Darío en Mallorca: cara a cara con Dios

2 agosto, 2021

Portada Rubén Darío en Mallorca.

En su ensayo “Rubén Darío en Mallorca: Cara a Cara con Dios”1, el filósofo y teólogo nicaragüense, José Argüello Lacayo, nos presenta un retrato conmovedor de Rubén Darío durante su ultima estadía en la isla de Mallorca, donde el poeta llega en octubre de 1913, huyendo de su desordenada vida parisina, en busca de un ambiente tranquilo y sano donde restaurar su salud, encontrar de nuevo la inspiración perdida, y “cerrar las junturas de su espíritu por donde se le escapa a borbotones la sangre de su alma”

Argüello pinta sobre un lienzo documental, hecho de libros biográficos, artículos y ensayos, y obras del poeta mismo, perfilando el rostro más íntimo de Darío que emerge con fuerza en el otoño de su vida, cuando “la gloria que nimba su nombre y la pujanza creadora” se contraponen al “desaliento que anida en su corazón”. El poeta pareciera haber tocado su fondo existencial –debilitado y “abrumado por frecuentes crisis alcohólicas, angustiado por la inestabilidad económica y el deterioro irremediable de su relación marital”– sin embargo, pincelada tras pincelada, Argüello nos lleva a descubrir que en la paleta anímica de Darío están los colores de siempre. O sea, su ser hombre constantemente en vilo, entre el deseo radical de despojarse de sí para ser todo de Dios y la fuerza predominante de sus pasiones que lo atan a una vida hecha de excesos. Consciente de esto, en su estadía mallorquina el poeta se pone “cara a cara con Dios”, reconociéndose impotente ante sus malas inclinaciones y pidiendo la gracia redentora a través de la oración, la participación litúrgica y el sacramento de la confesión. Es el momento de hacer un balance de su vida y buscar una renovación espiritual: matar el orgullo perverso y el palpitar de la carne maligna para ver florecer de eterna luz su anhelo, dirá en su poema “La cartuja”.

Julio Valle-Castillo afirma en el liminar del ensayo que «José Argüello Lacayo es uno de los pocos teólogos nicaragüenses interesados en el proceso de fe en Rubén Darío y de los textos con fuente bíblica y temas religiosos de la obra narrativa de Rubén Darío». Efectivamente, este trabajo puede considerarse como una ampliación de un ensayo anterior denominado “El centauro y la cruz”, en el que Argüello evidencia las dos espiritualidades –paganismo y cristianismo– en pugna en los cuentos de Darío, sorprendiéndonos por la presencia tan vasta y profunda de temas bíblicos y religiosos encontrados en su narrativa. Argüello señala que “quizás pocos hayan percibido hasta ahora el exaltado papel desempeñado por la santidad en los cuentos de Rubén Darío. Se trata sin embargo de un tema suyo recurrente. El poeta muestra además cultura patrística y litúrgica y familiaridad con los rituales de la Iglesia”. Y hace hincapié en las palabras de Mary Ávila en “Principios cristianos en los cuentos de Rubén Darío”2, quien precisa que “al entrelazar Darío el sentir cristiano con humorísticas leyendas de tan encantadora sencillez… el lector recibe la impresión evidente de que el autor fue de verdad un creyente”. Un creyente que en la isla de “Mallorca, transfigurada por el arte y la poesía”, visita iglesias, ermitas y cenobios, y privilegia en sus lecturas obras de espiritualidad como la “Imitación de Cristo”, una “Vida” de San Bruno y los escritos de Raimundo Lulio, interrogándose «¿por qué no he sido cartujo?». 

