Los frutos del desierto: sertão y cine

1 febrero, 2008

El sertão, es un territorio sorprendente, mítico, misterioso y sin dudas contradictorio. Más allá de sus sequías no deja de producir frutos maravillosos. Y en la carrera hacia el mar el agua deja en la miseria la tierra seca del sertõn. Josué de Castro.


El sertõn se volverá playa y la playa se volverá sertõn.

Antonio Conselheiro

El sertão tiene cosmogonía propia con Épica, Profetas, Mártires y Poetas que la cantan. En el nordeste brasileño, que continúa siendo la región más postergada del país, el sertão se extiende como una sombra amarga por los estados de Bahía, Alagoas, Sergipe, Pernambuco, Paraíba, Rio Grande do Norte, Ceará, Piauí y Maranhão.

El sertão a simple vista parece un error de la naturaleza, pero en realidad es un gran desencuentro entre la historia y  la geografía. Una zona donde se han experimentado las más atrabiliarias formas de explotación contra los hombres y la tierra misma. El sertão es una profunda herida en el inconsciente colectivo del pueblo brasileño.

También conocido como la caatinga, es una región semiárida de unos 700.000 Km2, con lluvias escasas e imprevisibles, con sequías memorables, solo en las registradas en los siglos XIX y XX, se calcula han dejado más de tres millones de muertos.

De vegetación achaparrada y espinosa, con suelos en su mayoría llanos y pedregosos. En esa región sus habitantes han conocido las formas más perversas del hambre.

Estas condiciones físicas han producido, desde su conquista misma por los portugueses en el 1500, un sistema latifundista obscenamente explotador. Ya Duarte Coelho en 1549, representante de la corona portuguesa y organizador del primer sistema económico del nordeste escribía: “Antes voy contra el pueblo, que contra los dueños de los ingenios”.

Ese sistema alcanzó nuestros días con excelente vida. Los coroneles, terratenientes que han acumulado extensiones de tierras equivalentes a países, sin respetar jamás otro derecho que el de acumulación en beneficio propio a expensas de los trabajadores. No en vano el poeta Castro Alves habla de “la galera perpetua”.

El sertão, parece difuminarse en el tiempo, disolverse en la arena, evaporarse en la atmósfera. Para un Brasil de talla imperial, aquel lejano traspatio, resultaba un lugar incómodo. Víctima del olvido y la injusticia, le evoca los peores recuerdos.

Un mapa en llamas, una geografía tórrida de sequías bíblicas, que la deforestación incontrolada de los grandes ingenios, provocó la extenuación de los terrenos. El agua, cuando llega, arrastra la poca riqueza que aún guarda la tierra.

El habitante del sertão, sertanejo, caatingo o peyorativamente cabra, fue históricamente explotado, marginado y considerado alternativamente: esclavo, siervo, hasta que el estatus de foreiro, hizo que también tuvieran que pagar una fuerte cantidad anual de dinero, el  foro, al coronel para poder trabajar en ella.

Las humillaciones lo han acompañado más allá de la muerte. Existió por décadas lo que se conoció el “cajón de la caridad”, que las municipalidades prestaban para llevar al difunto hasta el cementerio. Junto a su tumba el muerto era despojado del ataúd, para que fuera  utilizado en otro entierro.

El sertanejo ha debido convertir el éxodo en una manera de vivir, en un destino. Una y otra vez abandona su territorio para retornar al final de la sequía. Aunque se saben que la seca, también pertinaz e invicta, también, siempre regresa.

En el imaginario popular del país se ha grabado la expresión retirantes, que refiere a una ya clásica imagen sertonera: la familia campesina en pleno éxodo, abandonando sus pocas posesiones, rumbo a una ciudad. Escapando de la seca, a los costados de los caminos, se los ve transitando en fila india, trasportando sus pobres bultos, donde llevan lo poco que han rescatado del último naufragio. Padres, hijos, nietos, abuelos, quienes puedan caminar en definitiva, lo harán para dejar atrás la seca o quizá evitando la próxima. Marchan durante días, escapando del hambre que los persigue desde siglos.

