sergio-2017

La última isla

29 septiembre, 2017

Sergio Ramírez

Se ganaron una voz. Y su escritura es lo que les dará para siempre esa voz, que buscaron en los signos del tiempo y de la vida.


Gertrudis Guerrero, Sergio Ramírez y Ulises Juárez

Querido Telémaco,
la Guerra de Troya

ha terminado. No recuerdo quién venció.
Los griegos, debe ser: los griegos, quiénes si no,
pueden dejar en tierra extraña tantos muertos…
De todos modos, el camino que me lleva al hogar
resulta que se alarga demasiado.
Como si Poseidón, mientras perdíamos el tiempo,
hubiera dilatado el espacio.
Ignoro dónde estoy y lo que veo ante mí.
Al parecer, una isla, sucia, arbustos,
casas, gruñir de cerdos, un jardín
abandonado, cierta reina, hierba y pedruscos…
Telémaco, querido, en verdad
todas las islas se parecen una a otra
cuando es tan largo el viaje: el cerebro ya
va perdiendo la cuenta de las olas,
el ojo, tiznado de tanto horizonte, echa a llorar…

Joseph Brodsky Ulises a Telémaco

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Sergio Ramírez (sentado), atrás, Ulises Juárez Polanco (izq) y Francisco Ruiz Udiel (der).

 1. Ulises, Francisco. Esta fotografía fue tomada en mi casa en Managua temprano, en el 2010. Los dos jóvenes que me flanquean de pie insistieron en que me sentara, y lo hice de manera reticente, después de reflexionar que tenían razón, no estaban más que ejerciendo su privilegio, o cortesía, frente a una persona que doblaba sus dos edades juntas. “Sergio, qué bárbaro, ya está con un pie sobre sus primeras siete décadas. Muchos abrazos y que disfrute de estos días”, me escribió Ulises para mis setenta años.

De alguna manera era esa una foto conmemorativa, y de alguno de ellos dos fue la ocurrencia, pidieron a alguien que la tomara, a lo mejor fue Tulita, mi mujer. Salíamos de mi estudio de una reunión de trabajo acerca del primer número de El Hilo Azul, de la que yo sería director, Ulises editor, y Francisco jefe de redacción. El primer número apareció en junio y lo dedicamos a Claribel Alegría. De por medio entre ellos dos y yo había siempre una multitud de proyectos, revistas como Carátula, hermana mayor de El Hilo Azul; libros, antologías, traducciones, editoriales: ellos habían fundado una, Leteo.

La vida da muchas vueltas oscuras y hoy esa foto de los tres está aquí, ilustrando estas páginas porque contra el decurso natural de la vida ellos han subido primero a esa barca ruinosa, que amenaza con hacer agua, previo pago del óbolo al barquero malhumorado, Caronte, que viste harapos y no permite abordo pasajeros que no vayan ligeros de equipaje, nada de coronas de reyes, escudos de guerreros, sacos de monedas, títulos rumbosos y pompas vanas, según cuenta Luciano de Samosata en su Diálogo de Caronte, Hermes y varios muertos.

En lugar de ser ellos quienes en una edad futura lejana sacan de un cajón esta foto para contemplarla, al revés, soy yo quien los contempla a ellos diciéndome a mí mismo qué estupidez la de la vida, estos dos muchachos talentosos, llenos de humor y de iniciativas, bromistas y serios a la vez, escritores de primera desbordados de imaginación, están muertos.

Francisco Ruiz Udiel

Francisco Ruiz Udiel

2. Francisco Ruiz Udiel, el sonriente chelito de mirada transparente, tenía 33 años cuando se quitó la vida el 31 de diciembre de 2010. Ulises Juárez Polanco, el moreno, que aunque parece tan serio era un pícaro de marca mayor,  murió el 25 de agosto de 2017, también a los 33 años de edad. Vaya la coincidencia.

