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»Homenaje a Roberto, «el Piqui» Díaz Castillo: A Roberto Díaz Castillo

1 abril, 2014

«Gritamos al nacer porque hemos visto a la muerte, mi vida intrauterina la recuerdo como la de un pez abisal en aurora inadvertible. Los nueve meses fueron más de nueve mil años de ventura. Aún me duele el corte del cordón, y aún no ha cicatrizado mi ombligo. La vida es anomalía de la muerte. De la iniquidad escandalosa de la muerte.»

Luis Cardoza y Aragón

Quienes brotamos del vientre en los albores de la década de los treintas fuimos forja de la generación de los cincuentas. No estábamos preparados para soportar el horror del holocausto de sesenta millones de seres humanos sacrificados durante la segunda guerra mundial, en aras de una contienda supuesta contra el fascismo. Tampoco sabíamos cómo transitar los caminos de la libertad que rompieron los cañones el 20 de octubre de 1944 cuando derrotaron en Guatemala a los viejos espadones de la eterna tiranía.

Pensamos entonces que abríamos brechas de caminos florecidos que conducían a la primavera.

Confusos, nos asomamos por primera vez al vértice de la doble moral que enturbia el entendimiento de la humanidad. Estas realidades acompañaron a nuestra generación que se debatía entre la libertad y el miedo.

La conciencia llegó después de la sublevación popular de octubre. Juan José Arévalo nos conmovió y lo seguimos sin preguntar nada. Jacobo Árbenz, coronel de nuestra primavera marchó con nosotros por el camino que lleva a la esperanza. Con ambos fuimos un grito virgen. Cada uno llegamos desde caminos dispersos. Nos unió la furia contra quienes se llevaban la mano al corazón cuando escuchaban el himno nacional, olvidados de los estertores de los hombrecitos y las mujercitas que nacieron y se agostaron en vidas miserables.

La Escuela de Derecho nos acogió. Las voces nuevas encendieron las luces perdidas. Pronto nos reconocimos, a pesar de llegar desde tantos puntos cardinales concurrentes.

Allí Roberto Díaz Castillo encontró a sus pares perdurables en la vida y en la muerte.
Devoramos libros afanosos. Escanciamos amor, vino, besos. Amamos y nos amaron sin medida.

Encontramos y extraviamos sendas pero no caminos. Conocimos el encanto de la plenitud. La política llegó suelta y esponjada. Picamos piedra pero abrimos surco con las manos febriles y la cara al cielo.

Felices, nos nutrimos de aguas dulces y guardamos, sin vaivenes ni cobardías la línea trazada desde la conciencia primaria.

La vida y la muerte sin vacilaciones han sido los referentes de nuestra alegría y de una que otra pena. Sin duda, vivimos el futuro. Abrimos las puertas del resto de la vida.
Hoy se abre la incertidumbre del resto de la vida. Como siempre, sin angustia, fraternos, solidarios.

Artículos de Prensa
Indice

  1. Entrevista a Roberto Díaz Castillo
  2. Jorge Solares -Semblanza, Roberto Díaz Castillo
  3. Nota – Adiós a Roberto Díaz Castillo
  4. Nota – Roberto Díaz Castillo deja su huella
  5. Eduardo Antonio Velásquez Carrera – Manuel Roberto Díaz Castillo
  6. Margarita Carrera – Roberto Díaz Castillo
  7. Méndez Vides – Roberto Díaz Castillo
  8. Luis Aceituno – Piqui
  9. JM Magaña Juárez – El mítico Piqui Díaz
  10. José Barnoya – Lágrimas y sonrisas
  11. Anabella Giracca – Piqui
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Guatemala.
Polifacético escritor y político, cuyos inicios se remontan a la Revolución de 1944. En lo político mantiene su ojo crítico sobre lo que acontece y, por supuesto, con esa visión de izquierda que lo ha caracterizado desde 1944.

"Me inicié cuando tenía 14 años y sonaron los cañonazos del 20 de octubre de 1944. Me despertaron un sentimiento de euforia muy grande, quizá porque oí quejarse a la gente de la servidumbre nacional que se vivía hacia Jorge Ubico y desde ese momento he sido un revolucionario de tiempo completo.

Como activista político acompañé a Juan José Arévalo, desde los 17 años, a diversas giras y estuve trabajando en el Ministerio de Relaciones Exteriores, en tiempo de Jacobo Árbenz; atendí los asuntos propios de Belice.

Fui militante del partido comunista (Partido Guatemalteco del Trabajo). Cuando cayó Árbenz, yo era dirigente de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), representando a Derecho, y tuvimos que salir porque los que encabezaban la rebelión armada también eran integrantes de la asociación de Derecho, pero con un sentimiento anticomunista rabioso, lo cual nos hacía antagónicos. Nos fuimos a Chile y fue en este país donde opté entrar al PGT. Cuando regresé a Guatemala, en 1957, ya era parte del partido y trabajé varios años hasta la década de 1970. Es decir, soy un marxista sin partido."

Tomado de Revista D - Semanario de Prensa Libre
No. 423