Un falsificador misterioso de Rubén Darío: “En la isla de Safo ya no se puede vivir”
5 agosto, 2024
El recién difunto Luis Humberto Flores nació en Nicaragua en 1938. Estudió en el Instituto Ramírez Goyena, donde fue alumno de Guillermo Rothschuh Tablada. En 1958 se trasladó a California, donde se distinguió en el campo de la ingeniería industrial, como agente de la compañía Lockheed “para el diseño y construcción de bases que sirvieran al entrenamiento de marinos al comando de submarinos nucleares en los Estados Unidos y el Reino Unido”. En 1993 dejó este trabajo, después de acumular fondos suficientes para poder dedicarse, durante el resto de su vida, a viajar y cultivar sus aficiones como coleccionista, cuyo producto fueron libros sobre las monedas y las iglesias de Nicaragua, y otros que reunían fotos y documentos históricos de su país natal. Dedicó también mucho tiempo y dinero a coleccionar manuscritos poéticos. Su libro sobre Rubén Darío es el resultado más visible de esta pasión.1 Durante la compilación y elaboración del volumen, Flores recibió la generosa ayuda de los dariístas más importantes de Nicaragua. El 12 de octubre del año 2000, José Jirón Terán redactó un certificado declarando auténticos los manuscritos reproducidos en el libro. El 17 de abril de 2009, Jorge Eduardo Arellano certificó la autenticidad de doce cartas que integrarían el volumen. Durante tres años (septiembre de 2010-octubre de 2013), Julio Valle-Castillo compuso una introducción al libro con el título La Caligrafía de Rubén Darío, donde declaró que “en casi todos los casos, la caligrafía y firmas pertenecen a Rubén Darío”. Los tres expertos también expresaron, de manera explícita o implícita, algunas reservas en cuanto a la autenticidad del conjunto. Sin embargo, la solidaridad con el compatriota prevaleció. Estas perspectivas y percepciones cambiaron con el gran fraude de Arizona que estalló en 2012 y que hoy, en 2024, está siendo analizado seriamente por primera vez. Gracias a los esfuerzos de William González Guevara y de José María Martínez, se han presentado indicios sólidos de que no solamente la colección Rubén Darío de la Universidad de Arizona sino también la de la Universidad de Harvard contienen una gran cantidad de manuscritos falsos. El escándalo ha alcanzado dimensiones internacionales.2 También se están descubriendo sus dimensiones históricas. Jorge Eduardo Arellano, en un artículo de opinión en La Prensa, recuerda el fraude de 2012 y lo llama “un delito más, de acuerdo con la ley 333, perpetrado en los últimos veinte años por otros coleccionistas de falsificaciones darianas como el ingeniero Luis Flores, quien residía en San José, California, pues ya es fallecido.”3
La revisión del volumen editado por Flores confirma este juicio. Los manuscritos reproducidos en él son falsificaciones. Un copista transcribió poemas, cuentos y cartas ya publicados de Rubén Darío, tratando de imitar la grafía y la firma del poeta. Un estafador desconocido dirigió la operación (no sabemos si fue el mismo responsable de los fraudes de Arizona y de Harvard). El ingeniero compró los manuscritos o pagó por el permiso de reproducirlos. El conjunto publicado, impresionante a primera vista, no tiene ningún valor literario y ha caído en un olvido merecido.
Con una excepción: la última parte del libro reproduce cinco tarjetas eróticas. En el libro se llaman “tarjetas postales”, aunque nunca se enviaron por correo y probablemente no fueron concebidas para ello. Cada una lleva una inscripción en la cual, como siempre, se intenta imitar la letra de Darío y su firma. Pero hay algunas novedades: 1) la letra no se somete dócilmente a su tarea de imitación, sino que muestra rasgos audaces, de un carácter muy sui géneris; 2) no se trata de poemas conocidos, ni de Darío ni de otro autor; el falsificador se ha hecho poeta; 3) los textos llevan abundantes tachaduras, enmiendas, palabras borradas y otras agregadas, que parecen reflejar los tanteos, vacilaciones, rectificaciones, cambios y manotazos que suelen caracterizar el proceso creativo.4 Los poemas están escritos en verso libre, sin rimas, y aluden al personaje de Safo, poetisa célebre de la edad antigua, precursora de lo que a fines del siglo XIX e inicios del XX se llamaba “safismo”. Según Flores, estas tarjetas, con los poemas en el reverso de cada una, fueron encontradas por Edelberto Torres, quien se las dio en guarda a Ernesto Mejía Sánchez en 1974. La intención fraudulenta queda patente en ellas: 3 de las 5 fotografías muestran una pareja de mujeres jóvenes, medio desvestidas, acariciándose, mujeres que por todo su aspecto, ademanes, peinado, maquillaje etc., son típicos “flappers” de los años 1920. Aquí se les pone “París, 1908”. En las 3 fotos, una de las mujeres lleva una esponja en la mano, que aplica al cuello de la otra. Con eso se señala que, por muy discípulas de Safo que fueran, también reciben a hombres, siempre con las precauciones apropiadas: la esponja era, en aquel tiempo, el preservativo más común. Otra foto muestra a una mujer inhalando voluptuosamente, por medio de una boquilla, el humo de un cigarrillo; parece una silueta salida de una publicidad para los “cigarettes Mélia”, populares en Argelia en los años veinte. Sobre los versos Flores comenta que “unos son suaves, otros fuertes”. Efectivamente, en algunos de los poemas el safismo es descrito como la última etapa de la decadencia, por la cual una civilización se hace invivible: “En Lesbos, la isla de Safo ya no se puede vivir…” Otros parecen celebrar la apoteosis del cunnilingus: “Tu boca oculta, / tus labios verticales, / que gotean miel del Higo” [etc.], “Exploraré la caverna / donde la Vida y la Muerte / están por despertar” [etc.]. El poeta-falsificador podría decir, como el Fausto de Goethe: “Dos almas ¡ay de mí! viven en mi pecho”.
1 Luis Humberto Flores, Rubén Darío. El signo divino de la letra, Managua: Autor, 2013.
2 William González Guevara, “Harvard pone bajo sospecha sus fondos de Rubén Darío”, ABC (Madrid), 19 de mayo de 2024; Gisela Antonuccio, “Harvard sospecha que los manuscritos de Rubén Darío que conserva son falsos”, La Nación (Buenos Aires), 2 de junio de 2024.
3 Jorge Eduardo Arellano, “Primera respuesta a un redactor del ABC”, La Prensa, (Managua), 8 de mayo de 2024.
4 Véase sobre ese tema Rodolfo Nicolás Capaccio, “Sobre escrituras, tachaduras y enmiendas”, Neaconatus, https://neaconatus.wordpress.com/2020/10/03/sobre-escrituras-tachaduras-y-enmiendas/, página consultada el 3/06/2024.
Filólogo alemán, doctor en filología moderna por la Universidad de Frankfurt am Main (1980). Autor de estudios sobre André Malraux, Ernest Hemingway, W. B. Yeats, la literatura de la guerra civil española y la literatura nicaragüense. Publicó ediciones críticas de varias obras de Rubén Darío y artículos sobre la vida de Darío en París y su relación con la literatura francesa. Fue profesor de la Escuela de Bibliotecología y de la Escuela de Arte y Letras, UCA, Managua, en los años 1988-1994.