En una de esas pláticas de trabajo en que hablábamos de todo y nunca faltaban las risas irreverentes, un día me propusieron publicar una antología de mis cuentos en su editorial Leteo y les dije que sí, que claro, y decidimos, o decidieron ellos, que se llamara Perdón y Olvido, como uno de los cuentos incluidos. Entonces les pregunté, no sin sorna, por qué habían decidido ponerle semejante nombre a la editorial. Leteo, uno de los ríos del Hades, que evoca el olvido y la muerte.

Juventud no quería decir en el caso de estos dos, ni ignorancia, ni improvisación. Ellos y los otros escritores contemporáneos suyos, que además de creativos son sabidos.  Me parece recordar que fue Francisco quien adujo que de las aguas del Leteo bebían las almas para olvidar su pasado y así poder reencarnar limpios de memoria a una vida futura. No creo haber quedado conforme porque ya muerto Francisco alguna vez retomamos el tema entre Ulises y yo en algunos mensajes electrónicos.

En uno de ellos, en julio de 2011, me escribió: “Estuve buscando anoche algún correo en que mencionáramos lo del nombre de Leteo. No tengo ningún correo. Si empiezo a recordar bien, lo hablamos en la oficina de Fran donde trabajaba en aquel entonces, y habrá sido, creo, la primera y única opción que surgió y nos gustó a ambos. Seguiré investigando porque es algo que me ha despertado curiosidad”.

Luego, en otro del 7 de ese mismo mes: “Para que vea que también  hay editoriales con el nombre Hades: Ediciones Hades: http://www.edicioneshades.com”.  Enseguida, otro: “Lo que parece claro es que ninguna de esas editoriales, ni Estigia, Hades, Leteo y demás se radican en Costa Rica… por eso de ¡Pura Vida!” Y al día siguiente: “Hay varias Estigia, para empezar, una en Argentina (http://estigiaediciones.com.ar/wp/) y otra en España (http://editorialestigia.blogspot.com/), ja ja ja ja.

3. Francisco terminó su vida de su propia voluntad, cuando se colgó de una cuerda en su apartamento del barrio San Antonio en Managua. Fue Ulises quien me llamó a Masapa, una playa en el Pacífico donde yo pasaba el fin de año con mi familia, para darme la noticia, lleno de dolido desconcierto.

La de Ulises llegó a su fin de manera imprevista, en contra de su voluntad, víctima de un aneurisma, en su apartamento del barrio San Juan en Managua. Marjorie me lo cuenta así en un mensaje del 19 de septiembre:

“Ulises solía tomar una siesta, ya sea llegando a la casa, o después de la cena, y  se levantaba por la madrugada a leer, escribir, revisar correos, etc. Y la madrugada del 25 así lo hizo.

Yo me desperté a las 7:05 a.m. Me levanté y lo primero que hice fue ir a buscarlo en su «estudio» (la otra habitación del apartamento). No estaba. La puerta de su baño estaba entreabierta y con las luces encendidas. Y como siempre solía leer en el baño, no lo quise interrumpir. No dije nada.

Me fui a la cocina a preparar unos sándwiches que alistaba casi diario para que comiéramos en el trabajo. Saqué de la refri el jamón, el queso amarillo, la mayonesa, tomate y lechuga. Alisté 4 rodajas de pan en un plato y…

Ahora recuerdo por qué después de eso me regresé a buscarlo- porque ese viernes saldría a las 2:30 p.m. del trabajo- para preguntarle si querría uno o dos sándwiches.

Le hablé, Uli, Uli, Ulises, empujé la puerta y ahí estaba….

Caído en el piso».

