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Un viaje de diez años

1 agosto, 2014

Con el apoyo entusiasta de Francisco Ruiz Udiel, Ulises Juárez Polanco, Javier Sancho Mas y Antonina Vivas, y un grupo de colaboradores en diversos países, empezamos a publicar en la red Carátula, la revista de más prolongada duración que me ha tocado dirigir nunca, y también la de mayor número de lectores. Ha sido una aventura asombrosa esta de navegar por el mar cibernético, con un tiraje virtual de 25.000 ejemplares, pues ese es el número promedio de quienes leen cada número. Entrevistas, relatos, crónicas, poesía, ensayo, y cine, artes plásticas, crítica literaria.


Entre los oficios tempranos de mi vida estuvieron los de operador de cine, que ejercí desde los doce años, y el de editor de revistas, con el que empecé a los trece. Y cuando llegué a León en 1959 para estudiar derecho, me puse de acuerdo con Fernando Gordillo, que iba un año delante de mí, para sacar una revista literaria que diera cabida al pensamiento y las creaciones de los escritores de nuestra generación.

Asumir un compromiso juvenil con la literatura, al mismo tiempo que lo asumíamos en la política, en lucha contra la dictadura de la familia Somoza. Es cuando empezó nuestra dichosa aventura de Ventana, cuyo primer número apareció en mayo de 1960, gracias al apoyo que nos dio el rector de la universidad, el doctor Mariano Fiallos Gil. Al mismo tiempo, nacía el Frente Literario Ventana.

Ventana empezó con 12 páginas y un tiraje de 500 ejemplares, muy normal en aquel tiempo, y aún creo que también en este; de los libros se imprimía la misma cantidad. Pero una revista como aquella no precisaba de una difusión masiva para llegar donde queríamos, que era el público literario compuesto por jóvenes que buscaban encontrarse con nuevos caminos de expresión. Duró cuatro años publicándose, hasta mi salida de la universidad, ya Fernando condenado por la enfermedad que lo llevó a la muerte en 1967.

Luego me tocó crear, y dirigir desde San José, Costa Rica, a partir de 1964, la revista Repertorio Centroamericano, que empezó como un boletín de noticias del Consejo Superior Universitario Centroamericano, y terminó como una revista literaria; si estaba en mis manos, no tenía otro camino. Fue la primera forma que tuvieron los escritores centroamericanos de comunicarse entre ellos, desde los tiempos de El Repertorio Americano de don Joaquín García Monge, al que buscaba emular, antes de que en 1968 diéramos el paso de inventar la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA), que les dio también un público lector ávido y generoso en toda la región.

Luego fui parte del consejo editorial de la revista Alero, que Roberto Diaz Castillo dirigía en Guatemala, todo un alarde de buen gusto editorial, donde los pintores pasaban a ocupar un lugar parejo con los escritores; y cuando Joaquín Zavala Urtecho decidió transformar su Revista Conservadora en la Revista del Pensamiento Centroamericano, colaboré con él  en varios números monográficos, uno de ellos dedicado al cuento centroamericano.

En 1976 Pedro Joaquín Chamorro y Pablo Antonio Cuadra me encomendaron La Prensa Literaria Centroamericana, que se editaba en Costa Rica y se imprimía en Managua, y trajimos hasta sus páginas a los más importantes escritores y críticos de la lengua española y de otros ámbitos; una empresa demasiado ambiciosa por sus altos costos, que no tardó en caer bajo el peso de la realidad, pues pretendíamos que una revista cultural tuviera una circulación masiva.

Nunca me he negado a esas ansias de navegar, igual que Ismael, el marinero de la novela Moby Dick de Herman Melville: “cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda”.

Anoto en esta bitácora de viaje El hilo azul, que se acerca ya a su cuarto año de existencia, cuya dirección me confió el Centro Nicaragüense de Escritores; una revista impresa que se publica dos veces al año, a falta de recursos pues debería salir al menos cada trimestre, y que busca ser una vitrina constante de la literatura nicaragüense, desde nuestros clásicos, a quienes dedicamos en cada número un dosier, hasta los más jóvenes, a quienes estimulamos no sólo a mostrar su propia creación, sino también a dialogar con sus mayores.

Carátula. Hace diez años hice un examen de los años recientes de mi vida, y me di cuenta que había pasado ya mucho tiempo sin hacerme a la mar, igual que Ismael. Así que con el apoyo entusiasta de Francisco Ruiz Udiel, Ulises Juárez Polanco, Javier Sancho Mas y Antonina Vivas, y un grupo de colaboradores en diversos países, como Corea Torres en México, Franklin Caldera y Jesús Galleres en EE.UU., Guadi Calvo en Argentina, Ramiro Lacayo Deshón en Nicaragua, entre tantos nombres con quienes empezamos a publicar en la red Carátula, la revista de más prolongada duración que me ha tocado dirigir nunca, y también la de mayor número de lectores.

Ha sido una aventura asombrosa esta de navegar por el mar cibernético, con un tiraje virtual de 25.000 ejemplares, pues ese es el número promedio de quienes leen cada número. Entrevistas, relatos, crónicas, poesía, ensayo, y cine, artes plásticas, crítica literaria. Si la pusiéramos en papel, Carátula tendría no menos de 200 páginas por número, pero, siendo como es una revista digital, no podríamos disfrutar, como disfrutamos, de agregar videos y audios de entrevistas y reportajes, exposiciones de pintura y fotografías. Además de que no tendría la misma eficacia para llegar a tantos lectores repartidos en diversos continentes.

Carátula es una revista de ámbito centroamericano, que divulga la obra contemporánea de los escritores de la región, y que al mismo tiempo atrae hacia sus páginas, desde muchos países, en nuestra América y fuera de ella, a otros notables escritores. Este camino de dos vías lo hemos conseguido porque el equipo editorial que participa de la selección de los textos tiene a la vez un criterio creativo y a la vez riguroso.

A todos ellos, y destaco a quienes forman el equipo central y a los jefes de sección, les doy las gracias por compartir este viaje que ya dura diez años.

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Escritor nicaragüense. Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2017. Fundó la revista Ventana en 1960, y encabezó el movimiento literario del mismo nombre. En 1968 fundó la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) y en 1981 la Editorial Nueva Nicaragua. Su bibliografía abarca más de cincuenta títulos. Con Margarita, está linda la mar (1998) ganó el Premio Internacional de Novela Alfaguara, otorgado por un jurado presidido por Carlos Fuentes y el Premio Latinoamericano de Novela José María Arguedas 2000, otorgado por Casa de las Américas. Por su trayectoria literaria ha merecido el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, en 2011, y el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español, en 2014. Su novela más reciente es Ya nadie llora por mí, publicada por Alfaguara en 2017. Ha recibido la Beca Guggenheim, la Orden de Comendador de las Letras de Francia, la Orden al Mérito de Alemania, y la Orden Isabel la Católica de España.