
Fragmentos de Pequeña Obra completa
6 febrero, 2022
Fábrica amarilla
Hay una canción donde mi madre no canta
Sino azota el lenguaje
Como buscando encarcelarnos en su olvido
Como buscando algún castigo por creerle las tonterías que nos inventó
Y es ella
sola contra el mundo
Obsesionada con una fábrica amarilla que observó hasta pulverizarse los ojos
Mirándonos con la mirada trozada
por la imagen de su esposo apenas carne, apenas huesos
Y sus amigos
Y los cantores del radio
Y los agachados de su temor
Pero esa es la paga de una vida inventada
Poder cocinar
Poder limpiar la casa
Y comprar cremas
para cuidarse las manos por lo abrasivo del jabón
Poder acabar encandilada
O habitar una enfermedad hasta la muerte
Para que algún imbécil diga que es poético
JYA
Dios, líbrame del poder
De envidiar el dolor que nunca he sentido en la panza
Para explotarlo en la conmiseración de unos versos
Líbrame de la tentación
De la estupidez de desear la indigencia
o ponerle flores con un texto
Líbrame de hablar bonita y mansamente
De mi alrededor
Como si los millones de trabajadores que han muerto
En una caída no lo hicieran porque estoy aquí escribiendo esto
En este macabro lugar en el que me enjaulaste
Líbrame de querer taparte con un dedo por berrinche ególatra
De rociar cloro sobre tu enrojecida imagen de sol bruto
Como queja de aquel a quien nadie escucha o lee
De las bellas cosas que dice o escribe
Que no deja de bordar sobre el dolor
Su rostro hundido en el mar
Escúchame
Y tócame mínimamente lo que puedas
Acaricia esta esquizofrénica conversación contigo
Aquí donde no me atrevo a nombrarte de nuevo
Por si esto que digo también está supervisado
por las ondas electromagnéticas de los celulares
Que transmiten el internet de nuestros cuerpos
Como hacemos con todas nuestras heridas, restregándoselas al tiempo
En contacto con los que queremos y los que no también
Líbrame de ti, de la grasa de las capitales
De soportar tus neuróticas contradicciones
De que nada importa
Como el dinero
Líbrame ahora
O cuando tengas tiempo para existir.
Pero líbrame del lenguaje de la exactitud
Del control que hay que tener de las reglas
Pero no para ser de esos
Que le piden a los demás que sean conscientes de su propia miseria
De su propio y conceptual dolor
Que sólo los obsesos conceptualizan
Líbrame de todo
Líbrame de lo que sea
O
líbrate de mí, cuando mi sufrimiento no te sirva
Como distracción de tu verdadero dolor
De saber que todo lo que creas lucha contra el imposible tiempo
y se consume
Ven y líbrame
De lo que sea
De todo lo que creas necesario
De tu omni-impotencia
Y de ti
De pensar que eres lo más cercano a cualquier realidad
De necesitar creer en ti
Russus (fragmento de parte i)
Rojo viene del latín russus.
Eso dicen.
Como si importara.
Como si en verdad importara.
Como si eso significara algo,
pero así dicen
pero algo igual dicen
en todos los ensayos que he leído.
Como si todo tuviera que entrar
en una palabra lanzada al aire:
En una obsesión
por nombrarlo todo,
de amordazarlo todo.
Dijiste:
hay dolores que no tienen nombre y nombres que maquillan el dolor.
Manicurados pensamientos rojos tensados en doscientas mil lenguas.
O doscientas mil sílabas estiradas en variaciones de rojo.
¿Y si no hubiera existido Russus
cómo habríamos inventado lo rojo?
¿De qué irresoluble manera nos lo habríamos inventado?
¿Cómo nombraríamos los días?
¿De qué manera habríamos imaginado
el incendio
que
se
expandió
hace millones de millones de años?
Y devino
metamorfosis
y calcio
¿cómo dar paso
a la ley planetaria
con que se construyó esta nave semiesférica
con que pasamos este elíptico viaje entre la nada?
movidos por una loca canción de cuna
que gira alrededor de la elíptica
de la flor de curveadas luces
que gira
y gira
y vuelve a girar
sobre otra elíptica,
como la elíptica de las elípticas
aunque se mueva
alrededor de un centro
que no podemos nombrar por inimaginable.
¿O es inimaginable por innombrable?
¿Y si no existiera Russus
de qué manera
nos habríamos imaginado
el incendio ese?
¿o apenas imaginado lo habríamos pensado?
Si el rojo no es más que un incendio
transformado en células
ansiosas de idear el deseo
ansiosas de inventar algo entre ellas.
Para que al menos un par de ellas lo haga
Y se destrocen hasta que sólo les quede
una emoción ternúrica
la suficiente para revolucionar el tiempo
con infinitas divisiones y multiplicaciones celulares.
Semejantes entre su multiplicación
de orden pluricelular, de complexión
de la cooperación que mezcla y evoluciona todo.
Decías:
[Todo se mueve]. [Todo se transforma].
México, 1992. Poeta, narrador y antiensayista.
El pasado mes de julio liberó su primer poemario Pequeña obra completa (Dorado Remolino, 2021), un libro recopilado, editado y anotado por un beisbolista que a partir de su encuentro con la poesía de Vela se convierte en filólogo; disponible en elfaustovela.medium.com. Twitter @ElFaustoVela.