Fotografía Jorge Mejía

Fotografía Jorge Mejía

 4. Se hallaba de este lado de la vida, viendo aún cómo sería eso que solemos llamar futuro.

El 26 de julio de 2012 me había escrito: “Le comento que ayer se suicidó un sobrino de M., la esposa de D., y por tanto también sobrino de D. Se ahorcó, como Francisco, y apenas tenía 17 años. Me ha impactado más de lo que esperaba, porque cuando D. estuvo aquí el año pasado miré a este muchacho con frecuencia, y siempre tenía una sonrisa en él, una alegría contagiosa. Seguro usted lo habrá visto en alguna ocasión. Ya se imagina cómo están D. y M., a lo lejos, y el viaje a Nicaragua en unos cuantos días que tienen programado para que conozcan a su bebé, ahora será para atender esta ausencia. Qué noticia más jodida, Sergio”.

5. Cuando Caronte ha pedido a cada uno de ellos el óbolo para remontar el Estigia en la barca,  habrán bromeado con él, no tengo duda. ¿Una editorial Caronte? Seguramente le habrán propuesto la idea, irreverentes como eran, una participación de acciones a cambio del peaje.

(De la editorial Leteo quedaron algunos pocos títulos publicados, porque fue una empresa heroica, hecha sin medio centavo. Entre ellos, Perdón y Olvido). ¿Olvido? Leteo.

6. Ulises tuvo la rara doble condición de joven creador imaginativo y riguroso, y de organizador cultural, también imaginativo y riguroso. Todas las puertas de la escritura abiertas, ánimo, voluntad de escribir, de no dispersarse. Sus libros de cuentos fueron cuatro, Siempre llueve a mitad de la película (2008), Las flores olvidadas (2009), Los días felices (2011), y La felicidad nos dejó cicatrices (2014), publicados en Nicaragua, México, Costa Rica y España. Cuentos ingeniosos, sutiles, iluminados por la ironía y por lo que él llamaba “la dulce melancolía”, compañera inseparable del humor en el universo cervantino.

Ese año de la aparición de La felicidad nos dejó cicatrices, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara lo escogió como “uno de Los 25 secretos mejor guardados de América Latina”, una antesala del estrellato.

El borrador inconcluso de su primera novela, en la que trabajó más de tres años, se quedó encerrado en el disco duro de su computadora, una novela sobre el viaje de Ulises a Ítaca, que al fin y al cabo vino a ser su propio viaje final hacia la última de las islas en el horizonte (Título provisional: Las sirenas). Vuelvo adelante sobre ella.

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7. Como organizador cultural, además de lo demás, revistas, editoriales, antologías, traducciones, concursos, dirigió desde su fundación el festival Centroamérica Cuenta, hasta 2015 cuando se fue a vivir por un año a Roma, ganador de la beca Valle Inclán de la Real Academia Española.

“Ulises, ¿crees que nos podríamos hacer cargo de esto? Just for the fun of it, no creo que haya retribución de por medio, un abrazo”, le preguntaba cuando llegaban propuestas como esta, de junio de este año: “mi nombre es Eduardo Mosches y soy director de la revista literaria Blanco Móvil, editada en México, un proyecto independiente, que tiene ya 32 años de estarse publicando. La política editorial de la misma es realizar números monográficos, sobre diferentes remas, desde la violencia, el tabaco, danza, literatura de países: hemos abarcado casi todos los países latinoamericanos, europeos, de medio Oriente, narradoras en lenguas indígenas, etcétera. Sería muy interesante para el proyecto editorial de las revista poder realizar un número de BM sobre poesía y narrativa centroamericana”.

Siempre sí, claro que sí. Es larga la lista. Las antologías de la poesía y del cuento centroamericanos, Puertas Abiertas y Puertos Abiertos, publicadas por el Fondo de Cultura Económica. La antología anual del cuento joven centroamericano de la editorial L’atinoir de Marsella, dirigida por Jacques Aubergy. Otra antología publicada en alemán por Unionsverlag en Suiza, El espejo roto, traducida por Lutz Kliche.

