Poemas con Joaquín Pasos

28 noviembre, 2020

Santiago Montobbio

-Santiago Montobbio nació en Barcelona (España) en 1966 y es un importante autor de su generación. Pese a haber estado unos 20 años sin poder escribir un sólo verso, retomó la escritura con una intensidad llamativa, ofreciendo una nueva ola de poesía única y altamente apreciable.


Santiago Montobbio

SE PUBLICA AYER EL NÚMERO DE LA REVISTA CARÁTULA
dedicado a Ernesto Cardenal y envío hoy mi colaboración
en él. De Managua y Barcelona adonde llegue.
Y me llega de allí, de Managua, como otro abrazo,
poesía. Porque bajo a buscar el periódico y coincido
con el cartero, que me pregunta y dice mi nombre.
Es un sobre de Nicaragua con un libro. Es una
Suma breve de la poesía de Joaquín Pasos
que desde allí me envía José Argüello. Y
me llega en estos difíciles momentos.
Así me llega la poesía, de manera inesperada
y sorpresiva. Aparece de improviso, con el
sentimiento que nos dice que es la vida.

“PORQUE ESTAMOS DETRÁS DE NUESTROS PROPIOS PENSAMIENTOS
leyendo de nuevo la aventura de amor y de misterio”
son los últimos versos del primer poema de Joaquín Pasos
que leo. Y en él, antes, “Simple es la historia universal,
como este cuento”. Simples estos días, su tristeza, la lluvia de esta tarde
-“confesar que la lluvia es enemiga del sosiego,
decir “estoy bien” y asustarse del acento”
he leído antes en este poema-, simple y siempre igual
la lluvia y la tristeza y también de pronto una inesperada alegría.
Juegan y corren los niños en el piso de arriba. Me llega
su rumor de vida.

Barcelona, 1 de abril de 2020

LUZ, LUZ CON EL CAFÉ, ANTES DE LA POESÍA
-la poesía de Joaquín Pasos, justo empezada
ayer en su primer poema, y también la poesía
en el poema que ahora escribo, las ramas
y las hojas del árbol reflejándose en las lunas
del espejo, balanceándose por lo que se siente
es un fuerte aire, la luz de un ya sol
después de estos días de ausencia en
esta página en que escribo, la compañía,
el gozo y la aventura de la poesía de un
poeta de América, también de la poesía
que yo escriba, para mí mismo también
imprevista e inesperada aventura.

“DETRÁS DE LA LUZ DE ESTAS TARDES PERDIDAS”
leo en el segundo poema de esta Suma breve
de Joaquín Pasos, poema titulado “Poema inmenso”
y que en verdad responde a su título, pues parece
una cantinela o letanía que se te mete adentro
y no termina. Veo que el libro iba acompañado
de un tarjetón de José Argüello, quien me
obsequiaba con él, fechado en Managua el 28
de febrero. No sabía si en esta situación me
llegaría el libro, me dijo al ayer -cuando
llegó- agradecérselo. Pero llegó. Llegó
de manera imprevista la poesía. Cómo,
cuándo, desde qué esquina otra vez
siempre llegará. ¿Qué habrá detrás de la luz
de estas tardes perdidas, como la luz de hoy
que da ahora en el papel mientras escribo?
Detrás de la luz de estas tardes perdidas
estará la esperanza, el poder querer aún.

“TU SUFRIMIENTO DE VIVIR HA SIDO CATALOGADO
entre las cosas más lindas del universo,
el tributo de amor más grande que se conoce”.
El dolor
de la vida, el dolor que nos causa, los daños,
las heridas, la restitución y purificación que hay
en ellas, el dolor y el amor que nos sostiene,
y también el nombre secreto de quien quieres,
de quien quiero –“Tendrá que ser al fin, porque conozco
su pefume secreto,/ porque sé tu nombre que nunca ha sido/ pronunciado”.
La conminación a que exista, a que sea, seas, y lo pida el silencio,
el silencio lo conjure y desde su fuerza escondida y antigua,
oscura, lo haga ser, haga ser en el amor, le haga ser tras
una infinita espera, como lo pide este poema y lo conmina:
“Porque este poema tuyo, desde lejos
lo dictas tú en silencio,
porque mis brazos se extienden hacia ti sin quererlo,
porque esto es demasiado para el sueño”.