El hombre del sertõn finalmente emigrará a las grandes ciudades, donde lo espera la favela y alguna nueva forma de explotación.

La histórica indefensión de los sertanejos, sumado a la ancestral y natural religiosidad del campesino, ha dado lugar al surgimiento de santones que proclamaron un cristianismo primitivo, muchas veces violento y siempre reivindicatorio, “capaces de cargar las armas, con las cuentas del rosario”, como lo describe Euclides da Cunha, en su libro Os Sertoes.

La explotación dentro, y la exclusión fuera de la fazenda, más la sequía, la policía siempre al servicio del coronel, el hambre y la enfermedad convirtieron al cabra en cangaiceiro o jacunzo, es decir, hombres que negándose a abandonar su lugar y acorralados por la miseria, se organizaron en bandas con aspiraciones de guerrilla.

En el sertão existieron revueltas populares, de las que la historia recoge particularmente tres: La República de Palmares, un asentamiento de esclavos africanos durante el siglo XXVII, que resistió, liderado por Ganga Zumba, sesenta años los embates del ejército portugués. La Balaiada encabezada por Manuel dos Anjos Ferreira, Balaio, entre 1834 y 1841 y finalmente, quizás la más conocida, Canudos en su origen una colonia de casi 30.000 campesinos desangelados que encontraron en el místico Antonio Conselheiro un Mesías que podría sacarlos del hambre y la explotación. Durante tres años mantuvieron a raya al ejército de la joven república brasileña quién finalmente los aniquiló en octubre de 1897, con la ferocidad de una venganza largamente anhelada.

Paradójicamente la aridez de sertão ha provocado una extraordinaria cosecha que ha enriquecido sustancialmente el acervo cultural brasileño.

El sertão y la terrible represión de Canudos generó la obra insignia de la literatura brasileña Os Sertoes (1902) de Euclides da Cunha, que juntos a Grande Sertão: Veredas, (1956) de João Guimarães Rosa y Vidas secas  (1963) de Graciliano Ramos, componen una trilogía inexcusable al momento de comprender no solo el sertão, sino a América latina toda. Sin olvidar otros escritores que también abordaron la región en su obra como Jorge Amado u João Lins do Rego.

Pero no solo la literatura se ocupó de la caatinga, pintores de la talla apasionante de Cándido Portinari han denunciado la realidad del sertão, solo recodar Criança morta  o Retirantes, estremece los sentidos.

Pero particularmente el cine brasileño ha transitado una y otra vez los  tórridos caminos del sertão.

Son muchos los realizadores brasileños que han dedicado alguna de sus películas a aquella ya mítica región, sin duda los más importantes han sido Glauber Rocha, y Nelson Pereira dos Santos, los más destacados realizadores del Cinema Novo.

Ellos supieron encontrar en el sertão inspiración para generar prodigios como es el caso de Glauber Rocha con dos producciones: Deus e o Diabo na terra do sol (1963) donde todo el genio desbocado del cineasta bahiano, parece no alcanzar para abrazar la terrible realidad que allí se sucede. En tono de western, Glauber, denuncia la explotación del campesino y el abuso del poder. Realza elementos constitutivos de historia sertaneja, como las revueltas populares, el surgimiento constante de los profetas alucinados y caudillos perdidos en su realidad. 

