Iconografía política de Rubén Darío: «Reflexiones de Año Nuevo parisiense»

2 junio, 2021

El 1° de enero de 1901, Rubén Darío redacta su crónica “Reflexiones de Año Nuevo parisiense”, que luego incluirá en su libro Peregrinaciones.1 Se sentía inspirado por el cambio del siglo y a la vez desilusionado después de vivir ocho meses en la capital de la cultura.2 Chocado por el lujo ostentado por una “élite” y la miseria en la cual vivían muchos otros, el poeta-cronista inicia una reflexión sobre la historia de Francia y del mundo, la decadencia de la raza latina y la ilusión del progreso; reflexión que, a medio camino entre el pesimismo histórico de Schopenhauer y las palabras de James Joyce: “La historia es una pesadilla de la cual trato de despertarme”3, culmina en una cita de su amigo Henry de Groux: “Francia está podrida. … Finis latinorum. Abyecta muerte!” (152-153).

No trataremos hoy de analizar la filosofía de la historia de Rubén Darío, ni su poca creencia en el progreso de la humanidad. En este artículo presentaremos solamente una serie de imágenes en las que se inspiran sus reflexiones. “Un paralelo iconográfico que tengo ante mis ojos me da más de un pensamiento; un paralelo entre la Francia en los comienzos del siglo actual”, dice Darío (153). La oración parece mutilada, debería decir: “un paralelo entre la Francia de los comienzos del siglo pasado y la de los comienzos del siglo actual”. Se trata de un conjunto de grabados publicados en el semanario francés Le Monde Illustré,4 que permiten, por primera vez, descubrir las referencias visuales en que se apoyaron las reflexiones del poeta. Los años 1801 y 1901 son los puntos fijos de estas imágenes, donde se comparan políticos y estadistas, líderes religiosos y militares, uniformes del ejército, medios de transporte, calles y edificios, correspondientes a ambos momentos históricos.

Las imágenes históricas (de 1801) son grabados artísticos, las actuales (de 1901) son fotograbados, pero la diferencia visual entre ambas no es muy marcada. Aparte del artículo citado en la nota 5, las fotos no llevan ningún comentario más allá de la identificación de los personajes, lugares, o vehículos. En un artículo en el interior de la revista, el periodista Léon de Montarlot brinda un comentario y se excusa por las limitaciones de la comparación: “Hubiéramos podido, ampliando el marco de nuestro artículo, establecer muchos otros acercamientos. … El tema era inagotable y nos hubiera llevado demasiado lejos” (p. 13). Los editores, parece, consideran que las imágenes hablan por sí mismas, y confían en que el lector, al comparar por ejemplo,  el grabado del cónsul Bonaparte en su fogoso caballo con la del presidente Loubet en su lujoso escritorio, sacará sus propias conclusiones. Montarlot, al final de su comentario, sugiere que esas conclusiones confirmarán el progreso realizado en Francia en el transcurso del siglo, lo cual es inmediatamente plausible cuando se compara el alumbramiento con esquisto con la bombilla eléctrica, pero en otros casos es mucho menos evidente. El concepto de progreso, lanzado de manera casi casual por Montarlot, estimuló a Darío a establecer sus propias comparaciones. A continuación las transcribimos, cada una acompañada por las imágenes que la inspiraron5. Sus comentarios a cada par de fotos son escuetas y se refieren siempre al aspecto del progreso histórico: se ha avanzado mucho, un poco, del todo…

“Bonaparte, primer cónsul, en su caballo de dibujo convencional, con su corvo sable, y en el fondo, las tiendas de campaña” (p. 153). Napoleón Bonaparte fue primer cónsul de la Primera República francesa desde el 18 de Brumario (9 de noviembre) de 1799 hasta 1804, cuando se coronó como emperador, dando inicio al Imperio Napoleónico. La Constitución del Consulado expresó el deseo de orden de la burguesía y definió el poder personal de Napoleón; no mencionó ni los derechos humanos ni la defensa de las libertades. El cónsul Napoleón acordó una amnistía general a los emigrados y restableció los derechos de la iglesia. Con la ayuda de su ministro del exterior, Talleyrand, buscó restablecer el equilibrio europeo. Las tiendas de campaña en el trasfondo del grabado tienen su sentido, ya que Bonaparte ganó las batallas de Marengo y de Hohenlinden antes de concluir la paz con el Imperio austríaco.