“TAMBIÉN EL AIRE RASGA LAS AXILAS DEL RÍO
como amaneciendo en un día silencioso lleno de dinosaurios
de luz pura acabada de ordeñar”:
así leo con asombro y gozo
en el poema “Raudal”, y de igual modo -con asombro,
gozo- me llega su final: “¡Aún es larga la herida, de aquí al mar”.
Empezaré ahora los poemas que hay en esta Suma breve del libro
Tierra tostada. Tostada por el sol, antigua la música de la poesía,
y a la vez nueva en su respiración y su cadencia, como recién amanecida.

“LOS HOMBRES VIEJOS SACAN AL CAMPO SUS PECADOS,
éste es su único trabajo.
Los sueltan durante el día, pasan el día olvidando
y en la tarde salen a buscarlos
para dormir con ellos calentándose”.
La culpa, la felicidad
de una culpa, el trabajo que da, cómo
nos acompaña, y no se va ya más.
Es nuestra vida. Esto pienso y siento
al leer estos versos finales del poema
“Los indios viejos”. Después me acuerdo
de mi poema “Para una teología del insomnio”,
incluido en mi primer libro y escrito a mis
veinte años. Porque tiene algo de esto. La vida
anclada en lo mal hecho, por esto perseguida,
y a la vez sostenida y construida. Ya un viejo fuego
con el que calentarnos y del que no poder separarnos.

DOY UNOS PASOS POR EL PASILLO. BEBO UN VASO DE AGUA.
Enciendo la música. En esta tarde de encierro y en la luz
que hay detrás de ella me llega y me acompaña la poesía,
esta vez encarnada en los poemas de Joaquín Pasos, pasos
también sus poemas, pasos los poemas que escribo y con los que los acompaño,
pasos míos que doy por el pasillo para estirar algo las piernas -digamos-
en este día de encierro, pasos más alegres y con más brío los de los niños italianos
que juegan en el piso de arriba, pasos y saltos y hasta brincos.
La poesía tiene también esta antigua alegría. Reemprendo ahora su lectura
en los poemas con que dio sus pasos en la vida y obra de Joaquín Pasos.

“LE DOY VUELTAS Y VUELTAS AL PAPEL
porque sientes algo en ti
completamente imposible de decir”:
leo estos preciosos versos al reemprender
la lectura de esta Suma breve donde la había dejado, en el poema
titulado “Muchacho”. Que es, por lo demás, un poema de tono agrio.
Pero en la dureza, en la imprecación, en el desprecio, en el insulto
la búsqueda de algo imposible de lograr o apresar del todo,
algo puro y antiguo, verdadero, profundo, imposible de decir,
al menos completamente, pero que a la vez es algo que está en ti y en mí,
y ese algo es lo que realmente eres, poesía. Muchacho yo,
muchacho eterno Joaquín Pasos y todos los que empeñamos la vida
en su busca.

“TAN CERCA DE LA VIDA Y TAN LEJANA,
su vida real vale mucho, vale nada” leo en el poema
“India caída en un mercado”. La santidad de la pobreza.
La santidad también de la pobreza. Para ello también la poesía.

ESCUCHO LA MÚSICA. DOY UNOS PASOS.
Vuelvo a la lectura. La poesía también
pasos, los poemas pasos no sabemos hacia dónde,
es en ellos, en los pasos que son los poemas
como más sabemos la verdad terrible que dijo para todos
otro poeta de esta tierra tostada. Porque no sabemos adónde vamos
ni de dónde venimos. Entre dos oscuridades, un relámpago,
la luz que está detrás de las tardes. De estas tardes,
de las tardes perdidas, tuyas y mías, tardes para la luz
nunca desfallecida de la poesía.

“DÍA MORENO Y BRILLANTE QUE ME RECUERDA
mi obligación de cantar”:
así acaba el poema
titulado “Día”. Y acaba bien. Porque ésta es nuestra obligación,
nuestro deber, nuestra cruz. Da razón de una vida. Es su razón.
Cantar, hacer arte, poesía. Para que esta vida en ella perdida
al final sea una vida ya ganada para siempre, como he cantado y dicho
hace poco de otro gran poeta de esta tierra tostada que se nos ha ido.

