Selección poética

1 octubre, 2023

Traducción del inglés por Allain Pallais.

De pie en el bosque donde me siento viva

De pie en el bosque donde me siento viva:
en una mano, sostengo una olla cualquiera de aluminio
con caldo de pollo y en la otra,
un copioso libro de títulos. En una ocasión,
mientras caminaba por el cementerio, me extravié
no podía expresarme (ningún ser vivo conoce el lenguaje).
Nadie supo indicarme el camino a la tumba,
me tocó leer todos los nombres.
La demencia vagaba por esos caminos de grava,
ondeando como ropa en tendedero.

Un ave robusta aleteaba sobre el sepulcro de alguien.
Algunos seguimos siendo idiotas después de la muerte,
recibiendo cagadas de pájaros en nuestras lápidas.
Algunos nunca encontramos eso que buscamos, pedimos
que no se derrame antes de encontrar nuestros nombres;
seguros de que vamos en la dirección correcta, comienza a garuar,
y todo aquello que recorre sin nombre nuestras venas, ahora resplandece,
resplandece bajo la lluvia.

Si llego a morir

Lo que solía ser
una soga que descendía
por las vértebras de mi columna
hasta su base
ralea.

En solidaridad con mi primera quimioterapia
nuestra gata va dejando sus bigotes
en el piso de madera.
Los levanto, cada paréntesis de un blanco puro,
y los planto
en la garganta del mundo.

Durante la cuarentena
aprendí a recortar ese tu pelo rebelde.
Ahora lo llevas siempre de punta:
un saludo a mis supremas habilidades salvajes.
Si llego a morir, promete que encontrarás
mi robusta trenza
y la enterrarás.

Necesitaré una soga
para descender al interior de la tierra.
He escondido muchas
estratégicamente alrededor del mundo,
una red que atrape
mi cuerpo en su tejido.

Después de la Mastectomía

En el consultorio del oncólogo, un hombre me observa fijamente.
También lo observo hasta que dice: «La gente debe quedarse viéndote.”

¿Por qué molestarse en cerrar una puerta
cuando todos exigen que permanezca abierta?

Voy por el mundo con la lengua de afuera
y la camisa desabotonada, la llave

en el candado
y una cicatriz de seis pulgadas donde tenía el pezón—

¿Cómo podría ocultarse una atalaya?
Me hallo muy bien ubicada para avistar

incendios y hordas invasoras—
mi calvicie es un faro, la primera
señal.

A la sombra de este valle

Me encantaría escribir algo intenso,
un sismo que envíe a todos tus poemarios de amor a volar
como aves de papel alrededor de tu cabeza
mientras las fotografías de tus ex
picoteen nuestras palabras, acuden
en bandada a las ventanas voyeristas.

(¿Por qué los poemas de amor atraen a las aves con tanta
efectividad como las semillas, los gusanos o el néctar?)

Pronto, mi poema de amor se aquietará,
salvo por una o dos réplicas; pronto se convertirá
en tierra firme y nos quedaremos perplejos,
mirando hacia abajo, al recordar
ese poema de amor de tiempo atrás,
cuánto sacudió.

¿Por qué escribir poesía de amor en un mundo en llamas?

Para aprender a identificar, en medio del infierno,
lo que no es infernal.
El cuerpo, sin vello, canceroso, pero aún
hermoso lo suficiente para
imaginarse vivo el cuerpo
que lava al cuerpo
que cambia el escalón flojo del porche
el cuerpo masticando
lo necesario para mantener al cuerpo
andando—

Esta escena tiene su melodía
un idioma que puedo leer una puerta
que no puedo cerrar ante su cuña
un escudo.

¿Por qué escribir poesía de amor en un mundo en llamas?
Para aprende, en medio de un mundo en llamas,
a ofrecer poemas de amor a un mundo en llamas.

El hombre que eres, el chico que eres

El hombre que eres le abre la puerta
a tu angustia, un espejo
de mí misma — ambos hemos crecido
con aros plateado alrededor de los ojos. Sin embargo,
en tu bolsillo, el chico que eres me trae
un chocolate derretido. Das órdenes
como un anciano, luego sacas
mi basura como un joven
enamorado.

Si el matrimonio

Si el matrimonio
es una serie
de intimidades
en aumento, un calmado
y placentero colapso hacia
la unidad, aún así
te suplicaría perdón
por pedirte ayuda
para desenredar ese cabello descolorido
de mis hemorroides.

Quid Pro Quo: una dedicación

Dijiste que
cambiaríamos
el colchón
veinteañero
y lleno de pelotas,
si te escribía
un poema.
Pues aquí
tienes tu mal-
-dito
poema.

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Estados Unidos, 1983.
Poeta, escritora, traductora, catedrática y editora. Es autora de boysgirls (Tupelo Press, 2011) y Standing in the forest of being alive (Alice James Books, 2023). Sus obras han sido traducidas al francés, español, ruso y ucraniano. Recientemente contribuyó en la traducción y edición de The Country Where Everyone Name is Fear (Boris y Ludmila Khersonsky, Lost Horse Press) el cual fue elegido como uno de “Los mejores libros del año” por World Literature Today. Farris es coautora y coeditora de múltiples libros que incluyen Gossip and Metaphysics: Russian Modernist Poems and Prose (Tupelo Press) y los poemarios de Guy Jean: If I Were Born in Prague (Argos Books) y Mourning Ploughs the Winter (Marick Press). Farris ha sido recipiente de: Premio Pushcart, Premio Chad Walsh, Premio de Poesía Anne Halley y el Premio Flash Fairy Tale. Ha sido catedrática en Berkeley University of California, Brown University, New England University, Georgia Institute of Technology y en San Diego State University. Actualmente da clases en Princeton University.