Adelanto de poemas del libro “Servido en Frío”, XXXII Premio Jaime Gil de Biedma, para la revista Carátula

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Soberbia

          Escondido en ti, como un gusano,
larvado el corazón de servidumbres,
guardas de los pecados el primero,
cimiento en que el mal erige su casa.
Hipertrofia del Yo, del ego enfermo que busca
el aplauso banal de los ajenos,
el pedestal vacío en el que ser idolatrado.
No comprendiste que, sin alas, la altura, solo
es la gran certeza de la caída.

De vanitatis

          De los vanos se dicen muchas cosas,
de esta muesca de aire en el espíritu
que andariega fluctúa en ciertos cuerpos
con la firme apariencia de estar vivos.
Sin embargo, yo escribo y me detengo
en esos que profesan este culto
con la insana pasión y la alegría
de danzar sin pericia en un alambre.
Sirve siempre saber de donde viene,
la raíz, el sentido más profundo
donde surgen eternas las palabras
y descifran arcanos más incógnitos.
Vanidosos son los que viven huecos.
Los que dentro de sí no tienen alma
y caminan llevando esos vanos,
orificios por donde el viento entra
dando cierta apariencia de la vida
como viejo edificio abandonado
en cuyo alféizar sólo ulula el frío.
No están vivos, aunque hablen, respiren,
aunque miren, y anden y se casen,
simulen hacer cosas importantes,
aunque habiten casas y tengan perros,
finjan el amor, hasta engendren hijos…
Un complejo artificio es tan sólo.
La materia animada que se engrasa
en hacer como que son, la apariencia
como forma de existir, sólo sombra
de la sombra de lo vivo que un día,
contempla su vacío en otros ojos,
vivos de verdad, y no como ellos,
y odian cuanto cabe en un latido.

Humillitas

          “Humildad es vivir en verdad”

Santa Teresa de Jesús

          No presumo de aquello que he aprendido.
Queda mucho por saber y me apremia la vida
en seguir cultivando el pensamiento,
con esa leve levadura con la que otros,
antes que yo hicieron el pan de nuestro idioma,
lo salaron con la orilla de otros océanos,
y repartieron como sustento susurrado.
Yo vivo en la verdad de las palabras
igual que la libélula se mece en el aire,
consciente de que no me pertenecen sus sílabas,
que soy sólo el arpa de la que ellas se sirven.

Patientia

          De toda tempestad en nuestra vida,
no hay náufrago que encuentre escapatoria
luchando contra el mar y su elemento,
Titán para el que somos una gota.
Yo alcanzo cada costa cotidiana
dejándome llevar por la tormenta
sobre el mástil partido de mis planes,
y vadeo huracanes casi ileso.

Bandeja de plata

          El tiempo es bandeja de plata donde se sirven
nuestras respuestas; también oráculo sin rostro
que suscita nuestras preguntas. Cuchillo frío
con que cortar el lastre de nuestro dolor muerto.
Cabeza inerte de nuestro adversario
al que besar los labios exangües ya de pálpitos.
Cuídate de quedarte preso en el beso inerme,
porque lo exánime tiende a alimentarse de almas
que quedaron heridas en su vuelo,
como la araña atrapa mariposas errantes.
Ve pasar por delante la bandeja argéntea,
mas no te detengas en su visión victoriosa,
como no se recrea el hielo en la flor que quema,
ni más tarde el árbol con el brote en el que vence.
Mira que la venganza es aleatoria
si la vida la ofrece, y por eso es fría,
y no hay que salir a buscarla, dejar que pase,
indiferente, ajena, y frente a nosotros,
como algo que no nos incumbiese,
como alguien que no pagara por nuestra herida.