UN POCO DE AIRE, UN POCO DE AIRE. ABRO EL BALCÓN
para que me dé un poco de aire. Al aire
de la poesía, al aire de mí mismo, al aire
de mi adentro, al aire que es la poesía y nos dice
y nos hace encontrarnos en lo más íntimo, a veces también
misterioso, desconocido.

UN POCO MÁS DE POESÍA. Y QUIZÁ HASTA MAÑANA.
Hasta cuando diga la vida. Quizá sepa cuándo es
el aire fresco, el aire de la tarde.

…”DONDE LA VIDA ES HONDA”.
“Dadle su noche al pez, triste y vacía,
de sufrimiento y de sed.
Dadle a vaciar su luna llena, dejadle morir al revés”, leo hacia el fin
del poema “Elegía del pez”, primero de “Dos llantos”, que así termina:
“Dejadlo, pescadores,
no lo toquéis”.
Las historias que siempre acaban del revés
de mis poemas de juventud, la juventud que en la poesía encuentra e ilumina,
llenas las manos de hallazgos imprevistos y que al mismo poeta que los encuentra y canta
asombran. La juventud que encuentra en poesía, que adivina en poesía.
La juventud que siente adentro un mar, lo adivina. La juventud
irrepetible del poeta
y que en poemas verdaderos y de deslumbrantes
hallazgos a veces
volvemos a encontrar.
Con el respeto sabio e instintivo por lo que es sagrado.
Por la muerte o la poesía. A las que no hay que perturbar.
Sí, desde joven sabe el poeta que no se le puede malear
ni retocar ni falsear, lo sabe de la poesía y sólo puede decir
ante su sentirla sagrada al resto de los hombres: Dejadla,
No le toquéis. Dejadla quieta.

“EN MI DOLOR QUE TIENE LA FORMA DE TU NIDO”:
así al pájaro, a la luna, al poema.
Así concluir un poema que hacia esta final
verdad se encamina. El vuelo necesita nido,
tiene forma además de altura, de sólo altura
de vuelo libre. Las manos pueden hacerse cuenco
que recoja la lluvia, los poemas nidos donde se vislumbre
y algo aún haya del vuelo del pájaro, del vuelo del canto.

EN EL POEMA “CEMENTERIO” JOAQUÍN PASOS NOS HABLA DE
“los pájaros enfermos, los vestidos de sombra”. Y así acaba el poema:
“Tengo un triste recuerdo de esa tierra sin horas,
la picada de pájaros, la que se desmorona.
Con murciélagos me persigue de noche
su horizonte de barro y su luna de broza.
En la tierra aburrida de los hombres que roncan
se hizo piedra mi sueño, y después se hizo polvo”.
Tierra reino de la tristeza estos días ya la tierra,
del dolor, de la pérdida, del desespero, tierra
llena de muerte que es en verdad un gigantesco
cementerio. Así estos días la tierra, este tiempo
que ha roto tantos sueños, los ha hecho polvo.
Leo este poema en este momento de la tarde
y siento como una losa sobre el corazón el peso
de tantas muertes, de tantos muertos, y desde él,
desde mi corazón y su tierra también profunda y cierta
quiero alzar por ellos una plegaria. Entiendo después, ahora,
que es este poema.

