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Historia del cine en 25 carteles. Quinto Cartel: Luces de la ciudad, de Charles Chaplin

1 agosto, 2011

Ahora Franklin Caldera, en su historia del cine en 25 carteles, nos sorprende con uno bellísimo sobre Luces de la cuidad, de Charles Chaplin; demostrando que el arte del cartel refleja la magia y encanto del cine. Acompaña cada cartel con una rigurosa crónica de la película en menos de 500 palabras y nos brinda una rápida mirada a la historia del cine. El uso en la revista de estos carteles es exclusivamente cultural y educativo y en ningún momento se espera obtener beneficios comerciales.


La quimera del oro (1925) es el filme más famoso de Charles Chaplin, pero por su complejidad temática y visual, no es el típico filme chapliniano.

La fama de Chaplin fue más como clown que como director. La figura de Charlot (levita estrecha, pantalones flojos, zapatos torcidos, bastón de caña y sombrero hongo) representa lo mejor del ser humano, insignificante ante la enormidad del cosmos, pero ennoblecido por su disposición a luchar por lo que considera justo.

Como director, Chaplin pertenece a la corriente lírico-contenidista del cine de ficción, con énfasis en el desarrollo de los personajes y la trama (Cukor, DeSica, Truffaut, Allen, Trueba…); paralela a la corriente experimental, con cineastas empeñados en explorar los recursos expresivos del cine (Eisenstein, Stroheim, Welles, Fellini, Godard, Tarantino…). Ambas vertientes fueron perfeccionadas por Griffith en los diferentes episodios de Intolerancia (1916).

Dirigida y protagonizada por Chaplin, Luces de la ciudad (1932) es la historia de un vagabundo (the little tramp) que se esfuerza por costear una operación para restituirle la vista a una violetera ciega (Virginia Cherrill), que ama sin esperanzas. Es la quintaesencia de su cine: sencillo, sentimental, con lenguaje directo, gran contenido humano y magistral mezcla de elementos cómicos (la amistad del protagonista con un  millonario borracho; la secuencia de boxeo…) y dramáticos. El final es de antología.

Fue producida, en medio del furor del cine parlante, como película silente, pues Chaplin y otros cineastas (Eisenstein) pensaban que el cine debía ser un lenguaje en imágenes. Pero el parlante había llegado para quedarse, aunque sin la experiencia del cine mudo (1895-1929) el nuevo arte no habría alcanzado su máximo grado de elocuencia visual.

En 1936, Chaplin estrenó su primer filme sonoro, Tiempos modernos; seguido en 1940 por El gran dictador, sátira contra el nazismo.

Nacido en Londres, Inglaterra en 1899, Chaplin llegó a  Estados Unidos con la compañía teatral de Fred Karno. Se inició en el cine como actor-director sucesivamente en la Keystone (Mack Sennett), la Mutual y la First National, donde dirigió y protagonizó su primer largometraje: El chico, con el niño Jackie Coogan.

En 1919 fundó con Griffith, Mary Pickford y Douglas Fairbanks, la United Artista, promotora de proyectos independientes. Chaplin se convirtió en el cineasta total: actor, productor, director, guionista, compositor y dueño de su propio estudio.

Antes de abandonar Estados Unidos debido a problemas originados por su filiación marxista (en los primeros años de guerra fría, los izquierdistas eran percibidos como quintacolumnistas potenciales en caso de una posible conflagración entre EEUU y la URSS), dirigió y protagonizó (sin la indumentaria del vagabundo) Monsieur Verdoux (1947) y Candilejas (1953). Su último filme fue La Condesa de Hong Kong, con Marlon Brando y Sophia Loren. Falleció en 1977 en Vevey Suiza, junto a su cuarta esposa Oona O’Neill y sus muchos hijos e hijas.

La película mexicana El portero (1950) de Miguel M. Delgado, con Mario Moreno Cantinflas, está inspirada en Luces de la ciudad, con Silvia Pinal como una muchacha tullida a la que el «peladito» ayuda.

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de cine. Es abogado. Desde 1968 publica en La Prensa Literaria poemas, críticas literarias y de cine y traducciones de poesía en lengua inglesa. Fue uno de los asiduos de la cafetería La India, el emblemático sitio de reunión de los poetas y pintores de la Generación del 60 y leyó sus poemas en La tortuga morada, la primera discoteca de la Managua de antes del terremoto.
Desde temprana edad tuvo gran afición por el cine y junto con Ramiro Arguello es uno de los auténticos y últimos cinéfilos y contadores de películas de nuestro tiempo. Ha escrito numerosas críticas y crónicas en revistas nicaragüenses e internacionales y ha participado en seminarios junto a cinéfilos de la talla de Guillermo Cabrera Infante y Manuel Puig.
En 1983 escribió con a Ramiro Arguello, Datos útiles e inútiles sobre cine; en 1996, Luces cámara acción: cien años de historia del cine. Guarda un libro de poesía a la espera de publicación. Es co-editor, con Ligia Guillén, de la revista “Poesía Peregrina”. Reside en la Florida desde 1985, donde goza de los constantes reestrenos de películas noir. Es miembro del equipo de Carátula y colaborador permanente de su sección de \”Cine\”.