En tren por Alemania

1 abril, 2024

Siete

Viajo en tren alemán, donde
no es frecuente que se encuentren
las miradas. Algo tensa el aire:
el miedo a lo diferente o el soberbio
vecino para quien no existes.
Una joven muerde una manzana
y el chasquido me corta
la impresión de que besa
la mejilla de otra muchacha.
Voy a mitad de mi viaje y dos
ancianos enfrente, hasta ahora
inmersos en sus lecturas, sacan
de prácticos maletines
sus emparedados envueltos
con método en servilletas.
Queso maduro y jamón cortados
en finas rebanadas y pan oscuro
y pesado que impone
un movimiento ansioso a
sus mandíbulas (un patinar
de quijadas) o una apacible
rumia con muelas de caucho.
Apenas comienza el otoño
y ya ellos abren la calefacción
casi al máximo. Los jóvenes
al frente sudan como caballos
al final de la carrera.
A veces afables, de esta clase
son los viejos que riñen
a los niños porque no juegan
más alejados de sus ventanas.  

Dieciocho

En la concurrida, recogida
sala de conciertos que es, a veces,
la iglesia de la Comunidad Evangélica
de Nikolassee, el Antonius Quintett
nos embelesa con música de Schumann,
Mozart y Franz Danzi. Allí
brillan claras y solitarias -como
aullidos de lobo a la luna-
las notas del corno de la joven señora
Anne Webers, Kriminalkommissarin
De Postdam-Babelsberg.

Veintiuno

En la confortable atmósfera
de Segunda Clase de un
InterRegio que conduce hacia el Sur,
un veterano piloto inglés enfundado
en su chaqueta semi-mate
de cuero marrón hace el relato
de sus misiones a un atento
y calmo interlocutor alemán:
los pesadísimos racimos soltados
sobre Regensburg, Neumünster, Aachen,
Berlín…y sus falsas bengalas al tocar
tierra mientras las escuadrillas vuelan entre
los proyectiles que los buscan en enjambres
afanosos. Al fondo de la planicie las agujas
de Nüremberg, reconstruidas como
las que Durero grabó, como las que él
y sus compañeros de arma, cuarenta
años atrás, convirtieron en colosales
colchones de brasas.

Treinta y cuatro

En la ventana verde
macetas encendidas
la muchacha las riega
con gesto distraído.
Despacio los vagones,
la gente a sus maletas,
mientras pasa la bella
que riega los geranios
en su ventana verde
enmarcada en los leños
de las vigas expuestas.
Y los geranios rojos
como brasas al viento
dan color a su cara
y a mis ojos contento.

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Nacido en Bolombolo, Colombia, en 1942.
Fue artesano, escultor, cantante, poeta y escritor. Junto con Ernesto Cardenal fundó la comunidad de Solentiname en 1965 y formó parte de ella hasta 1977. Durante la guerra antisomocista trabajó con los comités de solidaridad en Alemania y Colombia. Posteriormente laboró para el Ministerio de Cultura y la Asociación para el desarrollo de Solentiname. Obras: Nuestro lecho es de flores (México, 1970), El ángel de San Judas (Testimonio; Managua, 1997), Alemania por tren (Poesía; Colombia, 2016). Participó en innumerables eventos artísticos internacionales. Falleció en Managua en 2023.