La convicción compartida era que debíamos ocuparnos de que los jóvenes centroamericanos fueran leídos más allá de las estrechas fronteras patrias, donde tantos tienen “el país por cárcel”. Riguroso en su escogencia, impecable como editor, sin temor a echarse encima enemigos, que ocurre siempre con las antologías, Ulises fue el publicista de su brillante generación de escritores, nicaragüenses y centroamericanos.

8. Tengo un mensaje suyo del 22 de junio de 2013 que me recuerda a Ulises lejos del campo gris de la neutralidad o de la imparcialidad, palabras ambas engañosas por su perfidia y porque esconden la cobardía:

“He pasado toda la semana en #OcupaINSS, ayer sábado me había retirado del lugar como a las tres y media de la madrugada, es decir, unos 30 minutos antes que llegaran las pandillas de la Juventud Sandinista. Hoy pasamos todo el día en la catedral, hasta que logramos un consenso entre todos de apostar por la seguridad de todos, descansar, reagruparnos, regresar mañana y evaluar cómo se procederá a continuación.

Mons. Báez ofrecerá su misa de las 11 a.m. una misa de paz, hablará por la lucha de los abuelos y de (como dice él) “la ternura” de los jóvenes que han estado apoyándolos. Fue un día, para mí, histórico, que inició con el horror de esa represión espeluznante, y que ha terminado con grandes alegrías. Hay muchos jóvenes motivados, tocados, inspirados, que (en palabras de Carlos Salinas) la garroteada significó la pérdida de la inocencia política. Luciana, la hija de Carlos Fernando, estaba en el lugar. A ella la golpearon y hasta amenazaron con violarla, como a varias muchachas. Robaron celulares, agendas, ropa, zapatos y hasta vehículos. Así como Luciana, todos los que fueron agredidos, lejos de atemorizarse, siguieron en la catedral procurando canalizar, desde ahí, la ayuda a los abuelos y detenidos, mientras la JS se tomaba la calle donde estábamos nosotros y coreaba canciones de paz y amor, pidiendo orwellianamente “por la lucha de los abuelos”.

Lléguese a la misa a las 11 a.m., en la Catedral. Abrazos,»

Ulises en Roma

9. Vivió un espléndido año de escritura y de búsquedas en Roma, en la residencia de la Academia de España de la Piazza San Pietro in Montorio, en la cima del monte Janículo.  Él mismo cuenta los propósitos con que empezó su estancia en agosto de 2015:

“Llegué a Roma con un par de temas claros: quería escribir sobre Odiseo y las aventuras de la Odisea, y quería también hacer una reflexión sobre el lenguaje y las palabras. De la mano de estas dos temáticas, anhelaba también llevar un diario de becario. Ésta era la semilla de la novela que he querido escribir estos meses, partiendo de que la literatura es la historia de las cosas que pudieron ser.

Después de cuatro libros de cuentos, el ejercicio de escribir una novela ha sido monumental y tormentoso como un parto: su escritura me ha tomado por rumbos que no esperaba. En la primera semana escribí fácilmente más de veinte páginas, pero el camino se llenó de piedras. Dado que la novela parte de un personaje harto conocido, debo evitar contradecir flagrantemente elementos claves, por lo que la documentación e investigación de los personajes, de las tramas y de los espacios del mito homérico era fundamental. Di un giro completo a la novela, cuyo hilo narrativo principal lo narraba Odiseo, y lo cambié por Euríloco, uno de los marineros que le acompaña. Me fascina el poder de los personajes secundarios, que siempre son los más interesantes. Los pequeños seres, los dueños de las historias que suelen quedar en silencio, como recuerdo siempre. Hacer de Euríloco el personaje principal fue un paso complejo, dada la poca información general que existe sobre los héroes que acompañaban al rey de Ítaca (Euríloco mismo apenas tiene cuatro menciones en la Odisea). Deseché lo trabajado y he reiniciado al menos dos veces la novela, experimentando voces narrativas, juegos de la trama y personajes, y como una Penélope irónica, continuamente descartando a final del día lo trabajado durante la jornada. Creo que esto es crear. Escribir casi doscientas páginas y luego descartarlas, porque las siguientes doscientas serán mejores, cuando todo el trabajo de investigación y visitas se ha interiorizado en uno. En este paso, me acerco a 50 páginas confiando en que los vientos finalmente me son favorables.

