Selección poética

3 octubre, 2022

Vi a una mujer emerger de la piedra
vi a la piedra emerger de la mujer
vi su furia de tierra
su fuga de arena
su derrame de viento nostálgico.
Vi la distancia entre ambas
el abismo de los siglos
la mueca torcida en el golpe seco
de los confines.
Vi la tribulación
lo cíclico de un mundo brotado de la tierra.
Pero la piedra que brota de una mujer
sabe vencer las masas de tiempo que la acongojan
sabe lijar la fe del agua que labra la hendidura.
Para que sangre la piedra
primero debe sangrar la mujer
para que sangre la mujer
primero debe comer de la tierra
su partícula más imperfecta
y así parir hombres húmedos
que surjan de su polvo.

Hay un mundo sordo,
hay una grieta
por la que los muertos
traspasan la frontera.

Tomas Tranströmer

No temas. 
El olor de tu ropa atrae muertos.
Este mundo es una gran casa a solas
donde los caídos deambulan hurgando en las prendas
aman el olor del ser que persiste en ellas
hunden sus manos en el tejido más profundo
dejando rastros que nunca lava el tiempo.

Hay muertos que beben del fondo de cada vaso
hilvanan camisas de piel muerta
edifican recuerdos con cabellos sujetos a las cerdas del cepillo
y besan las huellas dactilares que dejamos marcadas en los cerrojos.

«Hay muertos que viajan como equipaje de otros muertos.»

Son la caricia de un escalofrió al cerrar la puerta
son la exhalación de un ángel congelado
son esa angustia que no sabemos explicar.

No temas.
Siempre hay una primera vez
habrá que lavar toda la ropa
incluso la de tus muertos.

Cuando la cima queda en el fondo del mar
y el fondo es la cúspide de un universo oculto
que apenas emerge
porque este mundo de paradojas
asemeja la cima de un hombre
que escala a la inversa de otro que se hunde.
Porque la muerte de un hombre
no es sólo la muerte de uno, sino la muerte de todos los hombres.
Porque vivir es la causa
porque en paralelo vamos
dos que se buscan
y están de frente sin verse.
Dos corrientes que en mutuo acuerdo de silencio van
una gota que ronda el cielo
y otra que roza al suelo.
Y el centro de la vida es un árbol a la orilla de un río
donde las tristezas nunca se sabe
sin son más hondas en sus raíces o en su reflejo.

Prohibido olvidar

    A Lucy

Después de cruzar ciertos agujeros
atravesé la nostalgia
como se atraviesa un suspiro
en medio de cualquier semáforo.
Mis zapatos tienen clavículas,
bocas que se atragantan de pasos.

Primigenia me apresuro,
por primera vez en los labios
del hombre que jamás besé.

La nostalgia esta cocida a mano
como ese delantal que guarda en su ropero mi madre.
En silencio comienzo una oración
con la frase “prohibido olvidar”.

La noche es un telón que humedece,
un abrazo más por ofrecer
uno persuasivo de adioses que no son definitivos.

Concluyo:
los besos son para los que aman
sin promesas ni esperanzas.

Escribiendo una casa al barco

 A Susan Arteaga

Esta casa vuela.
Su altura conjura un papalote
que se distorsiona a la distancia.
Esta casa es un mar
y un barco también
donde crispados
salimos
a contemplar
los delfines más blancos de la locura.

Esta casa tiene un color, un nombre
su capitán Morgan lanza de sus anzuelos
Aurelianos peces
espectros que devoramos
en lo profundo de los desvelos.

Esta casa barco se desliza
por las olas de una Tegucigalpa oscura,
mientras humanos veleros
navegan lento
dentro de botellas.

A Francisco Ruiz Udiel

La vida duró lo que dura un vaso frío
al salir de la nevera.
La muerte es una soledad que no se cura.
A veces las cosas tristes nos recuerdan que somos tránsito
que somos la posibilidad de dialogar con el silencio
que somos conflicto.
La muerte es un aplauso solitario en el cine
y nos alerta que hay que ir más allá de las palabras
más allá de los altavoces de la nostalgia.
La muerte es un colibrí que ve en cámara lenta todo
y el mundo como tal es otra cosa.
Es un agua llena de furia
empujando con ternura
la barcaza a la orilla del abismo.
La muerte nos descubre otras muertes
con las que debemos aprender
a seguir viviendo.

Ama

No hay Casandras al fondo de tu vaso
no hay Malinches
ni amazonas sigilosas atravesándote la espalda.
No es Alfonsina la que vendrá
para llevarte de la mano
al mar suicida de los amorosos.
No es Lot y su mujer los que te besan
con besos de sal en la nuca.
Nunca maría magdalena despertó en tus instintos
no fue Eco la que lloró en tu ventana a Narciso
y las Erinias jamás vengaron las lágrimas que derramaste por él.
Vos ama y autora única de tu destino
no vestirás de Ofelia
incorregible
maquillada,
apagando el fuego de una escena a otra.
Vos única ama
y autora de tu destino
no encenderás velas a Sor Juana Inés de la Cruz
rogando por el amanecer
por el retroceso de una oscura noche
amordazando
la inquietud de tu silencio.

No será de la reina María Isabel ese vestido
que cosés a retazos
es para otras Marías
otras
como vos
llenas de gracia y de desgracias.

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Nació en Tegucigalpa, Honduras, el 29 de junio de 1982.
Es poeta y gestora cultural. Cofundadora del Colectivo de poetas Paíspoesible, Artistas en resistencia y del proyecto Casa Cultural BocaLoba. Ha publicado los libros de poemas: Escribiéndole una casa al barco, 2006; Puertos de arribo, 2009; y Agua mala, 2017. Obtuvo el Primer lugar en el IV Concurso Poético de la Escuela Nacional de Bellas Artes, 2001. Ha participado en numerosos festivales de Iberoamérica y ha sido incluida en antologías de poesía en su país y también en México, Chile, Alemania, Francia, España, Argentina y entre otros.