EL CARÁCTER SACRAL DE LAS COSAS, SU RESTITUCIÓN,
la restitución de éste, de este carácter sagrado, de las cosas
y la vida toda. Cantarlo y decirlo y así, sintiéndolo desde adentro,
restituirlo. No sé si este carácter sacral necesita de instrumentos especiales
o solemnes, de singular belleza o categoría. No lo creo. Pero uso
un elegante libro de hojas en blanco que me regaló mi hermano hace muchísimos años para escribir. Lo agradecí pero no lo usé, pues pensé que podía -así decía-
escribir en cualquier papel, en cualquier cosa. Y así lo he hecho,
y así quedó y estaba aún por estrenar. Mi falta de previsión
me ha hecho llegar a este encierro sin papel, no el célebre papel higiénico
con el que parece que la gente ha llenado sus casas sino papel normal,
aunque este papel también sea higiénico y lo sea especialmente,
pues es papel para escribir, y escribir es preciso
para la salud del alma. Una tienda cercana me dice
que han considerado el suministro tecnológico algo esencial -como lo es-,
y que están abiertos y me lo traerían a casa. Se refieren a tóners para imprimir,
lo cual me hace falta, pues ya flojea el que tenía, y podría añadir
varios paquetes de papel y bolígrafos. Necesario y esencial
para la higiene del alma. Lo haré dentro de un tiempo.
De momento voy llenando este libro, que me había resistido a estrenar
en tantos años. Y, como desconocía que habría este servicio
que me acercaría el papel a casa, pensaba continuar con otro libro regalado
también por mi hermano, quizá anterior y aún más bello y en su belleza
casi solemne, pues es del Tibet y con las hojas de pergamino. No me atrevía
ni quise ni pensé que necesitara escribir en un libro así, y así
también está por empezar. Pero creo que acabado este libro
con notas musicales en la portada continuaré con el otro.
Porque siento que ha encontrado ahora su momento, como éste.
Porque en este momento de tinieblas no sólo hay que cantar
sino que elevar la voz y la dignidad del canto, reivindicar y recordar
su carácter sagrado, y sentir que para reafirmar que esto es así
nos vale cualquier cosa que tengamos a mano. Como un bello
libro olvidado. Escribo este poema tras leer y que hayan hecho nacer esta lectura
los poemas de Joaquín Pasos, pero tras un descanso y pensar
que continuaré y acabaré sus poemas mañana. La poesía es santa,
la lectura es santa, es sagrado el arte que la canta,
sagrado el espacio cualquiera en que se da el canto.
En su humildad y su altura, para su humildad y su altura
podemos encontrar maneras diversas de realizarlo. Pienso
que escribir ahora poemas en esos libros olvidados
es una manera singular y tan válida como otra
de así hacerlo. Son nido del canto, del vuelo
sagrado del canto.

LA LUZ SOBRE LAS NUBES, LA LUZ CLARA Y QUE RESTALLA
por haber alargado el día. Esta tarde cada vez más clara,
con luz no sólo detrás y perdida sino fúlgida sobre las nubes.
La luz alta en el cielo, la luz sobre las nubes. Nos da
quizá el mismo mensaje de la poesía. Nos dice que podemos
esperar.

LA LUZ DE LA POESÍA, LA LUZ DE LA POESÍA.
La luz antigua y que un verdadero poeta
hace otra vez nueva, prístina. La luz
así mañana otra vez -espero- en los poemas
de Joaquín Pasos. Luz de la poesía desde Nicaragua.

LA LUNA TRAS LAS NUBES, OCULTA PERO QUE SE ADIVINA
en un resplandor. Noche fría. Nadie. Noche fría
además de oscura la del alma, la de la poesía.
Pero ha de pasar la noche, y la poesía volver mañana.

Barcelona, 2 de abril de 2020

EL SILENCIO. EL SILENCIO DE LA NOCHE.
El silencio triste de la noche, triste
y también poblado, lleno de misterios.
Silencio en el que se gesta y forma la poesía,
se acuna tal semilla. Silencio en el que se encierra
su posibilidad. La noche pone en suspenso al mundo, pero no olvida
a la posibilidad. Es quien permite que aún sea, y que vuelva
a ser.

LA NOCHE. LA NOCHE QUE TIENE ADENTRO LA POESÍA.
Que la está haciendo esperar, dejando que en
su oculto latir se forme. Que pueda llegar
y otra vez ser mañana.

SUEÑO INTERRUMPIDO, SUEÑO ROTO. SUEÑO A PEDAZOS
el de esta noche. Con mis sueños rotos voy también
a intentar acompañarme con poesía esta mañana.
De una tierra lejana, pero que está de mi corazón muy cerca.

