Un instante luminoso: 16 Apuntes sobre Rafael Cadenas
1 febrero, 2023
Algunas reflexiones en primera persona
I
Quienes somos receptores tardíos de la obra de Cadenas nos hemos encontrado con la facilidad de acceder a una obra que ha alcanzado su punto cumbre, que ha dicho y callado de manera prudente, es decir; que ha sabido ser obra sin consumirse periódicamente bajo el abanico interpretativo de la opinión pública. Pero al mismo tiempo nos encontramos ante la dificultad de reconstruir obra, de volver a cimentar las bases para una lectura actualizada, esto, considero, es el mayor homenaje que podría hacerse al poeta.
II
Se me pidiesen que haga un comentario sobre la influencia de la obra de Rafael Cadenas en mi escritura. Muchos años han pasado desde la primera vez que me topé con aquella antología editada por Bid&Co a principios de siglo, y me es imposible no recordar el primer espasmo ante aquella maravillosa sección llamada “Nuevo Mundo” perteneciente a su libro Memorial. M es imposible no afirmar concretamente que esa lectura fue el punto de partida, la hora cero de mi escritura. La fragmentariedad, la concisión que obliga al lector construir desde el silencio, desde lo no escrito se volvió para mí una roca fundamental, casi una obsesión por los límites del lenguaje. La poesía Cadenas me legó una pregunta que llevo conmigo desde aquél entonces “¿Cuál es el lugar de lo indecible?” Este fue mi punto de acceso a una verdadera visión poética de la vida, a un rumiar siempre sobre la misma tierra árida, y al tiempo mismo ha sido mi angustia fundamental desde que decidí asumir la poesía como oficio: la indecibilidad y su presencia como un tormento sobre la página en blanco.
Sobre algunas zonas de la poesía
III
“Hálito de fogata en mis narices, mi idioma desintegrado, la sombra todavía húmeda de un sortilegio”
¿Hacia dónde discurre este “idioma desintegrado”?
Fácilmente podríamos comprar la idea de que “lo indecible” es aquello que se sitúa en un plano fantasmagórico del lenguaje, en una especie de no-lugar de lo enunciable. Pero seamos más radicales, preguntémonos ¿y si lo indecible fuese aquello que está plenamente presente, y si fuese, en todo caso un resto, eso que está allí al lado de lo real?
¿No sería este idioma, roto en pedazos, una transmisión, un ruido de fondo en la materia muda del mundo?
IV
Montalbetti en su ensayo sobre Badiou dice: “Lo innombrable no es ni un objeto que no tiene nombre ni un nombre que no tiene objeto. Es, o sería, más bien, un nombre que no tiene nombre”.1
Allí quisiera encausar esta reflexión. La poesía de Cadenas orbita en las profundidades de un decir que nombra más allá del objeto de lo visible. Desarticulada lengua que se piensa a sí misma en el vacío.
V
No todo decir poético tiende hacia el desplazamiento del lenguaje, trampa incómoda de la metáfora. Muchas veces busca en el arrasamiento su lugar, su manera de afectar lo pensable.
VI
Quiero volver a Blanca Varela, que en una entrevista comentó que estaba cansada de la poesía, de la metáfora, más no del poema. Y allí me gustaría quedarme. Cuando leo “Siempre regreso al mismo idioma. Un cuero embrujado de animal”, pienso que no se trata de una metáfora, de un desplazamiento, sino de ese lugar arrasado, curtido, del poema.
VII
¿Entonces, cual sería ese lugar de afectación del poema, si no es la metáfora?
Muy sencillo:
aquello insoportable
que nos obliga a decir lo que debe ser dicho
lo que no está sino más allá de su propio límite
VIII
¿Qué es lo insoportable?
Lo indecible
lo que no ocupa lugar
lo verdaderamente cercano
IX
Pensémoslo así:
No se trata de arrastrar la cosa de un lugar a otro, de llevar el significado de un objeto A hacia un objeto B.
Se trata, en todo caso
de que el objeto A se desmaterialice
se deshaga
ahí el idioma desintegrado del poema
X
Y entonces ¿en dónde queda el poeta?
Afortunadamente en ninguna parte,
queda, en el mejor de los casos, el poema
su transaccionalidad
su capacidad de gestión del mundo (si tal cosa existe)
XI
“Voy, abriéndome entre la aspereza, al lugar dónde está guardado mi retrato futuro”
XII
El lenguaje del poema, podríamos afirmar junto al poeta, como toda obra humana, sería esa continuación de la naturaleza en otra forma.
XIV
Esa aspereza no podría ser posible sino se tratase del pensamiento arando a paso lento sobre el lenguaje,
Allí también está el poema
en esos surcos esos trazos apenas visibles
un destello en medio de los escombros
el brillo de lo que no tiene lugar
Algunas reflexiones en primera persona II
XIII
Me gustaría volver sobre una reflexión personal. Con los años, la obra de Cadenas se me hace cada vez más lejana, la veo desde la distancia como los inicios de mi educación poética, pero también a un nivel afectivo más profundo, como una parte fundamental de mi educación sentimental. Libros como Memorial, Gestiones o Intemperie, fueron para mí, en su momento, una manera de aprender a ver el mundo.
Mientras más lejos me encuentro del Cadenas poeta, más cerca me siento del ensayista, más de cerca me tocan sus reflexiones sobre la mística y San Juan de la Cruz, no me es ajeno, cada vez menos, cuando dice: “He tenido que construirme –nada se me dio con facilidad- y luego anularme, “deconstruirme”, para ser, para andar al hilo de la vida, para que ella me conduzca. Pero ¡cuánto de mí se resiste aún! Rendición incondicional, ese es el blanco.” 2
XIV
Estas palabras de cadenas llegan a mí ahora, luego de tantos años de encuentro y desencuentro, y no podría considerarlas más acertadas. En ellas está, entera, la poética del Cadenas con quien aprendí a leer la poesía, de quien aprendí a pensar poesía.
Curiosamente es esa rendición incondicional del poeta, esa tendencia hacia la nada interior, lo que da lugar a la fuerza del lenguaje.
XV
El poema únicamente existe cuando el poeta desaparece
XVI Así, y para finalizar, me gustaría decir que la obra de Cadenas es un puente entre la concepción pessoana del fracaso, del desierto íntimo, de la desolación interior: “no saqué boleto para vida” dice Pessoa, “Cuanto he tomado por victoria es solo humo” continúa Cadenas, y la sentencia de un Koan, el instante iluminado por la palabra cegadora.
1 Mario Montalbetti (2019). El pensamiento del poema. Santiago: Marginalia Editores, p. 30.
2 Rafael Cadenas (2009). Obra Entera. México: Fondo de Cultura Económica, pp.710 – 711.
Caracas, 1992.
Es licenciado en Filosofía por la Universidad Central de Venezuela (UCV). También, ha formado parte del equipo de la biblioteca virtual Poesía Vzla y ha participado en recitales en Caracas y en los estados Falcón y Lara, y en los talleres de poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), con Belén Ojeda (2013-2014) y con Rafael Castillo Zapata (2014-2015). En la revista Letralia ha publicado dos selecciones poéticas, la primera en 2015 y la segunda en 2017. En 2018 fue finalista del III Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas con la obra Canto I (Consideraciones sobre un poema de Raúl Zurita) y fue el ganador del III Concurso Anual de Poesía Lugar Común-Embajada de Italia, con su poemario Formas de la aridez.