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Historia del cine en 25 carteles – Cartel No.11. RASHOMON de Akira Kurosawa

1 agosto, 2012

Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos regala esta vez Rashomon, del gran director Akira Kurosawa. Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en menos de 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


En la época del cine mudo, la producción cinematográfica japonesa alcanzó un promedio de 800 películas anualmente. Los géneros fundamentales del cine japonés son gendai-geki (dramas contemporáneos), jidai-geki (dramas de época), shomin-geki (dramas sociales) y chambara (películas de espadachines).

La corriente surrealista (avant-garde) que arranca desde el período silente (La página de la locura / Kurutta Ippeji, 1926; de Teinosuke Kinugasa), ha enriquecido tanto el cine de autor (La mujer de arena, 1964; de Hiroshi Teshigahara con Kyoto Kishoda y Eiji Okada; novela de Kobo Abe) como el cine de fantasmas (Kwaidan, 1964; de Masaki Kobayashi). En 1953, Kinugasa dirigió La puerta del infierno (Jijoku-Mon), joya del Eastmancolor (fot. Koei Sugiyama) con Machiko Kyo, la actriz favorita de los directores japoneses

Si bien Akira Kurosawa (1910-1998) es el más conocido en Occidente de los directores japoneses (y el más shakesperiano), de mayor renombre gozaron en su país, Yasujiro Ozu y Kenji Mizoguchi, gran director de actrices.

Las obras maestras de Ozu y Mizoguchi son, respectivamente, Tokio Monogatari (1953), filme contemplativo sobre el viaje de un matrimonio de provincia a Tokio, y Cuentos de la luna pálida después de la lluvia (Ugestu Monogatari, 1953) con Machiko Kyo como Wasaka, la dama fantasma.

Rashomon de Kurosawa (sobre relatos de Ryonosuke Akutagawa) despertó el interés internacional por la cinematografía japonesa. El filme (premiado en Hollywood y Venecia) reconstruye, con dinámica fotografía de Kazuo Miyagawa, un asalto a partir de los testimonios contradictorios del asaltante (Toshiro Mifune), la mujer supuestamente violada (Machiko Kyo), el marido difunto (Masayuki Mori), que habla a través de una médium, y un leñador-testigo (Takashi Shimura).

La película no es un estudio pirandeliano sobre la naturaleza subjetiva de la verdad, como muchos pensaron, sino una reflexión sobre el egoísmo de los seres humanos, que tergiversan la verdad según sus intereses, llegando al autoengaño. Las argumentaciones filosóficas de tres desconocidas ocurren ante la legendaria puerta de Rashomon en Kioto.  

El cine de Kurosawa significó un rompimiento con la tradición japonesa de exaltación patriótica, representada por las versiones de Los 47 ronin / Chushingura dirigidas respectivamente por Kinugasa (32), Mizoguchi (42) e Inagaki (1962). 

Igual éxito de crítica y público tuvo Kurosawa con Los siete samurai (1954), coprotagonizada por T. Shimura y T. Mifune, actor atleta capaz de pasar del histrionismo más exagerado a la más refinada sobriedad interpretativa. La filmografía del director incluye Ikiru (Vivir, 1951, con T. Shimura), Dersu Uzala (1975), Kagemucha (1980) y Ran (Caos, 1985). 

Entre los contemporáneos de Kurosawa destacaron Hideo Sekigawa (Hiroshima, 1953); Hiroshi Inagaki (Mushashi Miyamoto Samurai, 1954-56); Kobayashi (La condición humana, 1959-61); Ishiro Honda (Godzilla, 1954, filme de terror nuclear de la Toho); Kon Ichikawa (El arpa birmana, 1956), clásico del cine antibélico, y Nagisa Oshima (La ceremonia, 1971). .

El último gran director surgido en el siglo XX fue Takeshi Kitano, cuyo Flores de fuego (1997) fue premiado en Venecia. Akira (1988) de Katasuhiro Otomo y El viaje de Chichiro (2001) de Hayo Miyazaki, son ejemplos del gran cine de animación japonés. 

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.