UNAS PALABRAS DE PABLO A LOS ROMANOS COMO EPÍGRAFE AL LIBRO
Canto de guerra de las cosas; en el primero de los libros que hay
aquí de este poeta, en su primer poema, “Invento de un nuevo beso”, como
epígrafe unos versos en provenzal de Marie de France. Las de San Pablo
están en latín. Mis lenguas, mis madres, mi cultura. Empiezo el
Canto de guerra de las cosas y leo: Cuando lleguéis a viejos respetareis la piedra,
si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó alguna piedra.
“No es país para viejos” es el título
de un artículo del periódico que he leído antes y que denuncia -como otros-
la situación terrible de los mayores en esta pandemia, su absoluta indefensión,
su cruel abandono, su sacrificio indiferente por parte de los políticos
y, en el fondo, de casi todos. Estos versos inciales que leo me parecen
proféticos o más que eso soy especialmente sensible a ellos
en estos momentos. No sabemos, tras estos momentos que estamos pasando,
tras este tiempo fiero, si quedarán viejos, y si quedarán piedras, algunos viejos
y algunas piedras y quizá ninguno y ninguna, y la razón es en el fondo debida
a que el hombre se hizo piedra, aquella feliz que ya no siente.
Pero el hombre ha de sentir. Y, si el hombre es ya piedra, y no siente,
no hay ya lugar para viejos y tampoco para piedras, porque el lugar de la piedra
lo ha usurpado el hombre, lo ha ha tomado para sí. Leo también al final de la primera página
de este poema:
“El agua es la única eternidad de la sangre.
Su fuerza hecha sangre. Su inquietud hecha sangre.
Su violento anhelo de viento y cielo
hecho sangre.
Mañana dirán que la sangre se hizo polvo,
mañana estará seca la sangre”.
Qué cerca de mí
están estos versos, cómo puedo sentirlos míos,
sentir que podría haberlos escrito o -mejor- que responden
a un sentir profundo que como una enraizada verdad tengo,
he tenido siempre. El agua, el agua que salva es la poesía,
y la poesía es también sangre, el lenguaje de la sangre.
Su pasión, su fuerza. El temor de que este lenguaje se seque en su agua
y para él ya todo sea un desierto. El pulso de la sangre,
los latidos del corazón, la poesía hecha con ellos. La poesía
es esta agua que nos salva.

“DESDE UN MOTOR MÁS FUERTE QUE UN CORAZÓN DE HOMBRE”:
es él quien hace girar la tierra.

“CON LA OPACA VOZ DE UN DESTROZADO AMOR SIN REMEDIO,
con el hueco de un corazón fugitivo”:
así empieza una letanía
hermosa y terrible como es la vida
en medio de este poema y que termina:
“Y con lo que será ajeno. Y con lo que fue mío”.
El poema continúa. Pero yo aquí escribo. Porque siento y quiero decir
que a través de una letanía que nos dicta el cielo, de sus imágenes extrañas
es como de verdad vivimos, sentimos la vida. Nos adentramos en su misterio.
Para vivir en verdad sólo tenemos la poesía.

“AQUÍ LA PIEDRA ES PIEDRA, PERO NI EL TACTO SORDO
puede imaginar si vamos o venimos,
pero venimos, sí, desde mi fondo espeso,
pero vamos, ya lo sentimos, en los dedos podridos
y en esta cruel mudez que quiere cantar”.
Aquí y así esta triste
y terrible tierra, la vida en ella, su grito de auxilio
y su suspiro de amor, su lamento y su risa de gozo,
y la necesidad de cantar, la necesidad de buscar en las palabras
y vaciarlas de sombras y tantear con ellas dónde está la luz,
la luz del corazón del hombre, y encontrarse las palabras
con la mudez, con que las palabras son también un muro
y otra aún más terrible soledad. Y así no saber adonde vamos
ni de donde venimos, y que en ese sin saber no termine jamás
la necesidad de cantar.

“POR FIN, SEÑOR, HE AQUÍ FRENTE A NOSOTROS EL DOLOR PARADO EN SECO.
No es un dolor por los heridos ni por los muertos,
ni por la sangre derramada ni por la tierra llena de lamentos,
ni por las ciudades vacías de casas ni por los campos llenos de huérfanos.
Es el dolor entero”.
Aun en estos momentos en que la tierra
se ha vuelto un cementerio, que son una fosa las casas, la belleza y la dulzura
del vivir se han ido, y todo es acoso y muerte, aun en estos momentos
siento la visión y la verdad de estos versos y sé con ellos
que el dolor es entero, el dolor está dentro.
Nos acompaña desde que nacemos y sigue
toda la vida a nuestro lado, no nos deja.
Es nuestra más fiel permanencia, lo que nos liga
a la vida, la metáfora de la tierra que nos acoge
y hemos pisoteado y también la música de fondo
que se escucha detrás de las vibraciones más íntimas.
El dolor de todos y de nadie. De ti, de mí. De la soledad
perdida, de la noche oscura. El dolor entero. Profundo,
verdadero. Dolor desde el principio, dolor sin fin.

