Una oscuridad brillando en la claridad que la claridad no logra comprender, Carlos Fonseca Grigsby

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Poesía. Sí, poesía. Toda la poesía que pueda caber en una sola palabra. Y esta vez el turno es para Carlos Fonseca Grigsby (Managua, 1988) y su libro Una oscuridad brillando en la claridad que la claridad no logra comprender, cuyo título obedece a una línea de Ulises, de James Joyce. Este libro mereció el XX Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe Joven Creación y su valor literario pesa en uno que otro poema donde aparece el arañazo de la tradición poética nicaragüense y  la búsqueda de la metáfora perfecta. Al final de la búsqueda, Carlos termina comprendiendo que su nombre corresponde al último heterónimo de Fernando de Pessoa, que su obsesión por sentarse frente al otro Carlos obedece a un puente para hablar y escuchar al otro Carlos. Cada poema va dejando una huella del otro que viene y se va al lugar donde las palabras volaron a la tierra del olvido.

Por este libro desfilan las sombras de autores como T.S. Eliot, Joaquín Pasos, Carlos Martínez Rivas y el mismo Pessoa. La lectura de poesía hoy en día merece de cuidada atención  y Carlos Fonseca exige esa atención, puesto que Una oscuridad… es el retrato poético del mismo autor y es también la mirada del hombre que ve por primera vez el mar, tal y como él lo dicta en su poema «La traición…O una oda». Carlos ve por primera vez el agua de la poesía, guiado por la obscuridad, que es su luz, se  arrima a la ventana (tal y como dice el epígrafe de Alberto Caeiro) apara decirle adiós a sus versos que parten hacia la humanidad.

No cabría ni en una sola línea la duda de que este poemario viene a incorporarse como uno de los logros literarios nicaragüenses en la segunda mitad de la primera década del presente siglo. En todo caso, tendríamos que empezar a hacer la nómina de los autores jóvenes que están llamados a conseguir el estado de gracia de la exaltación poética, y Carlos es uno de ellos.