Entrevista con Ángel Saldomando, Premio Novela MAGO Editores de Chile
1 diciembre, 2009
En su tercera edición, MAGO Editores, entregó el Premio Novela con el propósito de editar a escritores emergentes. El ganador este año fue el chileno Ángel Saldomando Díaz, con su novela “Espejos quebrados”, obra presentada recientemente en la 29ª Feria Internacional del Libro de Santiago.
Fragmento de la novela «Espejos quebrados»: Primera Parte.
¿Cómo se siente al haber ganado este premio?
Bien, pero me parece una sorpresa porque había publicado libros pero que tenían que ver con ensayos políticos y de economía. Mi incursión en la literatura era una deuda conmigo mismo por una vieja pasión.
¿Nunca había escrito libros sin publicarlos?
Tengo poemas y había escrito cuentos pero nunca me había tomado muy en serio lo de publicarlos.
“En América Latina hay un problema con la memoria y con la manera en que se han vivido procesos traumáticos”.
Antes escribió libros de economía y política, ¿le costó escribir un libro de ficción?
Evidentemente uno tiene un formato en el cerebro. Tienes que identificar una tesis que debes demostrar con datos y hay un proceso de verificación que tiene un razonamiento y evidencias. Aquí uno no necesita demostrar nada, sólo la lectura tiene que ser creíble.
Y que los personajes tengan consistencia…
Exactamente, entonces quizás por eso no publiqué ni intenté publicar nada antes porque estaba un poco atrapado por mi propia disciplina y por el formato mental que te impones. También viví cosas en los últimos años que me hicieron cambiar la perspectiva, y eso a veces rompe las barreras.
¿Cómo surgió la idea de la trama, por el contexto político?
Sí, eso jugó un papel importante. Sobre todo porque a través de mi trabajo yo viajo mucho y me he dado cuenta de que en América Latina hay un problema con la memoria y con la manera en que se han vivido procesos traumáticos. Creo que las sociedades no han enfrentado con toda la apertura necesaria este problema. A veces la ficción es el mejor recurso que tenemos para enfrentarlo.
“Yo trabajo mucho en Centroamérica y son sociedades tremendamente desgarradas por la violencia”.
Por ahí leí que la literatura, la novela, no tiene que demostrar nada sinoque simplemente tocar aquellas fibras que pudieran mejorar las comprensiones y el entendimiento de una época. Yo traté de hacer eso. Los personajes fueron construyéndose en torno a esa idea de que personas de distinta edad, con distinta experiencia y conocimiento iban a cruzarse de manera excepcional. Así fue haciéndose la historia, y la excepcionalidad es que la gente se confrontaba a esto, no se lo esperaba y tampoco podía escapar.
¿Cree entonces que ese capitulo negro de la historia está olvidado? Igual siempre está presente en todos los ámbitos…
Mi impresión es que hay mucha información.
Pero hay cosas que no se saben…
Hay cosas que no se saben, pero hay mucha información y yo creo que el país ha hecho un esfuerzo bastante grande de documentar lo que pasó, pero estamos un poco atrapados entre el pasado y en cómo hemos seguido viviendo. Ahí creo que hay una frontera que todos necesitamos adaptarnos y cargar con nuestras victorias, algunos con nuestra ignorancia, otros con una lucidez que nos hace daño porque no podemos olvidar.
Ese cruce es importante hacerlo, entre la nueva generación, la vieja, la gente que ha tenido diferentes distancias y creo que el país ha sufrido un proceso, o experimentado un proceso de adaptación que lleva una especie de capas que se van acumulando unas de otras. Y eso es lo que me llama la atención, hacer ese viaje.
Frente a las experiencias que tienen los distintos personajes, ¿cuál de aquellas son ciertas en su caso, vivió una experiencia parecida?
Ha sido parte de mi experiencia. Estuve detenido después del golpe, salí al exilio, volví, he viajado mucho. Tiene que ver con una cierta cantidad de observaciones reunidas, pero la historia es una ficción. Ahora ninguna ficción es cien por ciento ficción, hay algo de acomodamiento con hechos.
Seguramente esa historia de ficción que usted relata fue real para muchas personas.
Sí claro, evidentemente hay que tratar de construir algo que sea universal, sino sería un testimonio. Leí también otros trabajos de Perú, de Argentina, que también son países con historias dramáticas, y sentí que había un déficit. Yo trabajo mucho en Centroamérica y son sociedades tremendamente desgarradas por la violencia. Me da la impresión que hemos acumulado cierto saber, informes oficiales, artículos de libros, investigaciones, pero en el lado de la violencia y lo que pasa o pasó por la cabeza de las personas no hay mucho.
