Poemas de Kira Kariakin

1 junio, 2022

Hay días en que sólo quiero penumbra

sólo deseo ese cómodo intermedio
de ver las cosas en sus límites inexactos
colores brumosos
donde nada está definido
donde nada puede ser descubierto

hay días en que sólo quiero penumbra
para ocultarme en las ausencias

Apunté al cielo
con mi plegaria repetida

la dejé ir en un susurro

pide un viejo milagro

y yo
sólo aguardo

el beso dentro

Son dos
una padece
habita el silencio

la otra abre ventanas
confronta al día

el dolor pace
en la intimidad de sus diálogos

el consuelo es unánime
en fragilidad y fortaleza

ambas se quieren
son hermanas en cónclave

ambas temen la claudicación
al cansancio o al desamparo

ambas conviven bajo una máscara
de mirada sin confines

serán una en la oscuridad
al fin liberadas

a Elisabetta Balasso

Encontré una ciudad de nombre extraño,
cruzada por líneas de tren en desuso.
Vi gente del siglo diecinueve que desaparecía.
Me topé con zapatos abandonados
en los caminos de las afueras.

Vagué entre esos vestigios,
mientras una brisa los borraba con arena.

La ciudad se hizo recuerdo.

Mi abuela tenía las llaves de todas sus casas
la llave de su casa en San Petersburgo
la llave de su casa en Constantinopla
la llave de su casa en Hamburgo
la llave de su casa en Varsovia
la llave de su casa en Salzburgo
la llave de su casa en Coro
la llave de su casa en Valera
la llave de su casa en Caracas

la primera de ellas era enjoyada y exquisita
las otras de hierro forjado
                                             diseños curvilíneos
las tres últimas modernas
                                             sencillas y familiares
mi abuela tenía todas sus llaves en un manojo
dentro de una vieja caja de tabacos
guardada entre sus prendas

la caja está vacía
su ropa ya no está
el manojo tiene tiempo extraviado
y no lo encontraré

Al despertar pensé en la muerte.
Ayer también.
Y el día anterior.
No recuerdo la última vez en que no lo hice.

Hubo un tiempo en que los pensamientos eran otros,
pero ello es sólo una memoria renuente,
una nostalgia desganada.

La muerte es una respiración diaria,
en este país.

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Caracas, Venezuela, 1966.
Ha formado parte de los talleres de poesía de Armando Rojas Guardia, Edda Armas, Cecilia Ortiz, Igor Barreto y Santos López, así como del taller de traducción literaria de Luis Miguel Isava. Es co-fundadora y organizadora del Jamming Poético. Ha publicado los poemarios Nuevos Arbitrios (Taller editorial “El pez soluble”, 2011), y En medio del blanco (OT Editores, 2014). Antologías y compilaciones donde está incluido su trabajo: Miradas y palabras sobre Caracas, para bien o para mal. (Una Sampablera por Caracas, Venezuela 2013), Noch bleibt uns das Haus Aún nos queda la casa (Hochroth Heidelberg, Alemania 2018), Resistir, Antología de poesía latinoamericana (Allpamanda y Écrits de Forges, Francia 2019), Nubes. Poesía hispanoamericana (Pretextos, España 2019), Dossier Antología de poetas venezolanas (142 Revista Cultural, España 2019), y en las plaquettes Mermelada para llevar 1 y 2 (Jamming poético, Venezuela 2011). Poemas, cuentos y crónicas de su autoría se encuentran en distintas publicaciones digitales. Lleva el blog k-minos desde el 2001. Co-editó las antologías: 102 poetas Jamming (OT editores, 2014), Cien mujeres contra la violencia de género (Fundavag ediciones, 2015), y El puente es la Palabra – Antología de poetas venezolanos en la diáspora (Cáritas de Venezuela, 2019).