La exposición de José Argüello Lacayo toca fibras profundas, no obstante ser un ensayo académico. Su entretejido de fuentes primarias pone en evidencia el combate espiritual que desgarra al poeta: esa batalla íntima entre el bien y el mal, de la que nadie es ajeno. Resultan particularmente reveladoras las palabras de Darío mismo, esparcidas en numerosos textos poéticos y confesionales, que incluyen su “Autobiografía”3, su autocrítica literaria en “Historia de mis libros”4, y las cartas reunidas por Jorge Eduardo Arellano5. También su novela de inspiración autobiográfica, “El oro de Mallorca”6, brinda un testimonio altamente emotivo: con estilo “elocuente, sugestivo y profundamente introspectivo, Darío vierte sus inquietudes y pensamientos íntimos, retratándose a sí mismo en el protagonista, Benjamín Itaspes”. Argüello, retomando la conjetura de Allen W. Phillips, evidencia que el apellido del protagonista podría significar Ita-Spes, o sea, esperanza ida en latín, refiriéndose a la redención esfumada por la recaída alcohólica de Darío al final de su estadía, en diciembre de 1913. El poeta se encuentra “en un callejón sin salida… pierde el impulso hacia la gracia regeneradora y se justifica a sí mismo negando la diferencia entre el bien y el mal”; esta situación le provoca “una inmensa tristeza y lo hunde en una vorágine autodestructora”. 

El retrato del poeta en “Rubén Darío en Mallorca: Cara a Cara con Dios”, caracterizado por su oscilación entre la fiebre de los sentidos y los fulgores del alma, trae a nuestra mente la batalla interior de otros artistas de envergadura universal. Tal es el caso, por ejemplo, de Oscar Wilde: célebre por su hedonismo e irreverencia, pero a la vez alto y profundo, quien en su lecho de muerte pedirá los sacramentos de la Iglesia. No se queda atrás el aclamado maestro Miguel Ángel, quien a pesar de ser impulsivo y egocéntrico, escribió sonetos que revelan su anhelo de Dios y cuyo tono evoca estas palabras de Rubén: «¿Por qué no fui lo que quería ser, por qué no soy lo que mi alma llena de fe pide, en supremos y ocultos éxtasis al buen Dios que me acompaña?». Es de concluir que el sentimiento religioso nunca abandona al hombre, y aún el vivir profano permanece frente a la mirada de Dios, como sugiere la etimología misma de la palabra profano: en latín pro (delante) – fanum (templo), situándonos siempre frente a la morada del Santo de los Santos, o sea, cara a cara con Dios. De modo que Argüello, no sólo nos lleva de la mano por la isla de oro de Darío con delicadeza y amor por los detalles culturales y paisajísticos, sino que nos introduce en el corazón de la vida en su esencia más profunda. 

Finalmente, es preciso reconocer que el trabajo de José Argüello Lacayo sobre la fe y religiosidad de Rubén Darío, es un aporte substancial e imprescindible al patrimonio académico dariano, trayendo a la luz testimonios que eran desconocidos en Nicaragua, rescatando estudios poco frecuentados por los críticos, y en fin, ofreciendo un cuadro renovado pero fidedigno del máximo vate del Modernismo. 

Nota: Ambos ensayos sobre Darío están disponibles en Academia.edu.

Roma, 18 de febrero de 2021.

Notas

  • 1 Ediciones de la Academia Nicaragüense de la Lengua, 2020
  • 2 Revista Iberoamericana, 24:29-39, 1959
  • 3 Editora Latinoamericana S.A. 3ª. edición, 1966
  • 4  Ed. de Fidel Coloma González. Editorial Nueva Nicaragua, 1987
  • 5 Cartas desconocidas de Rubén Darío. Arellano, Jorge Eduardo. Academia Nicaragüense de la Lengua, 2000
  • 6 Ed. de Pablo Kraudy. Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2013
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Poeta, narradora y traductora italiana que escribe en español, italiano, francés e inglés. Sus títulos más recientes son Los naufragios del desierto (Vaso Roto, 2013); Las tentaciones de la luz (Anamá ediciones, 2018); El canto de la Sulamita – Poesía Reunida, (Uniediciones, 2019); y El viaje de la sangre (Huerga & Fierro editores, 2021). Entre sus trabajos de traducción destacan los más recientes poemarios de la nicaragüense Claribel Alegría: Voci (Samuele Editore, 2015), que se adjudicó el premio internacional Camaiore 2016, y Amore senza fine (Edizioni Fili d’Aquilone, 2018).