Aldaba (2010)
1 diciembre, 2010
El poeta argentino Mario Arteca comentó: «La poesía siempre tiene su carga erótica y por eso trabaja cierta prolongación de un régimen invisible, al hacer visible un funcionamiento interno. Si esto fuera strictu sensu, Aldaba, de César Vásconez Romero (Quito, 1980), sería una de las formas de domesticación de ese modo literario de estructurar la subjetividad. Aldaba es sensual porque consigue validar la eficacia como una de las maneras de controlar los flujos de ficción existentes en los flujos poéticos, aunque no es suficiente quedarse en ello. Vásconez va más allá y entiende que una visión, en ese sentido, y sólo entendida como el arranque necesario para ordenar la pulsión de escritura, autentica en forma relativa una metodología, nunca refiere a la totalidad del recurso literario. Escribir es saltar esos impulsos predominantes, como si escucháramos con atención esa catedral del mundo baroque & noise que es «Hobo Ho», de Charles Mingus. Ejercicio para la casa: leer en voz alta Aldaba bajo el influjo de este de este tema de Mingus…»
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Aunque era su caudal
el dueño de tus brazadas
robaste tu aliento
a la cabellera de la brisa
Sus remolinos
te arrebataron cada remo:
tu piragua huérfana en la arena
El brillo de su espuma en la crecida
ya no te pertenece
Más aún es suya la llaga en ti
Ahora ya no puedes distinguir
el fondo de su cauce,
los pecios flotan y se hunden
en la piel de sus aguas.
[El Río]
En la hoja del puñal
ondula tu espalda liberando
de la sábana tu tibio aroma
de saciada fiera Un sueño de anguila
entre las algas me susurran
las pulseras de tus tobillos
El tatuaje que entre tus senos
tantas veces acaricié es más
oscuro ahora Tus hombros lucen
mis dentelladas Tu cabello no
alcanza a cubrir la miel de tu nuca
en el filo que beberá tu sangre.
[Crónica de la Mirada]
Despierta escorpión
de la marea Entre las olas
mi talón extraviado
tras su espina Dardo
de la espuma dame
tu ardor transparente.
[Playa de las Peñas]
Ansia
cabalga hendidura
las astillas de mis manos
humedecen la huida
dueña
Brasa
dame tu lengua
furia que a la muerte
robará su secreto.
[Asilos Magdalena]
Anda ladrón
esas simientes que devienen en espinas
por ellas tu sinuosa sed
Toma lo que perdiste:
a la sierpe
que en tu cetro yacía enroscada
olfateando tus garras
entre sus anillos
Ve por el talle de la flama
arranca la humedad del ansia
las joyas de la marea
el relámpago que brota de la ceniza.
[Aleación]
Aún respira este cadáver
dentro de su frente
tuya es la hélice que cava
madruga quimera a escupir sangre
gime tras el silbato del tren
hay una paloma negra en la ventana
tras la yugular del péndulo
el viento
[Flujo]
Un Relato no Escrito (fragmentos)
“La vida que aquí perdiste la has destruido en toda la tierra.”
Kavafis
Quito, 18 de Diciembre 2007
Cuando miras a la ciudad desde uno de sus miradores en las laderas, por su forma alargada y sinuosa, la ves como a una serpiente. Arde y se enrosca en sí misma; agazapada para atacar, todas esas luces son sus escamas, esas circunvalaciones son sus anillos, de su lengua bífida brotan los valles en las afueras, o son los huevos de la progenie que espera devorarla. Hoy crees que te engaña al parecerse a una coral, ayer era una cascabel, su crótalo no dejaba de sonar, mañana será una falsa equis. Todos tenemos la marca de sus colmillos, ya nos devoró, nos estamos deshaciendo en sus entrañas.
Bs.As, 29 de Marzo 2008
Esa marea de rostros espectrales que atraviesan la Av. Amazonas en la noche, no son distintos a esos rostros deformes que andan por Av. Corrientes; la desesperación y el hastío en esos ojos sin luz, tan iguales a los de cualquier pasante de Av. Insurgentes, tan fantasmales todos, turbios, sórdidos. Hay días en que al caminar por Av. Corrientes es como atravesar una morgue, donde los cadáveres se apresuran empujándose entre sí.
Bs.As, 12 de Julio 2008
Es inútil preguntarse cómo está cayendo la luz está mañana de verano en el cuarto húmedo, oscuro y sórdido que dejaste hace tiempo. Eras infeliz cuando vivías estabas en ese lugar, la ansiedad te llevaba de un lado al otro, golpeando la pared como una bestia enjaulada. Si ahora estarías allí, no dejarías de preguntarte como estarían cayendo las hojas del otoño desde este cielo lodoso, al otro extremo del continente. Cada vez que vuelves y miras las luces de la ciudad desde la misma ventana – la gran serpiente -, te das cuenta que allá – al igual que aquí – no hay nada para ti.
Xalapa, 29 de Septiembre 2009
El depresivo se niega a ser feliz, el dolor es como una adicción que lo mantiene activo. La alegría y la felicidad le producen un estado similar al envenenamiento. Necesita de la ansiedad y la angustia, solo en la desesperanza está en movimiento, aunque se equivoque y también lastime. La nostalgia se vuelve débil ante el resentimiento. El encanto del temperamento melancólico es que tiende al rencor, si recuerda es para odiar. Su venganza consiste en callar y fingirse vencido, para que les duela más a todos verlo reír al último.
Bs.As, 31 de Agosto 2010
No crees en el exilio. Tu casa está donde abres tu cuaderno de notas.
Quito, Ecuador, 1980.
Hizo estudios de Letras y Edición en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Ha publicado artículos en revistas como La Comunidad Inconfesable, Ruido Blanco, El Interpretador y La Tempestad. Como editor preparó la Obra Poética (2007) de David Ledesma y Minero de la Noche -24 poetas franceses de vanguardia- (2008) de Jorge Carrera Andrade.
En el 2009 fue seleccionado para el Programa de Residencias Artísticas para Creadores de Iberoamérica del Fonca en México.
Es el editor literario de Big Sur, revista de arte latinoamericano.
Aldaba es su primer libro.
Fotografía de autor (detalle): Belén Bejarano