Una foto en la portada
1 abril, 2023
La biografía de Fernando Pessoa, de João Gaspar Simões, refiere la desaparición “en circunstancias misteriosas” del mago inglés Aleister Crowley el 25 de septiembre de 1930. Después de un nutrido intercambio de correspondencia con temas astrológicos, Crowley había llegado al continente a principios de ese mes para encontrarse con Pessoa ‒o con Alexander Search, el Pessoa que escribía cartas astrales‒. Existe una fotografía de ambos en un café de la capital de Portugal. Nadie supo entonces bien a bien si el “mago”—así llamado por Simões— desapareció o si había muerto. En los días posteriores, la declaración del poeta fue publicada por Notícias Ilustradas, un diario de Lisboa.
Se entiende la consensuada broma heteronímica del poeta al leer que Crowley murió en 1947 en el sur de Inglaterra, ahora sí en circunstancias imprecisas, varios años después de la muerte de Pessoa. Aleister Crowley aparece en la mítica portada del disco de The Beatles, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Arriba, en la primera fila, es el segundo a la izquierda.
Y cada foto en la portada es una biografía.
He aquí al maligno Crowley;
desde la isla poderosa
donde las brújulas marcan lo que el imán decreta
navegó hacia el continente,
un poco al sur,
un poco hacia la mano con la cual escribía cartas astrales
y maneras de mirar el lado oscuro del actual universo.
Venía rumbo a Lisboa,
puerto seguro de los Fenicios.
Al-Ushbuna para el árabe vecino.
Según los griegos: Olissipo, Olissipona,
voz tal vez derivada de Odiseo, el Ulises romano,
navegante.
Navegantes, en fin, los portugueses.
La Olissipona del latín vulgar
que supo decirlo todo a su manera
para enseñarnos a decir las cosas,
se convirtió en Lisboa.
Y Lisboa era el destino de aquel mago
de la Gran Bretaña
convocado por Fernando Antonio
—prototípico Géminis
que eclipsaba su Júpiter con su genio creativo—,
nieto de Dionisia,
la mujer que conversaba entristecida
con la sombra del espejo
y asumía gestos excéntricos
de los que no hay testimonio
—nacido en 13 de junio,
día de San Antonio de Padua,
que es en verdad San Antonio de Lisboa—;
tataranieto de Sancho Pessoa da Cunha,
condenado por la Inquisición en 1706 a la hoguera.
En fin, “la bestia” Crowley venía entonces a Lisboa
emplazado por Fernando, el portugués
navegante de horóscopos y océanos enigmáticos
que en su correspondencia refirió
la carta astral del mago
a la que había encontrado
inexactitudes en sus trazos.
Este demonio, el mago inglés Aleister Crowley
–despellejó un gato cuando niño y cuando hombre
subió las pirámides de Teotihuacán
y habrá ingerido hongos en la alucinante sierra de Oaxaca–,
llegó a Lisboa a visitar a Fernando:
Todo puerto es una nostalgia de piedra.
Pero el barco de Crowley no podía atracar,
el temor del múltiple poeta provocó neblina
y al menos cuatro miedos del tamaño de un hombre
se juntaron ese día:
El miedo es un temblor de piedra.
Tal vez el horóscopo en Géminis
mantenía a los gemelos alegando;
eran Álvaro o Ricardo
trastornando a Fernando Pessoa:
Todo horóscopo es un puerto de neblina.
Después del café, el vino del puerto,
revisar las cartas y aceptar las versiones,
Crowley se perdió en el país peninsular
con la bella mujer inglesa o alemana
que había viajado con él para el encuentro
del que existe un testimonio fotográfico.
Fernando fue requerido por la comisaria.
El biógrafo de Pessoa quedó impresionado
pues no supo si Crowley había muerto en Portugal.
Los biógrafos no saben lo que pasa en la vida de las gentes.
Pero el mago reapareció nuevamente en Gran Bretaña:
La nostalgia es un barco de piedra.
Se asegura que murió:
las personas siempre mueren.
Y para Crowley hay múltiples opciones:
o bien acariciando la cabeza de un lanudo merino
en las tierras escocesas vestidas de lana a cuadros,
o en una cama amable y soñolienta.
Quienes lo odiaban sugirieron que merecía tener dolores,
estertores que hicieran más agudo y doloroso su final.
Quienes lo odiaron menos insinuaron
que al lado de su cama una joven mujer
lo escuchó decir sus últimas palabras.
Lo cierto es que el mago inglés que complicó a Pessoa,
dejó huella de su paso,
y en Lisboa, bella provincia de la Europa,
capital del país que mira a los océanos
desde el perfil de un hombre absorto,
se hablaba de la desaparición de Crowley
y Fernando declaraba en la comisaría.
Y quién iba a decirnos que como parte
de ese club de corazones solitarios
del sargento pacifista que nos hacía estornudar
en ese alucinante sound track de la primera juventud,
el 13 de junio de cualquier año, cumpleaños de Pessoa,
vemos a Crowley aparecer en la roja portada de los Beatles:
Es el segundo, arriba, hacia la izquierda,
el que sonríe para ofrecer con ironía
a toda la banda de los corazones solitarios
la posibilidad del temor.
Y al mirar la portada pasa la niebla.
Poeta y traductor mexicano, 1952. En 2022 obtuvo el Premio Letras de Sinaloa por su trayectoria literaria. Entre sus publicaciones recientes destacan Infinito día, 2021 UANL; Tiempo ganado, 2016, Voz viva de México, UNAM; Verdad posible, Fondo de Cultura Económica, 2014. Entre otros premios nacionales e internacionales, recibió en 1994 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, el más importante de México. Su obra ha sido compilada en diversas antologías. Como traductor, sus trabajos más recientes son Resurrección, la primera novela de Joaquim Maria Machado de Assis, que tradujo y prologó para la Universidad Veracruzana (2017), editada en 2020 por la Universidad Autónoma de Madrid, y Primeros Cuentos (2017) del mismo autor brasileño, para la Universidad Nacional Autónoma de México, además de Tabaquería-El marinero (2018), de Álvaro de Campos, Fernando Pessoa, editado por Tabaquería Libros, el Instituto Camões de Portugal y la Universidad Autónoma de Sinaloa. Es Maestro en Letras Latinoamericanas por la UNAM, miembro de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios, A.C. (AMETLI) y del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Actualmente es el director general de la Fundación para las Letras Mexicanas.