Henri Rousseau's The Dream (1910) famous painting. Original from Wikimedia Commons
Henri Rousseau's The Dream (1910) famous painting. Original from Wikimedia Commons

Poesía: Michelle Najlis

11 octubre, 2021

Oficios de mujer

A vos, sor Juana, porque nos precediste.

Aprendimos los oficios del amor y del silencio
de la terca soledad y de la angustia
el oficio del temor y de la muerte
el duro trabajo de apuntalar los sueños.
Aprendimos el oficio de tinieblas y abandono
el trabajo del verso
el canto gregoriano
el mundo misterioso de los astros
el ritual inexorable de la espera
las ceremonias del miedo y del valor
los secretos del arco y su flecha impredecible
de la noche y del fuego que la alumbra.
Aprendimos la alegría
la sonrisa
la luz y las tinieblas
la magia de la ciencia
el árbol, la manzana, el paraíso,
la serpiente, las aves,
los mitos, el enigma.
Aprendimos los oficios de los hombres
y arrebatamos otros
que estaban destinados a los dioses.

Verónica

¿Quién eras, Verónica?
¿Cómo te llamabas
antes
de limpiar su rostro
con tu velo?
¿Qué nombre puso tu madre en tu frágil corazón?
¿Cuál era tu nombre, cuando tocaste
escondida,
el borde de su manto?
¿Recuerdas que te atreviste
más allá de la Ley
que habías recibido?
Después,
                   asustada
te ocultaste entre la gente.
Pero te llamó
insistente.
Y acudiste
con miedo y temblorosa
y hablaste en su presencia.
Recuperaste el habla
que te habían quitado
doctores de la Ley.
Transgrediste, mujer,
la obediencia al mandato
que imponía silencio.
“En el principio era la palabra”
murmuró él a tu oído.
Recuerdo que quedaste estupefacta.
Luego seguiste hablando
no hubo Ley
que pudiera
                                 callarte.
Y seguimos hablando, Verónica.
A través de los siglos
decimos las palabras que inventamos
para nombrar
lo que prohibieron contar.
¡Y las gritamos!
Por los techos y por las azoteas
decimos en voz alta
lo que fue susurrado
en nuestro oído.
Por eso,
cuando iba hacia el calvario
pudimos secar su rostro sudoroso.
No fue posible
librarlo de la muerte
pero limpiamos
su cara
               ensangrentada.
Y en su presencia hablamos,
a través de los siglos, hablamos,
Verónica.
Decimos las verdades más allá de la Ley
y secamos su cara
ensangrentada.

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Granada, Nicaragua, 1946.
Es una de las voces poéticas femeninas más destacadas de Nicaragua. Su canto de protesta irrumpió en los años 60 con El viento armado (Universidad de San Carlos, Guatemala, 1969). Licenciada en Ciencias de la Educación con especialidad en Letras por la UNAN, ha realizado también estudios bíblicos y teológicos. Fue catedrática de Literatura en la UNAN de Managua y la UCR de Costa Rica, así como coordinadora de actividades artísticas en la UCA. Durante años mantuvo el programa radial Caminos de Emaús con comentarios bíblicos de actualidad. Su poesía de madurez ha adoptado un acento lírico y místico, tal y como se trasluce en sus obras Cantos de Ifigenia (Poesía y cuentos. Editorial Vanguardia, 1990), La Soledad Sonora (CNE-ANE/NORAD, 2005), Hija del Viento (Hispamer, 2015) y El Viento que la Sostiene, antología personal (Managua, CNE, 2015). De 2005 a 2007 fue Presidente de la Asociación Nicaragüense de Escritoras ANIDE.