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Sonata inconclusa… a Julio Cabrales. Ramiro Lacayo

1 agosto, 2011

Flor Velásquez analiza Sonata inconclusa… para Julio Cabrales, documental corto de Ramiro Lacayo sobre uno de los poetas nicaragüenses de mayor profundidad poética de la nutrida década de los sesenta, teniendo como único objetivo mostrar “la enfermedad que azota a Julio, que es sólo un extremo de la realidad que nos toca vivir y que nosotros mismos hemos creado o permitido”, como comparte Flora en esta reseña.


… y mi luna de Nicaragua que es dulce y grande,
grande y dulce…

Por alguna razón “Sonata inconclusa” me recordó a nuestro muy conocido poeta, al menos de nombre, Rubén Darío, que en muchos de sus textos mantuvo una imperecedera crítica a la colectividad por cuanto no consideraban al arte como un fin. Y este, diría yo, fue uno de sus principales motivos.

Al parecer la situación no ha cambiado mucho desde el modernismo. Al menos muchos artistas se siguen cuestionando el arte y más que nada siguen buscando espacios en los que puedan vivir de la mera ocupación de ser artistas.

Hace no muy poco tiempo noté que los medios de comunicación nicaragüenses y algunas instituciones vinculadas a la cultura han realizado una serie de acciones con el deseo de contribuir al bienestar de uno de nuestros poetas.

A Julio Cabrales se le conoce por ser uno de los poetas más trascendentales de la generación del 60. Es un hombre de 67 años que francamente no recuerda nada, o casi nada de su poesía.

A los 17 años empezó a escribir, y fue su padre, Luis Alberto Cabrales, uno de los iniciadores del movimiento de vanguardia nicaragüense,  su mentor y tutor en esta búsqueda. Y es precisamente en esta época de su vida que Julio escribe sus textos poéticos, porque desde muy joven comenzó a perder la razón a causa de la esquizofrenia.

Ramiro Lacayo, escritor, pintor y cineasta, amigo de Julio, realizó un documental corto que se justifica, en palabras de Ramiro, por el deseo de  mostrar  “la enfermedad que azota a Julio, que es sólo un extremo de la realidad que nos toca vivir y que nosotros mismos hemos creado o permitido”.

Para Ramiro, “Julio nunca más recuperará sus brillos y está condenado. Su vida en aislamiento es el resultado de la fragilidad de la condición humana y de nuestra indiferencia, como sociedad,  ante la miseria”.

El documental de 10 minutos fue realizado en el año 2010, bajo la producción de Camila Films, con la cámara de Frank Pineda y editado por Koki Ortega. Este grupo de cineastas realizaron un esfuerzo en conjunto para documentar el abandono en el que vive Julio.

Según Ramiro, la construcción del documental, me refiero a la narración, fue para el equipo, una especie de conflicto, pues “a la hora del montaje tuvimos que intervenir para mantener la dignidad y privacidad a que tiene derecho todo ser humano. De alguna forma esto significaba amortiguar algunos de los estragos de la enfermedad, y sacrificar muchas tomas logradas; decisiones morales que tuvimos que discutir y resolver en equipo”.

Sonata inconclusa es un corto documental dirigido por Ramiro Lacayo Deshón, que nos vincula a la realidad en la que vive uno de nuestros artistas nicaragüenses, entumecido por la patología que lo afecta y por la sociedad misma que se identifica, a mi parecer, con una de las peores plagas que nos enferma:  la indiferencia.

Se pueden observar dos espacios en los que Julio se mueve, es decir, en los que el documental transcurre. Ambos lugares se presentan como una antítesis de una realidad incongruente.

Su casa es una especie de introspección, en ella los colores son oscuros, los movimientos lentos, casi irreales, como si el tiempo no existiera. Sentí que yo también había perdido la razón, que estaba en un lugar en donde nada fluía, todo era estático, ilusorio y desolador. Estaba viendo desde dentro del poeta: su soledad.

El otro espacio del que hablo es la calle, en ella todo cambia. Los buses, la gente,  el sol, todo en movimiento, Julio pidiendo (no de forma ilustrativa), Julio fumando. En la calle  pasamos desapercibidos, sin importar esencias e individualidades.

La participación de los documentalistas, como en algunas corrientes del cine vérité, es de alguna manera, evidente. No hay intento de ocultarlo, más bien hay una especie de interacción que legitima la presencia de la cámara y la hace más cotidiana. En una de las fotos aparece Ramiro Lacayo platicando con Julio, además; hay algunos movimientos en que la cámara no pretende esconderse, Frank Pineda, no sacrifica la inmediatez por el perfeccionismo.

Y a lo mejor esta evidenciación estimula algunas acciones dentro del documental, que no le quitan objetividad, sino que provocan hechos significativos, como el intento de escribir del poeta o el de leer sus propios versos.

El sonido es un componente esencial en la narrativa, como en toda obra cinematográfica. Cuando el poeta está en su casa se escucha una melodía suave, triste, el piano de Erick Satie. A veces, la voz en off de Julio susurra algún texto que nosotros no podemos descifrar, como su locura, como sus visiones, como sus pensamientos.

En cambio, en la calle, el sonido es totalmente ambiental. Al parecer este intento de grabar  cámara en mano, es con la intensión de capturar la realidad cotidiana de Managua, de Julio, de proporcionar al documental un estilo naturalista.

Hay, en el documental un intercambio entre video y fotografía, y en cuanto al tiempo, es cíclico: la casa de Julio, luego las calles y nuevamente, su casa; como si recorriéramos fragmentos de un día que se repite.

Este documental fue parte de la selección oficial de alrededor de 150 cortos para participar en el Concurso Iberoamericano de Cortometraje Documental del Festival de Cine de Huesca en España en el 2011.

Sonata inconclusa es una evidencia de la fragilidad del ser humano, es una crítica a la indiferencia ante los problemas que nos afectan. Es un documental con una propuesta narrativa que debe ser tomada en cuenta y explorada en futuros proyectos, pues en Nicaragua la experimentación en este género es muy vaga. Es, sobre todo, la melodía inconclusa de Julio Cabrales, del poeta que todos hemos olvidado.


Sinopsis:
El peregrinar cotidiano de un poeta nicaragüense de la generación de los ’60, acechado por la soledad y la esquizofrenia.

Equipo Tecnico
Dirección: Ramiro Lacayo Deshón
Fotografía: Frank Pineda
Edición: Koki Ortega
Música: Erik Satié
Producción: Camila Films
Idioma original: castellano

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Managua, Nicaragua, 1986.
Estudia V año de Filología y Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua).

Debido a su interés en el arte y la cultura, en el 2010 participó
Voluntariamente en el equipo de apoyo del Festival Ícaro 2010. Después de esta experiencia empezó a escribir comentarios de cine, utilizando en sus escritos, herramientas como semiótica, crítica literaria y de comunicación.

Ha publicado artículos en La Prensa Literaria y La Brujula.