O Dragão da Maldade Contra o Santo Guerreiro (1968), también conocida como Antonio Das Mortes, matador de cangaceiros, es un film que continua la estética barroca y la narrativa compleja de Deus e o Diabo…  donde surge nada menos que Antonio das Mortes, un personaje de la intensidad épica de Aureliano Buendía. Antonio das Mortes no es otra cosa que un moderno sicario encargado de eliminar al cangaceiro llamado Coraina, que dice ser la reencarnación de Lampião, uno de los tantos lideres populares del sertão ejecutado por el poder de los fazenderos. Antonio das Mortes llega al pueblo de Jardim das Piranhas para comprobar si son ciertos aquellos dichos. Ambos mitos plantearan el viejo duelo entre el dragón de la maldad y el santo guerrero o simplemente el bien y el mal.

Nelson Pereira dos Santos, el padre fundador del Cinema Novo, el más portentoso proyecto cinematográfico del subcontinente, ingresa al sertõn, de la mano de Graciliano Ramos, adaptando su novela Vidas Secas. En 1963, después de varios intentos fallidos hasta con inundaciones de por medio en el árido sertão, Pereira Dos Santos consigue realizar su anhelo. En Vidas Secas se narra la tragedia de una familia de retirantes. Una síntesis cruda, de una realidad que asoló al sertão durante siglos. Pereira dos Santos, evita caer en la explotación de la miseria y el exotismo, como un souvenir antropológico, respetando la dignidad de los protagonistas.

Pero estrictamente sertanejo y cuya obra cinematográfica íntegra esta dedicada al sertão es Rosemberg Cariry. Nacido en 1953 en Farias Brito, Estado de Ceará. Licenciado en filosofía, debuta como director en 1975 con una serie de cortometrajes sobre artistas populares de Ceará y el Nordeste.

En 1986, realiza su  primer largometraje, A Irmandade da Santa Cruz do Deserto, un documental sobre una de las tantas rebeliones populares encabezada en este caso por otro místico José Lourenço, ocurrida en 1936, que terminó con la represión ordenada por el gobierno dejando cientos de muertos. El abordaje de aquel hecho, oculto por la historia oficial, provocó una gran repercusión. El film consiguió premios nacionales y la invitación a distintos festivales internacionales.

A partir de aquel suceso, Rosemberg Cariry es contratado por la productora de televisión  Verdes Mares, para la producción de programas culturales y documentales sobre la historia y el arte nordestino.

A pesar de las trágicas políticas económicas y culturales implementadas por el gobierno corrupto de Collor de Melo, que llevó a la quiebra la industria cinematográfica brasileña, comenzando en 1990, con el cierre de la Agencia Estatal de Distribución y Producción (Embrafilme), Rosemberg Cariry consigue en 1993, filmar con ayuda da Cinequanon de Lisboa y el Instituto Português de Arte Cinematográfica (IPACA), su segundo largometraje. En este caso una ficción A Saga do Guerreiro Alumioso. Con cierta sombra de Glauber, Cariry cuenta el drama que se desarrolla en una ciudad imaginaria del sertão, donde un campesino viudo puede llegar a cambiar su vida tras conocer una muchacha en una feria de diversiones. A partir de ese encuentro surgirá un ancestral enfrenamiento entre el campesino y el terrateniente, que será resuelto por un remedo de Don Quijote sertanejo, conocido como Lampião, uno de los grandes mitos de la épica caatingera.

A Saga do Guerreiro Alumioso, marco junto a  otras producciones el movimiento de resistencia del cine brasileño. Su exitoso recorrido terminaría al ser seleccionado para participar en Francia en el prestigioso Festival dos Três Continentes de Nantes.

Con el premio da Retomada do Cinema Brasileñiro, otorgado por el Ministerio de Cultura,  en 1995 Rosemberg Cariry consigue producir su tercer largometraje, una ficción llamada Corisco e Dadá. Basado en hecho reales sobre una pareja de celebres cangaceiros de los años 40. Cariry compila allí, el sino trágico de esos hombres que deben luchar contra todos los males por sobrevivir. Corisco e Dadá, acompañó lo que se conoció como el renacimiento del cine brasileño. Seguido de excelentes críticas recorrió varios festivales internacionales.