Te das cuenta que hay un montón de historias vivas y ocultas. Me impresionó mucho la historia por ejemplo del soldado que está acusado de matar a Víctor Jara, y que ha vivido toda su vida en torno a esa historia. Además convirtió un acto de una trascendencia histórica enorme en una pequeñez de miras. Es un debate de sociedad, por eso traté de incursionar en eso sin acomodarme, tomando riesgos creo.
Tal vez antes hubiera sido más difícil publicar su libro.
Me hice esa pregunta, pero tal vez quizá yo no lo hubiera escrito. Hay cosas que tal vez se escriben sólo cuando uno llega a un cierto punto de balance, donde se reúnen todas las piezas del puzzle. Quizás por eso hasta ahora lo más frecuente sean testimonio y ese tipo de cosas.
¿Le sirvió haber escrito de economía y política antes o todo lo contrario?
Ayuda tener una noción porque el acomodo no es sólo psicológico, tiene que ver con condiciones materiales, con que la gente o alguna parte de la población se sienten en condiciones relativamente estables y satisfactorias. Si el país estuviera en una situación más crítica esta sensación de acomodamiento psicológico sería menor. Y evidentemente habría más inestabilidad y fragilidad en la sociedad. Yo creo que ha habido un esfuerzo en esa dirección para darle una base estable al país y esa base usarla de colchón para amortiguar el resto, esa es un poco mi impresión.
Yo tenía la intención de hacer una trilogía, sigo pensando que vale la pena, tengo apuntes e ideas y quiero trabajar en esa dirección. No me gustaría que la historia quedara solamente ahí.
¿Con los mismos personajes?
Quisiera tomar algún personaje y llevarlo a algún contexto. No sé qué personaje, eso hay que ir averiguándolo. Tal vez el más anónimo de todos, Víctor. Porque justamente es el que más en el fondo podría salir, el que menos color tiene a pesar de que es el que más sufre en términos personales, pero quizás el que tiene más proyección en una situación original. Los demás ya están muy marcados, muy cargados.
¿Por qué Espejos quebrados?
Al principio le había puesto resiliencia, que es un término muy rebuscado. Se utiliza en metalurgia en la resistencia de los metales, pero también se usa en psicología para ver la capacidad de adaptación que tienen los seres con su entorno. Adaptación positiva o negativa. Ahí se hace la relación con esta resistencia con los metales. En el fondo la novela se va poniendo a prueba por eso.
Y se desencadena por eso.
Claro. Pero Espejos quebrados fue una especie de flash, un momento de revelación. Porque tiene que ver con la idea de que hay que mirarse a un espejo.
Mirarse a uno mismo.
Sí, eso significa que las imágenes a veces coinciden con la idea que uno tiene de sí mismo y de su entorno. Yo creo que la novela trata de ir mostrando eso.
Como el personaje de Gregorio más que nada.
Pero de todos. Traté de arrinconarlos a todos antes que me arrinconaran a mí. Traté de arrinconarlos a todos al máximo en esa dirección. También te confieso que dudé hasta donde elaborar las cosas.
¿En qué sentido?
No quería que se diluyeran, entonces fui eligiendo una manera de contar bastante directa, bastante rápida. Sin mucha lucubración conceptual, psicológica, no sé si me hubiera dado la pluma, pero preferí ir al hueso. Y porque bueno la gente en la vida cotidiana no es tan sofisticada.
Y es un tema que a todos les interesa, quienes lo han vivido o quienes lo han escuchado.
Pero yo también quería sacar una lección mas general, mas allá del entorno histórico que evidentemente fija una referencia en el tiempo, en el espacio en la historia, me parece que hay algo ahí de general, todos un poco más y todos un poco menos tenemos que enfrentarnos a algo. Y qué tan armados estamos para eso. Ese es el punto, varias veces los personajes se hacen preguntas en ese sentido. Claro la excepcionalidad de los acontecimientos pone en la trama, le da profundidad quizás, pero también hay algo más universal. Todos los días nos levantamos y tenemos que salir a la calle y salir al país, con la gente, con el trabajo, eso es lo que me parece más universal.
*Ángel Saldomando (Viña del Mar 1956). Economista e investigador chileno, con estudios en la Universidad de Paris VIII Saint-Denis. Es investigador del Centro de Investigación de la Comunicación (CINCO) desde 2005, donde se ha desempeñado como investigador social y colaborado en la producción del boletín mensual “Perspectivas”. Ha ejercido la docencia en universidades de Nicaragua (Universidad Americana, Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua y Universidad Central de Nicaragua), Canadá (Québec) e Italia (Florencia, Bolonia).