“TODOS LOS RUIDOS DEL MUNDO FORMAN UN GRAN SILENCIO.
Todos los hombres del mundo forman un solo espectro”.
Este vacío final en el que nos ahogaremos todos dicen
y anuncian estos versos, un vacío que sea un silencio, un silencio huérfano
y perdido y al que no prestamos atención podemos sentir
detrás de todo. Con los ojos, con el corazón, con las manos.
En cada gesto y en cada beso, en cada abrazo y estrechar de manos
se esconde en realidad ese silencio. Hacemos ver que no nos damos
mucha cuenta, pero en el fondo lo sabemos. El silencio será un vacío,
como la tierra y en él seremos iguales por fin, porque nos hará muertos.

“HE AQUÍ LA SENTENCIA DEL HOMBRE, FUGA DE CARNE, DE MIEDO,
días, cosas, alma, fuego.
Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos”.
Así acaba este poema, Canto de guerra de las cosas, con un final
desolador y espléndido, que continúa y cierra y a la vez
deja para siempre abierta la desolación y la verdad
terribles y hermosas de todo el poema, sangre viva que canta
desde una herida abierta. Canta desde ella la guerra de la vida
y de las cosas.

“ESTIRO UNA PIERNA, Y VIENDO UN ZAPATO
pienso en lejanías y en las puntas de los dedos del mundo.
¡Oh, dedos de los pies del mundo, perdidos quién sabe donde con las uñas descuidadas!
Bostezo mientras tú pasas por todo mi ser como una
corriente de desinfección lavando todo lo gomoso y sucio
que puedan tener todos mis pensamientos”.
Viaje del amor y al amor
el verdadero viaje, viaje al centro del ser, a la raíz de la pureza,
viaje y anhelo profundo de ese viaje que nos hace soportar
las miserias de la vida y nos hace aún seguir en pie, seguir vivos,
porque aún esperamos. En el amor esperamos. En el amor y en la poesía,
razones verdaderas de la vida, sus tierras profundas
a las que viajamos y anhelamos viajar y a la vez es un viaje
que tenemos dentro, porque es lo más íntimo que nos constituye y dice,
lo que de verdad somos, esto que esperamos, la vida
en realidad este viaje.

“HACE MUCHO TIEMPO QUE YO DESEABA DESCUBRIR ESTE POEMA.
Tiempo. Yo te aseguro, mujer, que todavía hay tiempo”.
Descubrir un poema, que te lo traiga el tiempo, te lo traiga el amor.
Que te encuentres en este poema, descubras que este poema eres tú,
y que éste era el secreto que guardaba para ti el tiempo. Y lo guardaba
en el amor. En ti. Mujer. Descubrir en ti, ser después del tiempo
todavía amor, ser también en él poema.

“PÍCARO, OTRA VEZ LA TIERRA;
marinero, otra vez la mar”.
El mar, sí,
la libertad. La que para la vida aún habrá.
Lo que todavía podemos soñar.

“LEJOS DE LO LEJOS, DE LOS FAROS, DE LAS TELEFONISTAS Y DE LOS LUCEROS
cerca de esta ciudad alegre en que se confunden los calcetines
los hijos
y se permite a las culebras llevar sombrilla,
cerca de mí mismo a una gran distancia
cerca del horrible ruido de la gente que mascaba hielo
cerca de los balidos de los espejos
de este espejo detrás del cual me asalta un viejo gesto
como asaltan a los que leen versos los gatos muertos”.
Cerca y lejos,
cerca y lejos en un juego de distancias que es una precisión y una horfandad,
en su continuación de imágenes que nos dicen que estamos en el tiempo de las vanguardias
y en ellas también una verdad. La verdad de nuestro rostro
que asoma como por detrás de un espejo por detrás de estas imágenes
y su ritmo encantatorio, esta manera extraña de buscarnos y decirnos
que es la poesía, saber que nos retrata con nuestro rostro
y que aunque nos pueda parecer extraño o de otro
-como puede suceder con nuestra voz grabada-
es el nuestro, es el que tenemos, y que todas esas imágenes
nos las ha traído la poesía para que podamos verlo en su misterio
-desconocido también y sobre todo para nosotros, hasta que ella lo ha encontrado
y ha dicho.