He trabajado con diferentes horarios, dependiendo del ánimo de cada semana y del material a mano, pero procurando trabajar disciplinadamente todos los días. En mi proceso creativo es fundamental no contar únicamente lo escrito, pero también lo leído, lo indagado. La cantidad de libros, fuentes y espacios investigados ha pasado de lo angustioso escaso, a lo frenético abundante, desde estudios sobre mitología clásica a manuales de contraterrorismo. Tengo ya una estructura de novela que creo sólida, que me emociona y a la que trabajo con sumo respeto, para que en los próximos meses siga trabajando con la determinación de cerrar esta novela de cara a la invitación hecha por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2016 a finales de noviembre de este año, donde espero llegar ya con un manuscrito final.

Sirenas (Título provisional)

Después de la toma de Troya, el multiforme Odiseo parte con sus tropas hacia nuevas aventuras sin pensar en el regreso a Ítaca. Lejos está el puerto donde espera Penélope, distante la ilusoria felicidad de su reino que poco le brinda. Es un viajero que viaja no para retornar, sino para nunca regresar. Sigue las aventuras que en su propia juventud hizo su padre, el retirado y triste Laertes junto a los Argonautas, procurando décadas después encontrarse con las sirenas, las mujeres aves que hechizan a todos los que se acercan a ellas y les llevan a la muerte, protegiendo un viejo secreto que los Dioses primigenios les han confiado, y que el viajero de Ítaca, fecundo en ardides, anhela. La historia la narra Euríloco, el segundo al mando de los itacenses y casado con Ctímene, hermana de O., que de la admiración llega al terror certero de que las ansias de eternidad de su capitán acercará a todos los marineros al despeñadero de la muerte.

Siglos después, los Buscadores de las Santas Palabras, un grupo terrorista movido por un viejo mito, clama la autoría de atentados en varias ciudades. En el principio fue el verbo y la palabra, pero también la destrucción. Un investigador latinoamericano llega a la Ciudad Eterna siguiendo las pistas de los atentados. Hospedado en una particular academia en la cima del Janículo desde donde se observan las colinas romanas, descubre junto a otros investigadores excepcionales el sorprendente vínculo de las Santas Palabras con el supuesto héroe griego que hace muchos siglos vivió grandes aventuras en territorio italiano. ¿Quién fue en realidad este errante nacido en Ítaca que después de la terrible guerra de Troya recorrió múltiples senderos, que bajó a los infiernos y regresó a la vida? ¿Fue un héroe o acaso el más humano e imperfecto de todos los hombres de su época, y acaso el primer guardián, si existen, de estas palabras inmortales? Después de todo, si es posible nombrar las cosas para crearlas, también es posible nombrarlas para demolerlas”.

10. En mayo de 2016 le pregunté, como otras tantas veces, cómo iba con la novela ahora que se acercaba el fin de su estancia en Roma. “Avanza bien, y realmente es un aprendizaje”, me respondió en un largo mensaje, que retoma el hilo del texto anterior. “La novela me ha tomado por rumbos que no esperaba, he tenido que reiniciarla dos veces pero ya estoy contento por el camino por donde va. Me pasó que lo que había escrito hasta hace un mes (casi 200 páginas) sentí que no era lo que tenía que escribir, y que apenas hasta entonces todo el trabajo de investigación y visitas comenzaba a interiorizarse, a ser parte de mí, y es cuando lo que comencé a escribir me gustó. La aventura ya no la cuenta Odiseo, sino uno de sus marineros, y Odiseo no es el gran héroe itacense sino un hombre con enormes fallas, lleno de envidia a Aquiles y de rencor a Laertes (quien sabe no es su padre, sino Sísifo), y que en medio de su odisea sigue las pistas del viaje de los argonautas para encontrarse, a propósito, con las sirenas, que guardan un secreto que él ambiciona. Me ha servido bastante la estancia en Roma, principalmente para leer e imaginar situaciones que no había previsto (nota curiosa: he releído varias veces la Odisea, la Divina Comedia y el Quijote y me maravillo de lo que descubro en cada nueva ocasión).