“Y M. Emile Loubet, fotografía género Nos contemporains chez soi [sic] en espera de Mollard ó de Crozier, caros al protocolo. No se ha adelantado tanto” (p. 153). Émile Loubet (1838-1929) fue presidente de Francia en los años 1899-1906. Su septenio fue marcado por la rehabilitación del capitán Dreyfus, la separación del estado y la iglesia, la alianza franco-rusa y la normalización de las relaciones con Italia. Darío observa que en la foto, el presidente, sentado en su lujoso escritorio y rodeado por obras de arte, no parece trabajar, sino esperar a los jefes de protocolo: Philippe Crozier (1857-1944) y su adjunto Armand-Joseph Mollard. Nos contemporains chez eux es una serie realizada en los años 1888-1917 por el fotógrafo Dornac, quien retrató unos 200 personajes célebres del momento, muchos de ellos escritores, artistas, científicos, actores y actrices, pero también algunos políticos e incluso un presidente de la República (Sadi Carnot). Lo novedoso fue que las fotos de estos personajes se tomaron “chez eux”, o sea en sus casas, lo cual significa generalmente en el gabinete de trabajo (muchas veces lujoso) del personaje.

“Carnot, de rostro simpáticamente enérgico, de ojos que revelan grandes propósitos, «organizando la victoria», y André, el ministro de guerra que hoy provoca por sus disposiciones un movimiento de antipatía en la aliada Rusia. No se ha adelantado lo bastante” (p. 153). Lazare Carnot (1753-1823), ingeniero y matemático, organizó el ejército de la Francia revolucionaria en su defensa contra las potencias de Prusia y de Austria. Durante el consulado de Bonaparte fue Ministro de la guerra, pero por poco tiempo (2 de abril–8 de octubre de 1800). El general Louis André (1838-1913), ministro de la guerra en 1900-1904, trató de democratizar el ejército, y tomó medidas para eliminar a los oficiales anti-dreyfusistas y otros reaccionarios. En cierto momento, los periódicos de la derecha francesa informaron que según un artículo en el periódico Novoïé Vrémia de San Petersburgo, supuestamente reflejando las preocupaciones del gobierno zarista, las medidas tomadas por André debilitaron la fuerza moral del ejército francés y constituyeron una amenaza grave para la alianza franco-rusa.6

“El cabriolé ágil y gracioso que asombra al sencillo populo y el automóvil de última hornada capaz de recorrer todo París en un segundo y de reventar á todos los Cahen d’Anvers de la tierra. Se ha adelantado muchísimo” (p. 153). Rafael Cahen d’Anvers, miembro de una familia de banqueros y financieros judíos, apasionado del automovilismo, se mató cuando quiso alcanzar un nuevo record de velocidad, en noviembre de 1900.

“La vieja y pintoresca diligencia, de las « largas diligencias » de Mallarmé, y la locomotora coupe-vent. No se puede negar: se ha adelantado” (p. 153). “Les longues diligences d’autrefois” aparecen en “Frisson d’hiver”, un poema en prosa de Mallarmé.

“Talleyrand en el ministerio de relaciones exteriores, y Delcassé. No, no se ha adelantado mucho…” (pp. 153-154).

“A la cabeza del ejército Berthier y Brugère: no se ha adelantado maldita la cosa!” (p. 154).

