Cine salvadoreño, ¿realidad o ficción?
1 octubre, 2011
Luis A. Valdivieso, español que ha dedicado gran parte de su carrera a la formación de nuevas generaciones de cineastas salvadoreños y centroamericanos, se pregunta, en esta reflexión, si existe un cine salvadoreño o obras cinematográficas aisladas realizadas por salvadoreños. Pregunta que es válida para cada una de nuestras cinematografías y que será posible contestar, nos dice Valdivieso, una vez que tengamos visión de región y una industria centroamericana unificada.
Cuando te reúnes con amigos para disfrutar conversando, y entre idas y vueltas a diferentes temas surge el del cine, tema obligado porque es un estigma que me acompaña desde mi adolescencia, desde el resto de conversadores y a una sola voz surge una pregunta: ¿el cine salvadoreño existe?
La polarización se hace presente cuando se trata de dar respuesta a esa pregunta. Unos, ateniéndose al hecho histórico de lo realizado desde los primeros años del siglo XX hasta nuestros días, defienden con ahínco su existencia. Otros, guiados por un escepticismo casi militante o un realismo indomable, descartan su existencia. Ante la enorme distancia que hay entre las dos posturas se pudiera concluir, para dar respuesta a esa pregunta coreada al unísono por los amigos, que no hay los suficientes elementos que permitan hablar de una cinematografía salvadoreña bien sustentada.
Lo curioso, a pesar de la educación social que nos lleva a elegir entre los extremos sin dar opción de abrir caminos hacia otras alternativas, es que ambas posturas señaladas unas líneas antes tienen su parte de razón. Se ha hecho algo de cine pero sin ninguna continuidad, generándose tan grandes vacíos en el tiempo que no podemos hablar de una cinematografía consistente, sino más bien de unos intentos personales, algunos de los cuales muy valiosos, desarrollados con escasísimos apoyo y recursos. Desgraciadamente la apuesta colectiva no se potenció en ningún momento, a excepción de algunos casos en la época del conflicto armado, y el cine es una creación de equipo.
¿Todo esto significa que es inviable en este país hacer que el cine sea una realidad? No, rotundamente no, siempre y cuando no nos dejemos llevar por una distorsión de la realidad. El Salvador tiene sus propios condicionantes demográficos, sociales, económicos, que no pueden perderse de vista. Es desde esa realidad de la que se tiene que partir para crear el espacio que habilite la producción cinematográfica. ¿Podemos soñar en realizar 20 películas al año? Soñar no cuesta nada pero ese es un sueño irrealizable, ¿y, entonces? Para empezar limitémonos a realidad de que se puedan llegar a hacer al año un máximo de tres películas, ¿lo podemos hacer? Sí, siempre que se cuente con leyes estatales que favorezcan, con el apoyo de la empresa privada, con una formación continua y con la imprescindible unión de los profesionales. ¿Para llegar a ese objetivo basta con esperar a que nos llegue todo dado por si solo?, en absoluto, somos los profesionales los que tenemos que conseguir, a través de nuestro constante trabajo, convencer, atraer y seducir a todos los agentes necesarios para llegar a la meta propuesta. ¿Nuestro pequeño país, en extensión, tiene los suficientes espectadores para hacer sostenible está industria?, hay que decir que no, pero la industria salvadoreña se debe unir a las de los países de Centroamérica, y entre todas formar una industria regional que al año puede proveer unas 25 películas y a eso ya se le puede llamar por su nombre: industria cinematográfica de Centroamérica. Basta con caminar hacia ello poniendo todas las fuerzas.
En estos once años del nuevo siglo en El Salvador se está dando un fenómeno que nos obliga a pensar que construir una cinematografía propia no pertenece al mundo de la fantasía. Un impulso claro y contundente se está produciendo gracias a una joven generación con verdaderas ansias de expresarse en imágenes, que apoyados por profesionales con trayectoria, están sacando adelante producciones muy alentadoras. Están siendo años de apuestas novedosas, conjugándose la formación, la producción y la incipiente unión de la profesión por medio de la Asociación Salvadoreña de Cine y TV. Con todo ello se va abriendo el camino para establecer las condiciones de crecimiento profesional.
Se es consciente que el camino es arduo, hay que trabajar con dureza y entusiasmo para estar mejor preparados artística y técnicamente y conseguir con ello el máximo de calidad, ya que en este aspecto hay que llenar vacíos que todavía no conseguimos superar. Hay que ser más exigentes en lo que proponemos, en lo que realizamos y en lo que enseñamos, son asignaturas pendientes que se tienen que aprobar, ¡y con nota!, para seguir avanzando.
Si este impulso no se desvanece, podemos empezar a hablar de la existencia de una cinematografía salvadoreña, todo depende de que los profesionales no cejen en su empeño por construirla, solamente ellos la podrán hacer posible.
El cine es ficción, se toma la libertad de argumentar la realidad desde distintas miradas, con diferentes percepciones. Es a través de esas miradas y percepciones desde donde la realidad se hace ficción, y la ficción, realidad.
Cine salvadoreño, realidad y ficción. Construyámoslo.
¿Y los amigos de reunión, van a seguir preguntando con extrañeza…?
Nace en Madrid en 1948, inicia su carrera cinematográfica en el año 1968 como meritorio de dirección. Director, guionista y ayudante de dirección en un gran número de proyectos cinematográficos y televisivos de España, Europa, Estados Unidos y Centroamérica.
Desde el año 1982 combina su trabajo profesional con la docencia en el campo de los medios audiovisuales, dando cursos en fundaciones y en diferentes universidades de España.
Del año 1992 al 1995, desarrolla y dirige en El Salvador el Centro de Audiovisuales de la UCA (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas). En el mismo país, a partir del año 2003 crea y dirige el Taller Profesional de Cine y TV, que en estos momentos proyecta convertirse en el Instituto Centroamericano de Cine y Artes Audiovisuales.
Es miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y de la Asamblea de Directores Realizadores Cinematográficos y Audiovisuales Españoles (ARDICAE).