“UN PEDAZO DE VIDA SIN CONTORNOS
lleno de barcos y de poemas
tendido a secar al sol
flotando al viento”.
Así este otro retrato
de la vida del poeta, reflejado en estos versos
como en un espejo o en un lago, sabiendo éstos
y el rostro que reflejan que ni su tarea -que es deber-
ni su misterio tendrán término.

“CINCUENTA VECES ESPAÑA
he dicho, madre.
Cincuenta veces España
dice mi sangre”:
así empieza el último poema de este libro,
titulado “Herida sangre”. Y más adelante en él leemos:
“El grito está herido, madre,
herida estará mi sangre.
Sangre española es sangre, madre,
sangre mía:
sobre las hojas de plátano,
claveles de Andalucía.
Va corriendo nuestra sangre, madre
va corriendo hacia la mar,
a encontrar sangre de España
y a gritar
España, cincuenta veces España,
¡cincuenta veces más!”
La sangre de España, la sangre y la fe
y el canto, la poesía. La memoria de España en América,
la memoria y la presencia y el recuerdo siempre vivos, como una sombra fresca,
de Andalucía. Así lo he sentido yo en América, así lo sintió en México
Luis Cernuda y así yo en el país de este poeta que de esta manera la sangre de España canta,
en Nicaragua. También en Nicaragua, en la América de España también saber,
no dejar de recordar con tristeza, tanto en ella
como aquí, y como se sabe una profunda
y terrible verdad en su absoluta certeza,
que allí y aquí España sigue siendo la de Lope de Vega,
y es la madrastra de sus hijos más verdaderos, entre estos hijos
tantos poetas.

PASOS EN LA NOCHE, PASOS YA EN LA NOCHE, PASOS
con los que corren los niños en el piso de arriba.
Cerrada por la tarde la lectura de Joaquín Pasos,
la ventura y aventura de sus poemas, no escribo
ningún poema más, escucho ahora ya en la noche
estos pasos de niños que corren y juegan y sé
que también son poemas y que como ellos son
la vida. Decir como ellos no es una manera
de decir. Son así los poemas. Como pasos
de niños hacia el infinito, impulsados por
su propio ritmo y su música interna, por
el pulso que son y constituyen de la vida,
de su aventura siempre imprevista, siempre
con alegría de niño. Escribo este poema algo
después, cerrado el libro con poemas de Joaquín
Pasos, y pienso que puede sumarse a los poemas
con que he acompañado ayer y hoy a los suyos,
sumarse a ellos y también desear que no terminen
estos pasos, poemas y pasos de niño que no cesen
mientras la tierra aún sea un lugar donde vivir,
poder esperar que otra vez lo sea. Esta misión
me parece que tiene ahora la poesía.

HAY LUNA. EN LA NOCHE FRÍA. TODAVÍA
hay luna. Para el corazón del hombre.
Posibilidad de vida. Poesía.

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Barcelona, España, 1966.
Licenciado en Derecho y Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Profesor de la UNED, de ESADE, de la Facultad de Filosofía de Cataluña de la Universidad Ramon Llull y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su primer libro fue Hospital de Inocentes (1989). Ha publicado también Ética confirmada (1990), Tierras (1996), Los versos del fantasma (2003), El anarquista de las bengalas (2005), finalista del premio Quijote 2006, que concedía la Asociación Colegial de Escritores de España al mejor libro publicado en el año mediante votación de sus socios, y Absurdos principios verdaderos (2011). Es autor de una tetralogía formada por los libros: La poesía es un fondo de agua marina (2011), Los soles por las noches esparcidos (2013), Hasta el final camina el canto (2015) y Sobre el cielo imposible (2016)-, y a ésta se han sumado con posterioridad los libros La lucidez del alba desvelada (2017), La antigua luz de la poesía (2017), Poesía en Roma (2018). La hispanista brasileña Ester Abreu Vieira de Oliveira ha publicado un libro dedicado a su obra poética, con un estudio de la misma y también una antología de su poesía en edición bilingüe castellano-portugués: A arte poetica de Santiago Montobbio (Analisi e traduçao) (Editorial Opçao, Brasil, 2017). Nicaragua por dentro (2019) es su último libro de poemas.