Santiago-Montobbio-2

Los dos Darío, los dos Borges

29 marzo, 2019

El poeta revisa aspectos que dejó en la cocina de un ensayo para Repertorio Dariano y le sale este breve y luminoso ensayo sobre Darío y Borges, y mucho más.


Quiero revisar una vez más el texto sobre Rubén Darío para el Repertorio dariano de la Academia Nicaragüense de la Lengua, y que responde a las conferencias que en Nicaragua sobre él y la Generación del 27 di. Ha salido un texto extenso -pero que a la vez en verdad responde a lo que dije en diversos lugares de Nicaragua-, porque escribir es un entusiasmo. También es un deber y es un rigor. De ahí mi deseo y necesidad de revisión. Porque sólo entregarlo por segunda vez me di cuenta que había olvidado de corregir alguna errata que había advertido, y también otro punto que olvidé. El sábado como con Francisco Javier Sancho Más y José Argüello y su mujer en Can Culleretes, el restaurante más antiguo de Barcelona, de 1786, y no sé cómo José me hablaba de Borges y yo recordé cómo le oí contar algo -yo adolescente- a Juan Goytisolo en la Universidad de Barcelona, y es su respuesta a la pregunta de qué pensaba de las erratas. Borges respondió: Son mi única esperanza. Yo apostillo: con su falsa modestia. José ríe. Reímos en una comida de sábado en un restaurante antiguo de Barcelona, en el que también tuvo que comer y cenar muchas veces Darío cuando vivió en mi ciudad.

Escribir es escribir de más, lo sabemos -y soy un caso con el que aducir que esto es así-, pero también de menos. Y mi caso también puede probarlo. El escribir está también lleno de olvidos, de omisiones, de faltas, de ausencias. Y se hace con ellos. Podemos ver ahora, con lo que quiero contar, cómo es cierto. La cuestión que olvidé revisar es que yo me refería a las variaciones que distinguen la obra de Rafael Alberti, y decía cómo Dámaso Alonso afirma que es lo primero que llama la atención de su obra. Y ponía comillas, en espera de incluir la cita de Dámaso al respecto en su literalidad. Y se me olvidó buscarla e incluirla. Bueno, puedo no ponerla, decir que Dámaso señala esto y ya está -así también está bien-, pero no dejar unas comillas vacías, a las que les falta lo que han de entrecomillar. Esto no puede quedar así. Sí: es un detalle. Pero pienso en el contenido al que se refiere. Yo he hablado de la doble vertiente que veo en Darío y que no sólo veo y creo que está, el Darío colorido y sensual y externo -el más modernista, que es también el más conocido- y el Darío apesadumbrado y lírico, sombrío, que creo el más valioso y el que más perdura y el que más me conmueve. He hablado, en referencia a ello y los poetas del 27, he recordado los casos en que se da como una doble vertiente en una obra, y así Manuel Altolaguirre dice precisamente de Gerardo Diego que es un poeta doble. Así es. Y destaco que, en su caso, esta doble vertiente o cara en su poesía se produce y da en ambas con sinceridad. Así nos lo dice Gerardo Diego, y lo destaco. También se da así en el caso del gran poeta catalán J. V. Foix, y el verso final de un soneto lo resume de manera perfecta: “M’exalta el nou i m’enamora el vell”. Sí, porque esta doble vertiente se refiere a que practica una escritura vanguardista, un personal y deslumbrante surrealismo, y a la vez escribe unos sonetos maravillosos y que parecen los de un poeta catalán clásico. Y éste es el caso también de Gerardo Diego, susonetos célebres y espléndidos, sonetista como si lo fuera del Siglo de Oro, y poeta vanguardista, lo único que de hecho quedó del ultraísmo, según Dámaso Alonso. Esta doble vertiente, esta doble faz de su poesía, se refiere a esto. Hay unas profundas y sinceras palabras de Gerardo Diego -como hay ese verso de Foix que he citado-, que así lo aclaran y de ello dan razón. Afirman su sinceridad, su convencimiento.

Muy bien. Esto es así. Recuerdo esta doble vertiente o cara -la de Gerardo Diego, creo que la de Foix no la menciono, me refiero a él desde otro aspecto, aunque esté enlazado con una de estas caras de su obra, y a la vez vertebra y está presente en toda, y es la lengua en la que escribe, y para eso se forja, casi crea o inventa, mas con resultado óptimo y que se aprecia como un fruto natural, por posible, y por él logrado-, y no la detallo mucho. Quizá porque sé, aunque no me refiera mucho a ello, que no es exactamente el tipo de doble vertiente que se puede apreciar en la obra de Darío y destaco, y es cuestión que me importa mucho y a la que mucho me refiero.

He de revisar este punto referente a las variaciones de Alberti y caigo en esto. Porque las variaciones de Alberti son técnicas, de carácter técnico, y así lo pienso, y que la doble vertiente que destaco y comento, para enlazarla con la de Darío, en Gerardo Diego y se da de igual modo en Foix no es exactamente lo mismo que lo que yo señalo y digo de Darío. Y, pienso de pronto, que hay algo mucho más parecido, que sé bien y he sabido siempre, y es extremo al que en ocasiones me he referido, y en cambio no he mencionado en este texto sobre Darío. Y ya no voy a incluir en él un comentario al respecto. Pero quiero decirlo, escribirlo. Y decido hacerlo como apostilla.

