Historia del cine en 25 carteles – Cartel No.14. Sin aliento de Jean-Luc Godard
1 febrero, 2013
Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos regala esta vez Sin Aliento de Jean-Luc Godard. Demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine, acompaña cada cartel con una crónica de la película en menos de 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.
La Nouvelle Vague (Nueva Ola del Cine Francés), de gran influencia internacional, tiene sus orígenes en la Cinemateca francesa de Henri Langlois, promotora de la cinefilia (pasión y curiosidad intelectual por el cine) y la revista Cahiers du Cinéma, fundada por André Bazin (1951), y su política de los autores, que conceptúa al director/realizador como el autor de una película (la caméra-stylo de Alexandre Austruc).
Si bien esta teoría no es aplicable a todos los directores, los cahieristas identificaron un estilo personal incluso en directores que trabajaban dentro del cine hollywoodense dominado por los grandes estudios (John Ford, Alfred Hitchcok, Orson Welles), equiparándolos a los indiscutibles «creadores» de la época silente e internacionales (Buñuel, Mizoguchi).
En la década de 1950, algunos críticos de Cahiers (Francoise Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Eric Rohmer, Jacques Rivette) se lanzaron al campo de la realización. Opuestos al cine francés excesivamente literario del pasado, adoptaron como modelos a Vigo, Renoir, Max Ophüls (Lola Montès, 1955), Henri Georges Clouzot (El salario del miedo, 1953) y Robert Bresson (Un condenado a muerte se escapa; 1956).
La Nouvelle Vague irrumpe en el panorama internacional con el premio a Truffaut en el Festival de Cannes por Los 400 golpes (1959; con Jean-Pierre Léaud). Sus antecedentes directos son, por su proyección anticonvencional de las relaciones humanas, Y Dios creó a la mujer (1956) de Roger Vadim (con Brigitte Bardot), Los amantes (1958) de Louis Malle (con Jeanne Moreau) y Hiroshima mi amor (1959) de Alain Resnais (con Emmanuele Riva; guión: Marguerite Duras)
Más iconoclasta que Truffaut fue Godard con Sin aliento (A bout de soufflé; 1960), filme en blanco y negro, de bajo presupuesto, sobre un ladrón (Jean-Paul Belmondo) en fuga perpetua.
El filme (con la estadounidense Jean Seberg) se caracteriza por un estilo experimental; uso de cámara en mano con equipo mínimo de filmación, rodaje en lugares auténticos de París y personajes ajenos a los arquetipos morales del cine tradicional, con los que la juventud anárquica y anticonvencional de la época podía identificarse.
Con Disparen al pianista (1960; con Charles Aznavour) y Jules et Jim (1961), Truffaut continuó la línea experimental que Godard llevaría a sus últimas consecuencias en Week-end (1968), denuncia del carácter deshumanizador de toda civilización.
El descenso en las recaudaciones en taquilla que siguió al entusiasmo inicial produjo un giro dentro de la Nouvelle Vague hacia un cine más comercial: Los paraguas de Cherburgo (1964) de Jacques Demy (con Catherine Deneuve) y Un hombre y una mujer (1966) de Claude Lelouch (con Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant).
El actual cine francés, con énfasis en los dramas contemporáneos, se caracteriza por su sobriedad. Se continúan filmando películas históricas/literarias, como Jean de Florette (1986) de Claude Berri (con Gérard Depardieu; según Pagnol) y otras dentro de la línea de la Nouvelle Vague, como el filme franco-belga, Jeanne Dielman 23 Rue du Commerde (1975) de Chantal Akerman (con Delphine Seyrig), Thérèse (1986) de Alain Cavalier o Mi estación preferida (1993) de André Téchiné (con C. Deneuve y Daniel Auteuil).
Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.