en el recorrido,
mientras mis ojos
se aturdían en el privilegio
de tu dorso níveo.
Me acerqué a ti
hasta que mi respiración
opacó lo vítreo
en la persiana del autobús.
Un frenazo
me acordó de seguir tu talle
hacia abajo con mis manos
mientras la memoria muscular
de mi pene se elongó.
Froté tus ancas
mientras te movías despavorida,
solo por ser yo
un entusiasta de la crema.

VOYERISMO
Me infiltré como una rata en tu cañería,
contemplé el espectáculo
que del espejo se proyectaba.
Tus mejillas se ruborizaban como bayas silvestres,
solo faltaba que las aves te picaran.
Las aureolas de tus pezones se agrandaron
como la apertura del capullo.
Galopabas, pero sin equino.
Escuché tus gemidos, similares a un sermón,
hasta que se contractaron tus músculos
y te sosegaste en el tiempo.
Una corriente de viento refrescó mi cuerpo
mientras mi otro yo sexual
se entrometía un vibrador abajo del periné.
Mis manos se ungieron de esperma,
poco a poco me fui apaciguando
hasta quedar dormitado en tu fontanería.

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Nicaragua, 1993. Médica, Psicóloga y Poeta. Su libro más reciente Expediente Psicológico (2023), hace una simbiosis de la poesía con la ciencia, abordando las patologías mentales mas frecuentes a menos frecuentes. Algunos de sus poemas han sido publicado en la revistas Círculo de Poesía, Santa Rabia Poetry, Kametsa, Montaje y revista literaria ERGO. Sus poemas han sido traduccidos al idioma Italiano.