Con el nuevo material voy sobre las 50 páginas, que suena poco, pero ahora sí creo que voy por el rumbo adecuado, con la estructura ya pensada. Mi meta es regresar a Managua con un primer borrador finalizado. Cruzo los dedos, y le pido lo mismo. Me encantará que usted vea la novela”.

[Cuando estoy pegado con la novela, me he puesto a escribir cuentos «romanos», que resultan como una terapia de relajamiento interesante. Y si sumamos las recetas de cocina que estoy experimentando, a la larga regreso con tres manuscritos: la novela, un libro de cuentos y uno de cocina nica-romana].

A vuelta de correo le respondí: “Me alegra el progreso de tu novela. Siempre he tenido fascinación por los personajes secundarios, tanto en la literatura con la pintura. Hay una pieza teatral de Tom Stoppard que leí hace tiempo, Rosencrantz y Guildenstern are dead, que me atrajo hacia este misterio de los segundones que resultan víctimas. Claro en Hamlet nadie se salva al final, y hay tantos cadáveres como en un western de Tarantino.

Mirá esos secundarios del elenco de la Odisea. Más curiosos aún que Ulises, que es bastante decir, son capaces de soltar los amarres de las bocas de los pellejos que guardan los vientos, o angurrientos, al grado de comerse las vacas del sol.  Sus desmanes llegan a traer desgracias, al margen de la voluntad de Ulises. Eso es lo que les da categoría, y los saca del decorado; no son simplemente pasivos, toman iniciativas aunque sean fatales. Los pobres R & G no tienen ninguna, en cambio, son víctimas ignorantes del destino, y del papel que el poder les asigna, que es el de morir. A los personajes de Homero hay que darles vuelta de calcetín, como lo estás haciendo, ver qué es lo que hay dentro de ellos. Aquiles es un terco caprichoso, bastante niñón, pero a la vez un espécimen de ser humano muy común, pues sólo es movido a la acción cuando le matan al amante. Sólo la venganza desata su furia.

Y claro que Ulises es un débil; y es cierto que la estructura de la Odisea depende de los obstáculos que surgen a cada paso, para que el viaje dure, como en las telenovelas: imaginate un viaje con buen viento de popa, sin sirenas ni Circe ni Calipso, que no durara nada, nunca nadie se habría ocupado de verlo como epopeya. Pero él carga con sus propias culpas: a veces parece que no quisiera llegar, que sabe que lo que le espera es el tedio en una isla pequeña, con una esposa, con un hijo, unas cabras, unos puercos, lejos de toda aventura. Una “vida responsable”…

No dejés de leer Omer´s daugther de Robert Graves, si aún no lo has hecho, y también Ulisses e Odisseiade Pietro Citati. Y la verdadera escritura está en eso, en romper  200 páginas y volver a empezar de cero”.

Ulises Juárez, Ernesto Cardenal y Sergio Ramírez

11. Habrá que exhumar esa novela del disco duro de su computadora. Marjorie me ha preguntado si quiero cumplir la voluntad de Ulises de que yo la leyera de primero cuando estuviera terminada. No lo está, me dice, pero su voluntad viene a ser la misma. Claro, abandonaría cualquier cosa que esté haciendo por empezar y concluir esa tarea, saber cuál es el grado de avance de Las Sirenas, y si puede rescatarse para su publicación, con todo el respeto que se merecen los trabajos inconclusos de quienes ya no podrán trabajar en ellos. Hay que cuidarlos, y cuidarse, de las profanaciones.