Se ve que Darío también, como los editores Le Monde illustré, confía en que las imágenes hablan solas. ¿Por qué, si se compara a Napoleón Bonaparte con Loubet, el progreso es muy poco? ¿Por qué, comparando a Talleyrand con Delcassé, no hay mucho avance? ¿Por qué da casi lo mismo tener a Berthier o a Brugère a la cabeza del ejército? Darío no lo explica, pero confía que la contemplación de las imágenes llevará al lector a estas conclusiones.  Finaliza con un breve resumen de su filosofía de la historia: “Si en muchas cosas se ha adelantado, en muchas cosas el siglo XX puede salir victorioso de la comparación. Pero en otras, ¡Dios santo! En los reinos del pensamiento no estamos muy seguros del triunfo. El siglo pasado empezó bajo el soplo de la Enciclopedia. El siglo pasado empezó con ideales, con miras, con decisiones; el siglo pasado comenzó con una fuerza de que se carece hoy: el entusiasmo. ¿En qué vientre de madre irá á aparecer el año entrante la preñez que dé al mundo un nuevo Víctor Hugo?” (p. 154). En fin, la “Locomotora coupe-vent” que tanto Le Monde illustré como Rubén Darío aceptan como símbolos del progreso, es retomada por el poeta al final del artículo, en una de las imágenes más impactantes de todas sus crónicas: “creo que ciertos sucedidos, como lo del Bazar de la Caridad y la singular muerte de Félix Faure, son vagas señas que hacen los guardatrenes invisibles a esta locomotora que va con una presión de todos los diablos a estrellarse en no sé qué paredón de la historia y a caer en no sé qué abismo de la eternidad” (p. 158). El símbolo del progreso es convertido en símbolo apocalíptico, aunque Darío todavía cree en los “guardatrenes invisibles”, o sea en los ángeles de la guarda de la humanidad…

(Estación de Montparnasse, 22 de octubre de 1895. Fuente: Laurence y Gilles Laurendon, Paris catastrophes, París: Parigramme, 1997, p. 101).

Notas
  • 1 Rubén Darío, Peregrinaciones, París: Vda de Charles Bouret, 1901, pp. 150-158. Las referencias a esta edición aparecen entre paréntesis en el texto. La fecha de redacción de la crónica indicada por Darío, 1° de enero, es probablemente simbólica; el texto se escribió sin duda después del 5 de enero. La hispanista francesa Claire Pailler publicó una versión anotada de la crónica en el Repertorio dariano de 2010 (pp. 283-291).
  • 2 Hoy, algunos viajeros se desilusionan más rápido todavía, y hay visitantes, sobre todo japoneses, que tienen que repatriarse después de pocos días, sufriendo de ansiedad, neurosis y alucinaciones, síntomas del “síndrome de París”.
  • 3 James Joyce, Ulysses, ed. Hans Walter Gabler, London: Penguin Books, 1986, p. 28.
  • 4 “1801 – Le Début de Deux Siècles – 1901”, Le Monde Illustré, N° 2284, 5 de enero de 1901, pp. 1-5.
  • 5 Salvo indicación contraria, todas las fotografías provienen de la revista citada (Le Monde Illustré, 5 de enero de 1901).
  • 6 “La Russie et le général André”, La Croix, 21 de diciembre de 1900. Véase, sin embargo, Camille Pelletan, “La dernière cartouche”, Le Matin, 27 de diciembre de 1900.
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Filólogo alemán, doctor en filología moderna por la Universidad de Frankfurt am Main (1980). Autor de estudios sobre André Malraux, Ernest Hemingway, W. B. Yeats, la literatura de la guerra civil española y la literatura nicaragüense. Publicó ediciones críticas de varias obras de Rubén Darío y artículos sobre la vida de Darío en París y su relación con la literatura francesa. Fue profesor de la Escuela de Bibliotecología y de la Escuela de Arte y Letras, UCA, Managua, en los años 1988-1994.