corea torres

Ernesto Cardenal, poesía y revolución

29 marzo, 2020

– Ernesto, nuestro poeta mayor en los últimos tiempos nicaragüenses, nos dejó el pasado 1 de marzo de este 2020. Hay en su partida una suerte de designio que cumple sus fundamentos en el propio decir del poeta en su libro Hijos de las estrellas.


Para llegar a Solentiname, primero hay que estar en Managua, tomar una camioneta acondicionada como transporte público, arribar a Granada, embarcarse en el muelle del Gran Lago de Nicaragua (conocido localmente como Cocibolca) y zarpar rumbo al archipiélago de Solentiname, allí, en una de sus islas residió Ernesto Cardenal. Otra forma de llegada es tomar la carretera panamericana desde Managua hasta Rivas, de ahí al pequeño puerto de San Jorge y de nuevo embarcarse en las pequeñas naves, o como hacía Julio Cortázar en aquellos tiempos revolucionarios: Salir de San José de Costa Rica, clandestinamente en avioneta, acompañado de Sergio Ramírez, llegar a la finca de otro poeta nicaragüense importante: José Coronel Urtecho; viajar un tramo en jeep hasta la ribera del lago, subirse a una panga para atracar en la isla.

El solo nombre concita: Solentiname, abre la represa de la curiosidad por conocer el lugar de residencia de alguien tan ligado y comprometido a las luchas sociales del pasado siglo. La inquietud por indagar en su vida y obra nace precisamente de ahí: de su vida y de su obra. Ernesto Cardenal además de protagonista de la reciente historia nicaragüense fue poeta, definirlo estrictamente como escritor, sería acotar su influencia en un ámbito donde la política y la batalla han sido pan nuestro de cada día desde que el dictador sentó sus reales, pero amén de sus combates al régimen somocista, sigue siendo su palabra en la poesía la que ha alzado el pendón para dotarlo de presencia, de una suerte de jerarquía moral y ética en Hispanoamérica.

Ernesto, nuestro poeta mayor en los últimos tiempos nicaragüenses, nos dejó el pasado 1 de marzo de este 2020. Hay en su partida una suerte de designio que cumple sus fundamentos en el propio decir del poeta en su libro Hijos de las estrellas:

“…Cierta la muerte del Cosmos como la nuestra
y deberá haber nueva creación
la muerte no tiene la última palabra
y no es el destino final del hombre
nacimos de la nada pero no volveremos a ella…”

El poeta Cardenal escribió trabajos de alcances poéticos mayores, vale la pena citar: Epigramas; Hora Cero; Gethsemani; Vida en el amor; El Evangelio en Solentiname; Oración por Marilyn Monroe y otros poemas; Salmos; El estrecho dudoso; Canto cósmico; y Telescopio en la noche obscura, es decir, un oficio –el de la escritura de poesía- desarrollado a través de los años con la consecuencia que arroja ser escritor consistente.

Precisamente un libro que recoge una muestra de esos trabajos es Antología nueva que circuló en México publicado por Editorial Trotta, volumen a modo para que el lector no habituado a la poética de Cardenal lo conozca, llegue a él, aunque también, el volumen sirve como repaso para la relectura de los textos más representativos de su producción. Otro libro de título Vida perdida publicado por el Fondo de Cultura Económica refiere sus memorias, con lo cual se completa una visión de su vida y de su escritura.

Yo diría que es prácticamente imposible salir inerme de sus epigramas, o de sus salmos, siempre la connotación política presente, esa forma de desprenderse de lo abstracto -a pesar de tener una conciencia mística acendrada- para arribar a los cuadros de lo cotidiano sin contemplaciones, como si estuviera platicando, como si las cosas carecieran de su extraordinario sentido porque él las dotó y las nombró de manera corriente. Lo visible en lo invisible cobra vida: acción en sus palabras. Embebido de una conciencia religiosa clara, la asumió y empató con las cosas, de manera tal que no dio vueltas, ni se ocultó tras la vocación para expresarse, su mirada estuvo plagada de paciencia, de escanciada aquiescencia cuando abordó lo doméstico y pregonó su generosa dotación de humanidad.

Establecer el diálogo con el poeta centroamericano, refresca los pasajes de la historia de su país, la re-valoración de los aciagos momentos de la dictadura se rescatan a través de sus poemas. Bien vale la pena reflexionar acerca de esos hechos, aun cuando el poeta de pronto –muy ínfimamente- se contamine con el panfleto, este se soporta porque hay una verdad padecida, la decantación, a fin de cuentas, del objeto estético al reconocer la poesía en las entrañas mismas de lo que mira con la connotación mística que lo acompaña.

No hay que olvidar los oficios de Ernesto Cardenal como funcionario público a raíz de la victoria de la revolución sandinista, él como intelectual apoyó la causa, y ya después del asentamiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional, colaboró entusiasta en las tareas de cultura que se le encomendaron como Ministro de Educación, en contradicción permanente debido a su formación religiosa: “Yo he tenido vocación de rebeldía política desde que tengo uso de razón, también una fuerte inclinación a la poesía social y política desde mi juventud y estuve involucrado en la lucha contra Somoza antes de abrazar definitivamente los hábitos religiosos”, confesó en algún momento de su vida, un Cardenal embebido por su vocación.