Es algo sencillo. En mi texto sobre Darío se tiene muy presente a Borges. Y recuerdo ahora los dos Borges de Sabato. Me referí a ello, precisamente, en presencia de Ofilio Picón, en una entrevista que nos hacían a los dos cuando estuvo en Barcelona, un compañero de colegio en una radio alternativa en la Plaza Real. A Ofilio fue una referencia que le gustó y así me lo dijo al salir. Sabato, en una posición que en su día se consideró original pero que comparto y así lo he señalado siempre -y que quizá ahora, cada vez es compartida por más gente-, y tras habernos señalado en otras ocasiones que muchas veces lo más valorado o conocido de un escritor no es lo que más vale, hablaba de los dos Borges que él veía y de su valoración y juicio sobre ellos. Hablaba del Borges de las paradojas y juegos del intelecto, el Borges de la narrativa, que era el conocido y admirado, y de otro Borges, el Borges de una voz más íntima que es el que está en sus poemas y algunos de sus ensayos. Sabato dice que cree que este Borges más íntimo y poco valorado y conocido era el que más valía y el que consideraba iba a perdurar. También yo así lo creo. A veces, como digo, lo he recordado y así lo he dicho -el cantautor nicaragüense Ofilio Picón es testigo, lo fue una noche en una radio en Barcelona-. Y esto está más cerca de lo que yo señalo y digo de Darío. Porque señalo algo parecido, y es que el Darío que se tiene por más brillante y es el admirado y más conocido, al que debe la gloria, es el Darío sonoro y externo, mago de ritmos y formas, gran maestro, sí, pero también ligado a su tiempo y a un modo de hacer literatura y entender las cosas, que tiene su momento histórico, y está también el Darío íntimo, lírico y sombrío, que creo eterno y para siempre, que es el que más me llega adentro y me conmueve, y creo que lo seguirá haciendo, a mí y a quien lo lea. Este doble Darío, o estos dos Darío de los que yo hablo es algo que está mucho más cerca de los dos Borges de los que habla Sabato. Podría haberlo recordado. Pero no lo he hecho. Quizá porque el tema es Darío y el 27, y por ello lo he enlazado con lo que en este sentido tenía alguna semejanza en las obras de los poetas del 27. Quizá, pues, responde mi olvido a una razón, y hasta está bien. Pero ahora recuerdo esta relación, esta semejanza entre los dos Darío y los dos Borges y quiero decirlo. Decido escribir un texto aparte, como salga. Salen los pensamientos como las esquinas de las calles al andar una ciudad. Caminamos por el barrio gótico de Barcelona, por el Borne. Junto a la maravillosa iglesia gótica de Santa María del Mar José Argüello me pregunta por Sabato, se interesa por cómo es la carta que me escribió tras recibir y leer mi primer libro. Es una carta espléndida. Así que Sabato está ligado a mi poesía y a mi vida. También Borges, también Darío. Borges me firmó su poesía completa y su último libro de poemas en el Paseo de Gracia de Barcelona. Yo era un chico, pero escribía ya poesía. Camino por el Paseo de Gracia, al lado de él vivo. Tantos pasos doy por este paseo. Pasos también en los poemas, pasos que doy gracias a los poemas de Borges. Y Darío camina conmigo. Camina el sábado pasado, hace dos días, mientras andamos por el barrio viejo de Barcelona, de esta ciudad en la que nací y vivo y en la que él también vivió y quiso, los dos queremos. El amor une, y une la poesía. Une la memoria, el corazón. El afecto. La cuerda más íntima y más lírica que se encuentra en la voz de un poeta es lo que de modo más profundo nos dice, y nos acompaña en nuestros pasos y nuestros días, nuestros pesares, nuestras tristezas, también nuestras alegrías, como la de buscar los pasos perdidos y la memoria de un poeta en esta ciudad que quiso con amigos nicaragüenses que están en ella unos días.

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Barcelona, España, 1966.
Licenciado en Derecho y Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Profesor de la UNED, de ESADE, de la Facultad de Filosofía de Cataluña de la Universidad Ramon Llull y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su primer libro fue Hospital de Inocentes (1989). Ha publicado también Ética confirmada (1990), Tierras (1996), Los versos del fantasma (2003), El anarquista de las bengalas (2005), finalista del premio Quijote 2006, que concedía la Asociación Colegial de Escritores de España al mejor libro publicado en el año mediante votación de sus socios, y Absurdos principios verdaderos (2011). Es autor de una tetralogía formada por los libros: La poesía es un fondo de agua marina (2011), Los soles por las noches esparcidos (2013), Hasta el final camina el canto (2015) y Sobre el cielo imposible (2016)-, y a ésta se han sumado con posterioridad los libros La lucidez del alba desvelada (2017), La antigua luz de la poesía (2017), Poesía en Roma (2018). La hispanista brasileña Ester Abreu Vieira de Oliveira ha publicado un libro dedicado a su obra poética, con un estudio de la misma y también una antología de su poesía en edición bilingüe castellano-portugués: A arte poetica de Santiago Montobbio (Analisi e traduçao) (Editorial Opçao, Brasil, 2017). Nicaragua por dentro (2019) es su último libro de poemas.