Luego de ejercer algunos cargos públicos en el área de cultura y realizar varios telefilms A tv e o ser-TaoPedro Oliveirao cego que viu o mar, realiza en 1999, un nuevo largometraje: el documental, Juazeiro, a nova Jerusalém. Este se dirige a la búsqueda de personajes arquetípicos de la cultura nordestina, particularmente se centra en el pueblo de Juazeiro donde se destaca el Padre Cícero. Padim Ciço como se lo conocía popularmente estuvo envuelto en una serie de hechos confusos que se adjudicaron como milagros, lo que le dio fama de santón y provocó que la iglesia oficial comenzara a perseguirlo.

El film se vale de material de archivo: algunas pocas películas, fotografías de la época y elementos de representación estética como pinturas dibujos y esculturas.

En 2002, estrena un nuevo largometraje Lua Cambará, nas escadarias do palácio, sobre una legendaria mujer, que simboliza de alguna manera la feminidad frente al machismo sertanejo, Cariry enfrenta a los dos elementos que marchan en oposición.

Sus próximos proyectos son Cine Tapuia, sobre la vida de un cine trashumante en el sertão. Un hombre ciego y su hija vagan por la caatinga proyectando fragmentos de viejas películas sobre la historia y la cultura de Ceará. Finalmente aparecerá un tercer personaje, un vendedor ambulante de CDs piratas y quincallas. El filme reinterpreta  la novela de José de Alencar, Iracema de 1865.

Finalmente Rosemberg Cariry filmará  Siri-ará, una ficción histórica sobre el conquistador Dom Pero Coelho, que llega con sus ejércitos al sertão. Más allá de ser una tierra sin riquezas, seca y hostil la ambición lo llevará a sumergirse en una cruenta guerra con los naturales del lugar.

Existen incontables realizadores que han evocado desde distintos géneros y ángulos, las realidades de esta región que no deja de convocar al misterio, atraer con nuevas visiones e interpretaciones. Solo por señalar unos pocos podríamos nombrar a: Seis Dias em Ouricuri, O Pistoleiro de Serra Talhada,  O Imperador do Sertão  Eduardo Coutinho;  Baile Perfumado, de Paulo Caldas e Lírio Ferreira; Yo, tu, ellos deAndrucha Waddington; Sertões de Memórias e As Tentações do Irmão Sebastião, de José Araújo; Milagre em Juazeiro de Wolney Oliveira;  La Guerra de Canudos Sergio Rezende, Abril despedaçado de Walter Salles.

El sertão, es un territorio sorprendente, mítico, misterioso y sin dudas contradictorio. Más allá de sus sequías no deja de producir frutos maravillosos.

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Buenos Aires, Argentina, 1955.
Escritor, periodista y crítico de cine, especializado en problemáticas (violencia social, política, migraciones, narcotráfico) y cultura latinoamericana (cine, literatura y plástica).

Ejerce la crítica cinematográfica en diferentes medios de Argentina, Latinoamérica y Europa. Ha colaborado con diversas publicaciones, radios y revistas digitales, comoArchipiélago (México), A Plena Voz(Venezuela), Rampa (Colombia),Zoom (Argentina), Le Jouet Enragé (Francia), Ziehender Stern(Austria), Rayentru (Chile), el programa Condenados al éxito en Radio Corporativa de Buenos Aires, la publicaciónCírculo (EE.UU.) y oLateinamerikanisches Kulturmagazin (Austria).

Realiza y coordina talleres literarios y seminarios. Es responsable de la programación del ciclo de cine latinoamericano "Latinoamericano en el centro" , uno de los más importantes del país, que se realiza en el Centro Cultural de la Cooperación de Buenos Aires.

Ha publicado la colección de cuentos El Guerrero y el Espejo(1990), la novela Señal de Ausencia(1993) y La guerra de la sed (2009),con prólogo de Sergio Ramírez.

Es colaborador de la sección de "Cine" de Carátula.