Personalmente me es ocioso clasificar a la poesía en los destinos de lo social o lo político, siempre he defendido su carácter libre, he creído que no es un asunto de segmentación, por aquello que la poesía carece de esa virtud de clasificable, debido a su ductilidad, a su mimético espíritu -Aristóteles dixit, se acomoda en todos los destinos, así entonces creo que sólo hay poesía bien escrita o mal escrita. La de Ernesto Cardenal nos ofrece ese vigor rebelde, la denuncia ante los hechos dolorosos de la opresión dictatorial, en sus cantos de protesta por la salvaje y tiránica conducción gubernamental de su país, con las respectivas peticiones de justicia y libertad ante su Señor Dios, a quien interpela y reclama en los Salmos, religiosidad y mística al servicio del canto poético para dejar conciencia de su incomodidad.

En El estrecho dudoso, el hallazgo y la sorpresa de la poética cardenaliana induce hacia el sentimiento de coraje, cuando atisbamos, de nuevo, en los caminos de la conquista, en el asentamiento de la intrusa cultura en los terrenos de América, “¡El Muy Magnífico Señor Don Pedrarias Dávila¡” plantando en los indios el deseo de matar a sus hijos para que no fuesen esclavos, además de introducir los chanchos, yeguas vacas y ovejas e otros ganados, convirtiéndose de ese modo en el primer promotor del progreso y del comercio -en donde oí eso ahora-, en una Nicaragua herida y rebajada al sometimiento.

Por eso se convirtió en un enorme acierto la publicación de Antología nueva de Ernesto Cardenal, en el 2006 en México, a la cual aludí líneas arriba, el lirismo de sus epigramas, el sentido de crónica a partir de la conquista española realizado en El estrecho dudoso, combina el escueto relatar con el sentimiento y por ahí conduce al lector a encontrar la intención del poeta por hacernos conocer la historia, lo que pasó en la edificación de su patria.

La gravitación específica de su recorrido religioso es patente, las alusiones al catolicismo en el que fue formado se salen de los versos sin ninguna necesidad de atenciones especiales. Cardenal estuvo de novicio en un monasterio trapense en los Estados Unidos, su maestro inmediato fue Tomás Merton, quien le hizo ver que la contemplación y el aspecto místico no podrían estar sin relación de los asuntos sociales y políticos, ni mucho menos ser indiferente ante los agudos problemas que originaban las dictaduras imperantes en América. Otro influjo de trascendencia en su poesía lo recibió de parte del movimiento existencialista desarrollado en tierras norteamericanas por Ginsberg, Corso, Burroughs, Ferlinghetti y otros.

Cardenal aprendió muy bien la lección, de ahí, creo yo, nace su compromiso político con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, con la lucha para derrocar al tirano, por establecer planes y proyectos de desarrollo educativo en su sufrido país, en la alfabetización, en la construcción de un ámbito cultural llamado Solentiname, la isla del Gran Lago de Nicaragua donde se ocupó de enseñar y mantener vivo el espíritu nicaragüense desde una perspectiva nacionalista en las artes, allí además se reunió con personajes de la política e intelectuales internacionales amigos de la revolución, y que por cierto tuvieron un efecto importante en la caída del régimen.

La obra de Ernesto Cardenal revitaliza la palabra en español, permite revisar y re-sentir una poética cuyas vertientes en lo literario y en lo social, rasguñan y alteran el alma misma del ser americano.

El poeta no ha muerto, descansa -diría otro poeta-, y es su impronta literaria la que nos conduce a revalorarlo, a visitar permanentemente su obra, para de ese modo reavivar, mantener presente su “aportación al patrimonio cultural común de Iberoamérica”, como le dijeron cuando se hizo acreedor al Premio Reina Sofía de Poesía, pero además para sostener el espíritu crítico y la solidaridad con los demás de nuestra especie.

Hasta pronto poeta, te despido con este fragmento tuyo sonsacado de Viajero del XIX en el Río San Juan y que me remite como lo aludía antes, no a tu muerte sino a tu descanso:

“…Los pájaros ya no cantaban
y todo era silencio y verdura sin fin y soledades sin eco.
A las seis vino la noche sin crepúsculo.
Sólo se oía el rumor de los remos en el río…
Y mis ideas se fueron llenando de sombras,
y me dormí…”

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Chichigalpa, Nicaragua, 1953.
Poeta, escritor, crítico literario. Reside en Puebla, México, donde estudió Ing. Química (BUAP). Mediador de Lectura por la UAM y el Programa Nacional Salas de Lectura. Fue editor y colaborador sección de Crítica, de www.caratula.net. Es Mediador de la Sala de Lectura Germán List Arzubide. Ha publicado: Reconocer la lumbre (Poesía, 2023. Sec. de Cultura, Puebla). Ámbar: Espejo del instante (Poesía, 2020. 3 poetas. Ed. 7 días. Goyenario Azul (Narrativa, 2015, Managua, Nic.). ahora que ha llovido (Poesía, 2009. Centro Nicaragüense de Escritores CNE y Asociación Noruega de Escritores ANE). Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007, BUAP). Fue autor de la columna Libros de la revista MOMENTO en Puebla (1997- 2015).