12. Marjorie. Segura de sí misma siempre, serena, generosa, ideal compañera de este escritor atareado que nunca se dio tregua a sí mismo, ni para trabajar, ni para bromear. A Tulita, que huye de las cámaras y las grabadoras, siempre la acosaba diciéndole que quería entrevistarla, su vida conmigo entre escritores daba para un libro entero; y ella, entregada a pintar sus cuadros, le devolvía la jodarria preguntándole que cuando era la boda, estábamos listos para celebrarla en nuestra casa, ella tenía buena mano para los casorios. Entonces él se reía lleno de nervios, cogido in fraganti como cualquier novio en ciernes que sabe que tiene que “dar el paso”.

El 22 de diciembre de 2015 le escribí a Roma: “Me han llegado noticias algo vagas del compromiso. Me informan que hiciste la petición de manos rodilla en tierra, como corresponde. Vale más tarde que nunca, Ulises. Y París siempre es un buen escenario para esos menesteres. Felicidades mías y de Tulita”.

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Ulises y Marjorie

Su respuesta, feliz e inspirada, llegó de inmediato: “Muchas gracias, Sergio. Las noticias le llegaron vagas pero precisas, anoche se lo propuse y afortunadamente no lo pensó. :) Ahora vamos de regreso al centro de París, después de un día en Versalles. Abrazos para Tulita y usted, de Marjorie y míos.  [Este mensaje fue enviado desde un celular. Favor excusar errores.]

Me ha contado Marjorie, días después del funeral, que a mediados de agosto fueron a visitar la Feria de Bodas en el Crown Plaza a ver cómo podía ser el asunto, una fiesta pequeña, pero sólo en la cuenta de familiares salían más de cien invitados. Se reían los dos de eso, andando por los pasillos de la feria, viendo ofertas.

Luego me escribe ella: “Me tomé un par de días para descansar. Me vine a mi casa, con la familia en Granada. Casi toda la semana estuve dando vueltas en trámites del acta de defunción, bancos, seguros, y todavía falta. Les compartí a los suegros los homenajes a Ulises que han pensado en organizar, y están -estamos- muy agradecidos”.

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13. Francisco y Ulises quedaron muy cerca el uno del otro en el mismo cementerio Sierras de Paz en Managua. Pueden escucharse, platicar. Pláticas literarias, entre otras. Borges, Rulfo. “¿Oyes? Allá fuera está lloviendo. ¿No sientes el golpear de la lluvia?”. Podemos oirlos hablar, murmurar.  Para eso leyeron lo que leyeron de manera tan incansable. Y para eso escribieron lo que escribieron en el corto tiempo de sus vidas, buscando apagar esa sed que no se apaga nunca. Se ganaron una voz. Y su escritura es lo que les dará para siempre esa voz, que buscaron en los signos del tiempo y de la vida.

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Escritor nicaragüense. Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2017. Fundó la revista Ventana en 1960, y encabezó el movimiento literario del mismo nombre. En 1968 fundó la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) y en 1981 la Editorial Nueva Nicaragua. Su bibliografía abarca más de cincuenta títulos. Con Margarita, está linda la mar (1998) ganó el Premio Internacional de Novela Alfaguara, otorgado por un jurado presidido por Carlos Fuentes y el Premio Latinoamericano de Novela José María Arguedas 2000, otorgado por Casa de las Américas. Por su trayectoria literaria ha merecido el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, en 2011, y el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español, en 2014. Su novela más reciente es Ya nadie llora por mí, publicada por Alfaguara en 2017. Ha recibido la Beca Guggenheim, la Orden de Comendador de las Letras de Francia, la Orden al Mérito de Alemania, y la Orden Isabel la Católica de España.